El trabajo policial tiene mayor mérito si se tiene en cuenta que el detenido ayer hacía una vida absolutamente normal en los municipios turísticos del Sur de Gran Canaria, y más concretamente en Mogán. Al tal Pietro se le podía ver charlando amigablemente con las más variadas personas de todo origen, profesión e ideología. Muchos de ellos no salían de su asombro ayer al conocer la detención y sus motivos, y contaban cosas extraordinarias de este afable italiano que era capaz de cerrar una pizzería hasta las cuatro de la mañana para invitar a pizzas y cervezas a una amplia nómina de invitados e invitadas. Desde luego que visto fríamente puede resultar llamativo, pero si empezamos a encerrar en esos sures a todo el que cierra una pizzería para correrse una marcha, acabamos con la siguiente cárcel, la que por cierto, está previsto construir en Castillo del Romeral.