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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

C’s, un salvavidas para el bipartidismo

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, durante la celebración de un mitin electoral.

Javier Lezaola

Más que como una marca blanca del PP –aunque en cierto modo también lo es–, Ciudadanos se perfila como el salvavidas diseñado por la oligarquía española para complementar un bipartidismo desgastado por la percepción cada vez más general de la subordinación de PP y PSOE a los poderes económicos –del IBEX 35 a la Troika europea–, por la irrupción del 15M y por las expectativas electorales de Podemos.

Que C’s esté tan subordinado como PP y PSOE a esos poderes económicos y que sin embargo –y al menos por el momento– sea percibido por buena parte de la opinión pública como un partido nuevo, diferente y capaz de propiciar consensos y alcanzar acuerdos tanto a derecha (PP) como a izquierda (PSOE) lo convierten en un instrumento muy útil para un régimen del 78 seriamente desacreditado desde el inicio de la actual década.

Convirtiéndose en la providencial bisagra del bipartidismo –sin perjuicio de erigirse en la alternativa a éste si algún día se dan las condiciones–, Ciudadanos evitaría que PP y PSOE se vieran empujados a formalizar una gran coalición –fundamentalmente para frenar la influencia de Podemos– que evidenciaría aún más que populares y socialistas no son más que las dos caras de la misma moneda neoliberal. Dicho de otra forma, lo que parece avecinarse en España también es una gran coalición, pero no de dos, sino de tres. Y camuflada. Una grosse koalition no a la alemana, sino a la española.

Pero las ventajas para el régimen del 78 no acabarían ahí, porque, gracias a su nuevo papel coprotagonista, C’s –un partido marcadamente centralista– se perfila también como el sustituto de los nacionalistas periféricos como garante de la estabilidad de los gobiernos centrales de uno u otro signo, haciendo realidad dos viejos sueños del nacionalismo español: por un lado arrebatar la llave de la gobernabilidad de España a CiU, PNV y compañía y por otro abrir la posibilidad de una recentralización del Estado que los de Albert Rivera –que nacieron en Barcelona reivindicando la españolidad de Cataluña– verían con buenos ojos.

Así, Ciudadanos recuperaría para la causa neoliberal y centralista buena parte de los votos perdidos por PP y PSOE y al mismo tiempo aparecería como un partido responsable, con sentido de Estado y capaz de ofrecer estabilidad al régimen del 78 desde la nueva política, evitando que el PP tenga que pringarse apoyando al PSOE y sobre todo evitando que el PSOE tenga que pringarse apoyando al PP y así pueda seguir siendo presentado y percibido por buena parte de la opinión pública como un partido de izquierdas, un asunto fundamental para el establishment.

Este papel que C’s se dispone a jugar a nivel estatal –que consiste básicamente en capitalizar desde dentro del sistema y del régimen buena parte de los votos descontentos con PP y PSOE– lleva jugándolo el PRC de Miguel Ángel Revilla en Cantabria desde el 95. De hecho, Revilla –que gobernó la comunidad autónoma con el PP de 1995 a 2003 y con el PSOE de 2003 a 2011– y Rivera estuvieron a punto de concurrir juntos a las generales de 2011. Ambos constataron las “coincidencias” existentes entre Ciudadanos y PRC durante la reunión que mantuvieron en septiembre de aquel año en Santander y Rivera aceptó concurrir junto a Revilla a aquellas elecciones, pero con una condición: que la UPyD de Rosa Díez también se sumara al pacto. Revilla aceptó encantado, pero Díez dijo que no, lo que motivó que C’s finalmente decidiera no participar en las elecciones, abortando su principio de acuerdo con el PRC, que sí concurrió a aquellas generales de 2011, aunque no obtuvo representación.

Cuatro años después de todo aquello, siguen existiendo las mismas coincidencias ideológicas y programáticas entre Ciudadanos, UPyD y PRC, pero ahora hay una importante novedad: el partido de Rivera ya no necesita pactar con nadie para concurrir con garantías a unas elecciones –así lo arrojan las encuestas– y amenaza muy seriamente el papel que pretendió jugar UPyD en España, pero también el que ha venido jugando el PRC en Cantabria y el que le gustaría poder jugar como socio preferente del PP cántabro si el próximo día 24 los populares pierden la mayoría absoluta de la que gozan precisamente desde las autonómicas de aquel lejano 2011.

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