Produce ciertamente grima escuchar a cualquier político con mando en plaza decir que va a colocar a su isla en “el lugar que le corresponde”. La historia de Canarias está plagada de iluminados que ni consiguieron tal propósito ni se perpetuaron como políticos serios. Ese fue el mensaje central del encendido discurso pronunciado este jueves por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, en la presentación del Plan Estratégico Gran Canaria 2020. Lo que en principio cabría interpretar como un intento audaz y ambicioso para potenciar a la isla de Gran Canaria alrededor de su principal industria, la turística, tiene toda la pinta de ser un escudo tras el que resguardarse para justificar todo tipo de actuaciones al margen de la coordinación institucional y para enfrentarse al Gobierno de Canarias, que es lo que toca ahora que el PP, el partido de Bravo, no está sentado en él. Al socorrido grito de “ya está bien”, el presidente del Cabildo recurrió este jueves a todos los mecanismos patrióticos -incluida la mega bandera- con los que accionar la fibra sensible de los grancanarios contra “el Gobierno de Canarias o quien sea cuando vemos que se nos despoja de lo nuestro o se nos trata con injusticia”.