La falta de lluvias en Canarias augura una primavera “leve” para los alérgicos
Las personas alérgicas al polen en Canarias tendrán una primavera leve, según las previsiones de los alergólogos del Hospital Universitario de Canarias (HUC), en Tenerife. Debido a la falta de lluvias en el otoño y en el invierno, se prevé que en primavera haya niveles de pólenes más bajos de lo habitual de forma general, lo que contribuirá a una disminución de los síntomas alérgicos en los pacientes con respecto a otros años.
Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en España a más de ocho millones de personas, de las cuales siete millones son alérgicas a gramíneas, seguidos en orden decreciente por olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.
En Canarias, los pólenes más frecuentes son la artemisa, las gramíneas y la parietaria y para esta primavera se espera que el nivel de gramíneas sea inferior a 300 granos por metro cúbico, informa la Consejería de Sanidad.
El servicio de Alergología del HUC indica que existe una relación directa entre las lluvias, temperatura y humedad del otoño e invierno con la presencia de pólenes de gramíneas durante la primavera.
De esta manera, a partir de la recopilación de los datos de las 62 estaciones aerobiológicas del Comité de Aerobiología de la SEAIC, junto con la información de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y con la colaboración del Área de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Castilla La Mancha, se establece el nivel de intensidad para los pacientes alérgicos en las diferentes zonas geográficas.
Según Paloma Poza Guedes, alergóloga del HUC, se estima que esta primavera el nivel de gramíneas será inferior a 300 granos por metro cúbico, una evolución que se puede consultar semanalmente en la web de SEAIC.
“La gran variabilidad geográfica de Canarias influye en la flora, lo cual repercute directamente en el tipo de pólenes que son más frecuentes en cada zona, ofreciendo diferencias no solo según la isla, sino incluso según la vertiente y orientación de cada una”, señala Poza Guedes.
El cambio climático y el aumento de las alergias
Aunque se prevén niveles más bajos de lo habitual, “en algunos casos existen pólenes que localmente pueden llegar a ser más elevados de lo esperado, según la alergóloga.
El cambio climático produce el aumento de las enfermedades alérgicas por pólenes debido a tres circunstancias: el aumento en la concentración, un mayor tiempo de exposición y una mayor agresividad de estos. El aumento de la temperatura ocasionado por el cambio climático junto con los gases de efecto invernadero como el CO2 actúan como fertilizante de las plantas y contribuyen al aumento en la producción de pólenes.
Además, los contaminantes químicos alteran la estructura del polen haciendo que este genere proteínas denominadas de stress como mecanismo de defensa, y como consecuencia, aumenta la agresividad de los pólenes.
Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación.
Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera, lo que incrementa el tiempo de exposición a ellos de la población urbana.
Cómo afecta la lluvia
La lluvia afecta a las concentraciones de pólenes de dos formas, una de ellas beneficiosa para los alérgicos y otra perjudicial.
A corto plazo la lluvia humedece los pólenes que hay flotando en la atmósfera, aumentando su peso y favoreciendo su depósito en el suelo impidiendo que puedan penetrar en las vías respiratorias, lo cual disminuye los síntomas de los pacientes alérgicos.
Pero a largo plazo, las precipitaciones favorecen el crecimiento de todas las plantas, especialmente de las gramíneas, lo que contribuye a un mayor desarrollo y a un aumento en la producción de pólenes, así que los alérgicos van a experimentar un aumento de sus síntomas.
Según Paloma Poza Guedes, “el diagnóstico preciso y de forma temprana no sólo mejora el control y tratamiento de la enfermedad, sino que mejora el pronóstico y evita las complicaciones asociadas”.
Las herramientas terapéuticas disponibles son en forma de medicamentos y de vacunas alergénicas.
0