[Atención, spoilers]
25 de mayo de 2015. Estados Unidos vive tiempos convulsos. En las últimas horas, el presidente Obama se ha visto obligado a abandonar el cargo por motivos personales. Susana Díaz, tras un exilio voluntario, establece su residencia en un pequeño rincón de Ohio junto a Eva Díaz Tezanos; buscan ayuda. La andaluza quiere ser Michelle Pfeiffer en Mentes Peligrosas y de ahí saltar a las primarias demócratas, la cántabra necesita huir tras el desastre electoral. “Es como nosotras, de medio derechas”, describe Díaz a su contacto. “Tú tranquila, aquí cumpliremos todo lo que siempre habíamos deseado. Qué podría ser mejor, que estar siempre juntas tú y yo”, tararea.
Ya no se siente tan andaluza, ahora es del Midwest y viste una camiseta de Lebron. Díaz Tezanos, sentada en el asiento del copiloto de un Mustang en el que se escucha a Kanye rimando de fondo, no entiende nada; está completamente desubicada. Ante el desconcierto, la hasta ayer candidata a la presidencia de Cantabria opta por preguntar en el grupo de WhatsApp creado durante la campaña. “¿Por qué odiamos a Hillary? ¿Es de Podemos?”, escribe a tientas. “No”, responde Pedro Sánchez, que no sabe si poner un vídeo suyo en YouTube o seguir reformando el Código Penal. “Ese creo que es Ralph Nader, un Monedero sin Lomana”, y sube un emoticono de esos que se descojonan.
Pero está triste. En febrero, cuando firmó aquel papel junto a Rajoy, se sintió Jordan Belfort. Ahora querría ser Tim Robbins y escapar de su pasado, pero falta Morgan Freeman; nunca hubo un Zihuatanejo esperando al final del metraje, de modo que tras la debacle ha decidido regresar al Estudiantes. Siempre pensó que los pactos de Estado eran como las estadísticas de Pinone, que estaban para romperse. Le gustaría ser recordado como Borrell, pero la ciudadanía, los medios de comunicación, ya le empiezan a llamar Simancas. Y le jode, vaya si le jode.
La campaña electoral ha sido complicada para todos en el partido. De la vieja guardia, en el Parlamento de Cantabria tan solo resiste Guimerans, que mantiene el tipo en su escaño tras afiliarse a una nueva familia. Ya no es crítico ni oficialista, sino de UPyD: “La política no entiende de siglas”, le animó, orgullosa, Judith. Pepe Guerrero ha cumplido el sueño de su vida y trabaja en una conocida agencia de publicidad y el resto continúa con la idea de ganar en Santander. “No sé cuándo, pero ganaremos”, dijo a los fieles Pedro Casares, el deseado, en la fiesta post-electoral. “También Julio Medem pensó en triunfar en Estados Unidos y rodó Caótica Ana. Hay esperanza. Bonifaz no paga a traidores. Ferraz un poco sí, pero nosotros no. Confiad en mí”.
Susana Díaz, que en la agencia de alquiler de coches había pedido un León Cupra FR del que no había disponibilidad, sigue conduciendo. Piensa en Thelma y Louise, en Cintora, en Errejón, en Chaves, en Bacca, el delantero del Sevilla. Las dos tienen una cita a ciegas en un dinner perdido en una carretera solitaria que no son capaces de encontrar. El móvil de Díaz Tezanos vuelve a sonar. Un pitido, dos, tres. Es Lola, pero no quiere contestar. No está dispuesta a recordar el pasado, siempre que lo hace aparece Jaime Blanco y no es plan. Avanzan con lentitud pero con seguridad, recordando que Pedro Sánchez siempre se pierde en Estados Unidos. Al fin alcanzan un cruce. “Es por aquí”, dice Susana.
Un poco más adelante, entre la bruma, se erige solitaria la imagen de un típico restaurante americano. Aparcan detrás de lo que parece ser un Maybach, apagan el Black Skinhead de Kanye y descienden del coche. Están nerviosas, no saben qué pueden encontrarse. Tras los ventanales del local logran atisbar a un grupo de hombres que lucen la vestimenta habitual de los miembros del Servicio Secreto. Sin darles tiempo para reaccionar, uno de ellos se acerca y conduce a la pareja ante la puerta del local, donde espera la cita.
-Buenas noches. Soy Ángel Agudo, cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos. Welcome to America!
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