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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Por las mañanas pipí; por las tardes, popó

A Soria hay que reconocerle que fue el primer alto cargo nacional en personarse en Telde. Y lo hizo con su paraguas de Audi, para que no decaiga la fiesta. (ALEJANDRO RAMOS)

Carlos Sosa

La casta no es solo una procedencia, una pertenencia a un grupo humano concreto. Es, sobre todo, una actitud, un proceder. Cuando los partidos emergentes señalan como “casta” a la vieja política española se refieren a esos comportamientos viejunos, decadentes, con los que los caducos dirigentes adornan sus actos en la errónea convicción de que con tales filigranas obtienen mayor protagonismo orgánico y mayor conocimiento y respaldo ciudadanos. Se equivocan de plano. Este lunes pudimos comprobar esos comportamientos casposos con dos visitas de postín que fueron giradas al municipio de Telde, el más afectado por las trombas de agua que trajo la reciente borrasca que padeció Canarias. Pedro Sánchez apareció casi sin avisar. O mejor dicho, avisando a quien no debía. La confianza que continúa depositando en Chano Franquis, secretario general del PSOE de Las Palmas de Gran Canaria, le condujo a pensar erróneamente que éste organizaría una expedición razonablemente medida, con las presencias institucionales adecuadas y con la mínima pero más genuina representación del partido en las islas. Pero no. Franquis se guardó la noticia de la visita del aspirante a la presidencia del Gobierno para su entorno más escogido de modo que se evitara la presencia de una alta representación del Ejecutivo regional, donde se encuentra de manera –parece que provisional- su propio partido. Quiso ocultar al actual secretario general, José Miguel Pérez, miembro de la Ejecutiva Federal, que se enteró por los pelos del viaje de Sánchez con tan poco margen que no pudo abandonar sus clases en la Universidad. La vicepresidenta del Gobierno, con competencias en materia de vivienda (Sánchez visitó el Valle de Jinámar, donde se vieron afectadas muchas familias por las lluvias) no pudo acudir a Gran Canaria por no haber sido avisada en tiempo y forma. Un correo electrónico emitido a las 12.27 desde el departamento de Prensa del Grupo Parlamentario Socialista (cuando Sánchez ya llevaba casi una hora volando hacia Gran Canaria) permitió a los más espabilados acercarse hasta La Garita, última escala de la visita del aspirante presidencial. “Es una visita institucional”, contestaban los promotores del acontecimiento para evitar moscones. Tan institucional que estaba Chano Franquis, que ni siquiera es diputado en estos momentos al haber sido ya disueltas las Cortes, y que encargó a otro compañero que le sustituyera en una tertulia de radio sin ni siquiera darle una explicación. Es candidato a repetir, por supuesto, y de ahí la conveniencia de que no hubiera nadie más que pudiera hacerle sombra.

Soria, Sánchez, Clavijo…

Ni Patricia Hernández ni José Miguel Pérez son santos de la devoción de Chano Franquis y de Ángel Víctor Torres, vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria y otro de los organizadores de la visita. Tenerlos allí junto al secretario federal era una inconveniencia que se ahorraron aplicando el método más primitivo, avisando a última hora. Se cuecen relevos muy alborotados en el socialismo canario tras el anuncio de marcha de José Miguel Pérez, y a Patricia Hernández le pueden salir gallos tapados en Gran Canaria que se sumen al que ya tiene no tan tapado en Tenerife. Sí estaban otros consejeros socialistas en la Corporación insular, y concejales del PSOE en Telde, y por supuesto la alcaldesa de la ciudad, Carmen Hernández, y el presidente del Cabildo, Antonio Morales, ambos de nueva Canarias. El escenario partidario cambió de repente a los pocos minutos de marcharse Pedro Sánchez y aparecer sobre las tablas el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que tampoco acudió con la vicepresidenta ni con la consejera de Obras Públicas, ambas del PSOE. En lugar de Franquis estaba el candidato de Coalición Canaria al Congreso de los Diputados, Pablo Rodríguez, y por supuesto el secretario general del partido en la isla, Fernando Bañolas. Y en lugar de color rojo del jersey del líder socialista, fluyeron las americanas oscuras de los líderes nacionalistas, que no gozaron de tanta expectación ni de tantos selfies como su antecesor en el uso de La Garita. Aunque en honor de la verdad hay que reconocer que el primero que se constituyó en la zona siniestrada fue el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, en compañía de su esposa, de la alcaldesa y de la delegada del Gobierno. Fue una visita comunicada también a última hora, pero en este caso no se pretendía esquivar a los moscones del partido, sino a los manifestantes que habitualmente lo abuchean allí por donde va. Más que nada para que no vieran el enorme paraguas de golf con los emblemas de Audi bajo el que se guareció el señor ministro en un claro gesto de apoyo al grupo automovilístico alemán al que le acaban de autorizar en Europa que contamine un 40%. O lo que haga falta, hombre por dios.

Ay, el alcalde de La Laguna

La ciudad de La Laguna no sufrió las consecuencias severas de la borrasca de estos últimos días. Bastante tiene con la tormenta perfecta que tiene declarada en el seno de su Ayuntamiento desde que se cerraron los colegios electorales el pasado 24 de mayo. El nuevo alcalde, José Alberto Díaz, ya no sabe qué hacer para amarrar su continuidad en el cargo una vez ha quedado demostrado que su socio, el PSOE, le está esperando en la primera curva cerrada en la que se pase de frenada. Y ya anda el regidor haciendo méritos suficientes para comerse el quitamiedos. Sus escarceos con los grupos políticos de la oposición resultan tan provocativos como los que lleva ejecutando desde el principio del mandato su colega del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso. Si en la primera Corporación insular su presidente se ha sacado de la manga el “pacto por Tenerife” para aglutinar al Partido Popular y jeringar a los socialistas, José Alberto Díaz, lo ha remedado con un “pacto por La Laguna” que de momento se ha saldado con un primer patinazo. La lideresa local de Ciudadanos, Teresa Berástegui, ha renunciado in extremis a presidir la comisión de Transparencia, Información Pública y Buen Gobierno, una pirueta que ya hizo Miguel Zerolo en Santa Cruz de Tenerife con el concejal Guillermo Guigou con el mismo propósito: pagarle un sueldo a los líderes de la oposición para que se sientan calentitos cerca del poder. Berástegui llegó a morder el anzuelo pero un recurso presentado por el portavoz de Por Tenerife/Nueva Canarias, Santiago Pérez, la hizo desistir de inmediato. ¿Y qué dice el recurso del veterano lagunero? Pues muy sencillo, que la Ley de Municipios de Canarias prohíbe que las comisiones informativas estén presididas por concejales que no tengan delegadas las materias de su competencia por el alcalde, lo que habría convertido a la portavoz de Ciudadanos en miembro del grupo de gobierno.

Alarcó, con las barbas en remojo

El precedente que ha dejado sentado el caso Berástegui impedirá al alcalde de La Laguna continuar con su estrategia de captación de adeptos entre los demás partidos de la oposición. O por ser más precisos, su estrategia de hacerse con los cariños del Partido Popular, comandado en la ciudad por el insuperable Antonio Alarcó, y tratar así de prescindir de los votos del PSOE, que tiene lista la moción de censura desde el día siguiente a la constitución de la Corporación. El PP ya ha liberado (sueldo por cuenta del Ayuntamiento a cambio de dedicación exclusiva) a uno de los dos concejales a los que tiene derecho a liberar, y Alarcó negocia con el señor alcalde la posibilidad de cambiar esa segunda canonjía por dos liberados no concejales en plan personal de confianza. La idea ha roto el grupo municipal popular en dos: por un lado, Alarcó con el único concejal liberado, Iván González Riverol, conocido en La Laguna por haber sido esclavo mayor de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna. Y del otro, los otros dos concejales a los que se les había ofrecido puestos de libre designación. La número dos de la candidatura, Susana Fernández, y el tres, Orlando Padilla, están que trinan con la ocurrencia, especialmente por el embarque en el que se metieron creyendo que todo el monte iba a ser orégano. En resumen: la que hay montada en el Ayuntamiento de La Laguna por el empeño de su alcalde de gratificar a los grupos de la oposición que le puedan ser afines se parecen bastante a un tiro expelido por la culata. Ya ustedes entienden.

Nuevas Generaciones ¿laguneras?

Tres eran tres. O son tres. Esa es la composición exacta de Nuevas Generaciones de la ciudad de La Laguna, a tenor de lo que refleja la foto que les ofrecemos, que se corresponde con el solemne acto de reconstitución de la organización juvenil del PP. Lejos han quedado aquellos tiempos en los que NNGG tenía decenas de militantes y hasta tres sedes repartidas por todo el municipio. Ahora son tres. Los tienen ahí, en la foto: el presidente luce camisa blanca en el centro de la foto con las gafas de sol embutidas entre sus botones. A su lado, dos jóvenes más, un chico con camisa roja y una chica. Y se acabó. El resto de invitados a la constitución de la organización se pasan un poco de la edad reglamentaria. Además de Antonio Alarcó, podemos ver a Manuel Domínguez (presidente del PP de Tenerife); Manuel Fernández, hijo de Manolo Fernández; Víctor Bilbao, uno de los aspirantes a ser personal de confianza en el Ayuntamiento; José Casado, del PP de La Orotava, ex director del área de Salud de Tenerife bajo el mandato sanitario de Mercedes Roldós; Liborio el banderas, encargado de llevar la bandera del PP a todos los mítines y a las visitas a los barrios; Ceferino Blanco, histórico del partido y ex consejero en la oposición en el último mandato de Alarcó en el Cabildo, y varios señores y señoras más muy conocidos en su casa a la hora del potaje.

Bañolas enchufa a José Moreno

Ya pueden ustedes ir dando por perdido para la causa de la ciencia y el conocimiento al Patronato de la Fundación del Museo Elder de la Ciencia y Tecnología. Presidido por la consejera de Turismo, la lanzaroteña María Teresa Lorenzo, forman parte de él, entre otros, el rector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, además de representantes de diversas instituciones, todas ellas muy serias y respetables. Desde que la inigualable Rita Martín, consejera de Turismo por el PP entre 2007 y 2010, cometiera el disparate de destituir a Jacinto Quevedo, el director que tuvo la idea y fundó el museo en la etapa del alcalde Emilio Mayoral, se incorporó ese puesto a la pedrea de cargos a repartir por los partidos en el poder. Ya da igual que no se tengan conocimientos, que no se sea investigador, profesor o sabio. Es un carguito más que en los tiempos que corren es de los se cotizan muchísimo. El patronato de la fundación decidió este lunes designar director del Museo de la Ciencia a José Gilberto Moreno Gil, un diplomado en enfermería que tiene como principal activo curricular ser un destacado militante de Coalición Canaria en Arucas y haber sido el coordinador de campaña de Fernando Bañolas y Mari Mar Julios en estas últimas elecciones autonómicas y locales. Menos mal que obtuvo unos resultados catastróficos porque de haber sido al contrario, CC lo podría proponer para el Nobel de Medicina. A José Moreno ya lo colocaron hace un par de meses al frente de la Dirección General de Infraestructuras Turísticas, cargo al que renunció al descubrir que era incompatible con su puesto de enfermero interino en un ambulatorio. Sus cualidades para ponerlo al frente de un cargo tan decisivo para el principal sector económico de Canarias parecen servir también para que dirija el Museo de la Ciencia de Las Palmas de Gran Canaria, lo que es un auténtico acicate para los investigadores. La política de nombramientos de este Gobierno ya ha superado todos los registros del disparate para adentrarse peligrosamente en el de la tomadura de pelo o el desquicie político total.

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