Federico Jiménez Losantos tiene que haber pasado un mal trago este martes y toda la madrugada de este miércoles, hasta sentarse con ojeras delante del micrófono de la Cope y hacer su programa. Le manifestamos desde aquí toda nuestra solidaridad porque tiene que ser duro que te cambien de jefe y, en lugar de un ultraliberal defensor de las esencias más tradicionales recogidas en Camino, te pongan a un obispo que es capaz de aprender euskera para integrarse en la sociedad a la que fue destinado por sus superiores. El obispo Blázquez, el nuevo jefe de este “pequeño talibán de sacristía” -en definición de Luis del Olmo-, que adorna las mañanas radiofónicas de España, se enfrentó al PP y escribió una Pastoral en contra de la ley de partidos políticos que ilegalizaba a Batasuna. Tiene que ser duro, insistimos, pero a Jiménez Losantos siempre le quedarán dos salidas, la del mimetismo, muy propia, y la de aplicarse la cláusula de conciencia y mandarse a mudar para su casa. Más nos inclinamos por que hará hoy mismo una entrevista a su nuevo jefe. Bajo palio, claro.