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Moción por zoom

Lidia Rodríguez

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“No tiene nada que ver con nosotros, no estamos en clave de moción de censura ni de desbancar a nadie”, esto era lo que decía Francisco Linares en abril sobre la moción de censura en Santa Cruz. Poco a poco, Coalición Canaria pasó de “descartar” la moción a “estudiar las posibilidades de cambio”. Esta semana la persona que da nombre a las posibilidades de cambio, Evelyn Alonso, hacía efectiva la moción de censura en el Ayuntamiento de Santa Cruz.

En menos de 24 horas, la concejala pasó de decir aquello de “no es momento de hablar de mociones de censura” a efectuar la moción. Tras la foto de ‘Diario de Avisos’ en la que Alonso fue pillada saliendo del notario llegó la entrevista en el periódico ‘El Día’ en la que confirmaba que se pasó el confinamiento maquinando por Zoom para hacer una moción junto a Coalición Canaria y Partido Popular. Lo dijo sin pudor, como si fuera una obviedad.

Orquestar una moción de censura en mitad de una pandemia mundial es un hecho lamentable y que se describe por sí mismo. Coalición Canaria y el Partido Popular tenían la oportunidad de demostrar que valoran la estabilidad política en las instituciones por encima de las siglas y de los cargos que se ocupan, y no han estado a la altura. El bingo estaba cantado, aunque la moción de Santa Cruz pueda tener el efecto contrario y reforzar la imagen de Hernández de cara a las próximas elecciones.

Claro que Patricia Hernández ha cometido errores, pero ni de lejos son comparables con los que cometió Coalición Canaria durante los 30 años que gobernó en Santa Cruz. Nada comparable al caso Juan Luis Guerra, al caso Las Teresitas, al caso García Cabrera, al caso Mamotreto o a la gestión de Emmasa. No hay argumentos sólidos para realizar una moción de censura, más allá de la intención de combatir el Comunismo. Y esto, también, requiere cierta autocrítica ciudadana. La población no puede permitir las constantes faltas de respeto de sus representantes políticos. No podemos tolerar que las mentiras, los casos de corrupción y las conspiraciones se apoderen de nuestras instituciones, porque a larga acaban perjudicando a las verdaderas necesidades de la ciudadanía.

Pero, lo más lamentable de todo lo vivido estos días es que ha escenificado un nivel político bajísimo. Un escenario lleno de venganzas, deslealtades, cuentas falsas en redes, falta de compromiso con la ciudadanía, conspiraciones y presiones. Aunque los audios que se han filtrado de Patricia Hernández no puedan considerarse una amenaza como dicen algunos, tampoco dejan en buen lugar al PSOE. Sin duda, lo más llamativo de ese audio privado que se ha filtrado y que es la antesala a la tormenta es eso de “yo tengo un montón de papeles, ¡Qué esto va a ser un infierno!”.

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