Cirenia, la niña milagro

Cirenia Rodríguez Rodríguez es un milagro de la naturaleza. Con solo ocho meses de vida ha demostrado tener una increíble fuerza vital. Sobre sus espaldas lleva cuatro complicadas operaciones para un bebé, de las que ya se ha recuperado con éxito. El milagro de Cirenia se inició el pasado 8 de junio y pasa, sin duda, por haber nacido con 22 semanas de gestación y con tan solo 340 gramos de peso.

Esta pequeña valiente vino al mundo por sorpresa. Su madre, Tari, se puso de parto mientras esperaba la guagua. Cuando comenzaron las fuertes contracciones lo último que pensó era que iba a dar a luz, aún quedaba mucho tiempo. Fueron los sanitarios de la ambulancia que la recogió los que le confirmaron que efectivamente la niña estaba en camino.

Una infección en el útero fue la causante del prematuro parto de Tari. Se le pinchó la bolsa que contiene el líquido amniótico y aunque durante el embarazo nunca le dio un ataque, la epilepsia que padece tampoco facilitó las cosas. Por todo ello dio a luz “casi sin enterarme por lo chiquitita que era” y bajo los efectos de la epidural.

La lenta recuperación

“Los médicos nunca nos dieron esperanzas para la niña”, recuerda la joven mamá. “Estábamos desolados”. Pasaron dos semanas sin poder ir al hospital a verla por miedo a que pereciera, pero a esta pequeña residente en Arucas aún le quedaba mucha guerra por dar.

Antonio Rodríguez y Tari Rodríguez, sus padres, pasaron siete meses casi viviendo en el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria. Allí su bebé se recuperaba lentamente. A la pequeña la operaron de cataratas, de un soplo en el corazón, del estómago y del pulmón. Delicadas intervenciones en las que llegaron a participar médicos del hospital San Donato de Milán.

Cada intervención quirúrgica era un suplicio para los padres. Esperaban sentados en el suelo a las puertas de las salas de operaciones donde Cirenia se jugaba la vida. Escuchaban atentos los latidos de su corazón a través del monitor que mide la frecuencia cardiaca, sufriendo ante la posibilidad de que el constante pitido manifestara cualquier contratiempo.

En el Materno Infantil no se conocían casos de niños nacidos tan prematuros y con tan poco peso que hubieran conseguido sobrevivir. Ahora, con casi seis kilos y con más hambre que nunca, Cirenia sigue creciendo.

En casa

Ya con su niña en casa, Antonio y Tari sonríen felices. No pueden dejar de mirarla, recuerdan que de recién nacida no era ni capaz de llorar. “Parecía un gatito”, comenta Antonio.

Aunque se le ve un bebé fuerte, aún le queda camino por andar. Las revisiones médicas serán permanentes hasta que la pequeña cumpla cierta edad. Tiene un aparato que la vigila durante la noche ante cualquier fallo en el sistema cardiorrespiratorio, aunque les ha salido defectuoso. “Nos lo prestó una amiga, pero es imposible que lo que mide sea correcto, a ver si en el hospital nos lo arreglan” explica Tari.

“Estoy más privada que nadie. Miro las fotos en las que está pequeñita y hasta me río, pensando que ya está aquí”, dice esta madre. Y el padre recuerda, “se llama Cirenia del Pino, por la promesa que le hicimos a la Virgen de que si todo salía bien, este año la llevamos a Teror”.

El 8 de junio cumplirá un año, un año en el que Cirenia, esta pequeña valiente, habrá superado mil y una pruebas de vida, la primera de ellas, su nacimiento.

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