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Sobre este blog

La palabra muruza es montañesa. Significa “conjunto desordenado de cosas por lo general menudas” y en particular “ingredientes”. Es una palabra que carece de vitalidad. Y no por insuficiencia propia, sino debido a la situación de diglosia o depreciación de lo propio (por lo general inducida) que padece el montañés. Lo mismo sucede con el resto de modalidades lingüísticas cántabras. Así, que las esquilas pasen a ser quisquillas cuando se cocinan, los muergos navajas, los muriones caracolillos o que no haya carne de jatu a la venta en las carnicerías son situaciones anómalas provocadas por este problema, la diglosia, cuya solución pasa por el aprecio a lo propio. Y sabido es que no se puede apreciar nada que no se conozca.

El ser humano es en lo que le rodea. La cocina es una forma de ser.

Y de estar, de ahí la expresión cultura del territorio.

Ser y estar son nuestras dos coordenadas vitales básicas. Ningún lugar mejor que éste para empezar.

Las fotografías, todas originales y en blanco y negro, propiedad del autor, aluden al texto, no necesariamente de forma explícita. La relación no es unívoca. Lo mismo sucede con los textos, de redacción fragmentada, cuya ligazón requiere del esfuerzo liviano si bien sostenido del lector. Y como en la cocina, no es obligado seguir receta alguna.

La 'borona'

Mario Corral García

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Sobre este blog

La palabra muruza es montañesa. Significa “conjunto desordenado de cosas por lo general menudas” y en particular “ingredientes”. Es una palabra que carece de vitalidad. Y no por insuficiencia propia, sino debido a la situación de diglosia o depreciación de lo propio (por lo general inducida) que padece el montañés. Lo mismo sucede con el resto de modalidades lingüísticas cántabras. Así, que las esquilas pasen a ser quisquillas cuando se cocinan, los muergos navajas, los muriones caracolillos o que no haya carne de jatu a la venta en las carnicerías son situaciones anómalas provocadas por este problema, la diglosia, cuya solución pasa por el aprecio a lo propio. Y sabido es que no se puede apreciar nada que no se conozca.

El ser humano es en lo que le rodea. La cocina es una forma de ser.

Y de estar, de ahí la expresión cultura del territorio.

Ser y estar son nuestras dos coordenadas vitales básicas. Ningún lugar mejor que éste para empezar.

Las fotografías, todas originales y en blanco y negro, propiedad del autor, aluden al texto, no necesariamente de forma explícita. La relación no es unívoca. Lo mismo sucede con los textos, de redacción fragmentada, cuya ligazón requiere del esfuerzo liviano si bien sostenido del lector. Y como en la cocina, no es obligado seguir receta alguna.

En montañés el género marca diferente calidad y lo hace en beneficio del femenino. Así por ejemplo ventana y ventanu, botella y botellu, etc. Pero no siempre esta norma es tan fácil de aplicar. Hay veces que la comparación se establece entre entidades que aparentemente no guardan relación alguna entre sí. Por ejemplo cucina y cucinu, siendo éste el recipiente donde comen los animales, particularmente el marrano. Pero esta aparente desconexión es eso, solo aparente. Generalmente siempre hay un enlace, aunque sea soterrado. Así, para el caso anterior, la cucina es además de la cocina el cuenco de madera donde se amasa la torta, un recipiente parecido al destinado a los animales. Resuelto queda, pues, el parentesco entre cucina y cucinu. Pero, como decíamos, no siempre es fácil descubrirlo.

Esta regla, la de marcar la calidad según el género, también es de aplicación para borona y boronu: pan de maíz la primera y la masa de sangre ligada con cereal y alma de grasa que se parece a la morcilla pero sin serlo, el segundo. La borona es más apreciada que el boronu, como indica el género.