Los peritos, sobre la mujer acusada de matar a palos a su hijastro: “Sabía lo que hacía”
La mujer que en 2016 mató a su hijastro de 9 años al darle una brutal paliza con un palo de madera mientras el niño yacía sobre una cama “sabía perfectamente lo que hacía”, según han afirmado este jueves los peritos forenses que se entrevistaron con la ahora procesada por estos hechos.
Así lo han manifestado los cuatro médicos que han comparecido en la segunda sesión del juicio ante Jurado que se celebra en la Audiencia de Las Palmas y en el que la Fiscalía solicita prisión permanente revisable para la procesada, Na L., a quien imputa delitos de asesinato y maltrato habitual.
La acusación pública también pide dos años de cárcel para el padre del menor fallecido, Rongchao H., al considerar que no hizo nada para evitar las lesiones continuadas que sufrió el niño a manos de su madrastra desde que en 2015 llegara a vivir al domicilio familiar.
La acusación particular, que representa a la madre del menor muerto, acusa igualmente a la procesada de un asesinato y de malos tratos continuados, delito este último que también imputa al padre.
La defensa de Na L. solicita que los hechos que se juzgan se califiquen como homicidio y que el Jurado tenga en cuenta “el momento de locura que pudo haber sentido para no poder controlar ni su cuerpo ni su mente y llegar a un final tan doloroso para una madre, como es ella”.
Por su parte, el abogado de su expareja y padre del niño fallecido alega que él fue “otra víctima” que no puede ser condenado porque desconocía lo que ocurría en casa cuando estaba trabajando.
Lesiones “brutales”
Además de llamar la atención sobre las “lesiones brutales, nunca antes vistas” que presentaba el cadáver del pequeño, y que le causaron la muerte por un shock hipovolémico, los forenses han advertido de que el cuerpo del niño tenía cicatrices y fracturas antiguas, propias de un maltrato crónico, imposible de no percibir por parte del progenitor, dada la entidad de las mismas.
La valoración psiquiátrica realizada a la acusada descarta que sufriera un trastorno mental transitorio, ya que narró a los peritos los hechos que se sucedieron el 8 de mayo en el domicilio familiar y que concluyeron con la muerte del menor.
“Dijo que el niño se rebeló, le hizo sangre en la mano y que ella le pegó más. Hubo una desproporción absoluta entre un adulto y un niño”, ha afirmado una de las médicas, quien ha resaltado que la acusada no ha pedido perdón a su expareja por lo que ha hecho y que sus muestras de sufrimiento y pena “solo aparecen por las consecuencias que esto ha tenido sobre ella”.
La perito ha asegurado que la procesada “se considera una víctima”.
“Su vida es una desgracia y achaca a los demás que ella, a pesar de su calidad como persona, no puede ascender. Tiene un marido viejo, se iba a separar de él, y unos hijos que la tenían contenida en casa y solo se sacrificaba por ellos y no recibía nada”, ha afirmado.
Los efectivos policiales que han declarado como testigos han coincidido en destacar la sorpresa que les causó que el padre del menor fallecido pidiera que le dejaran ir a la cocina a “hacerse un sandwich de mortadela” la noche en que sucedieron los hechos, después de que fueran a buscarle al restaurante donde trabaja como cocinero para llevarle al domicilio donde aún yacía muerto sobre la cama su hijo de nueve años.
También han reseñado la aparente tranquilidad que mostraba la acusada, que, tras golpear hasta la muerte al pequeño, acudió a pedir ayuda a casa de un vecino, quien, al ver al niño sobre la cama, le instó a que llamara a una ambulancia.
La tutora del menor ha confirmado su notable absentismo -acumulaba 65 faltas a clase-, si bien ha explicado que sus ausencias estaban justificadas con reservas de viajes a Barcelona, Mallorca y China.
También ha dicho que en otras ocasiones la acusada acudía al centro escolar para decirle, incluso llorando, que el niño no quería ir a clase porque no tenía amigos o que se había puesto malo, aunque nunca presentó partes médicos que avalaran enfermedad alguna.
La tutora del niño muerto ha asegurado que siempre iba con camiseta de manga larga bajo la del uniforme del colegio, que nunca se quiso asear después de hacer deporte para no desnudarse y que llegó a tener que llevar al niño cogido de regreso de una visita al teatro ante la cojera que presentaba el menor.
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