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Legalidad, ética y estética
El actual secretario de Organización del PSOE de Cantabria, Agustín Molleda, ha confirmado en las últimas horas que posee el don de la ubicuidad, una facultad que los creyentes han atribuido tradicionalmente a Dios, pero que los militantes socialistas deben de reconocer a partir de ahora al número 2 de la Ejecutiva de Pedro Casares. Poder estar en varios lugares diferentes de forma simultánea, con personalidades distintas, es una capacidad francamente útil para su cargo, pero hemos descubierto esta semana que le lleva deparando alegrías desde hace algunos años.
“No firmo como Agustín Molleda, firmo como alcalde de Cartes”, ha justificado el interesado después de que se publicara que consiguió su plaza de funcionario mientras era alcalde, en el mismo Ayuntamiento que gobernaba, mediante un concurso que convocó él mismo, tras elegir al jurado y establecer los méritos que le permitieron obtener la máxima puntuación posible en un proceso en el que fue el único candidato al puesto. 100 puntos de 100 posibles. Eso sí, todo ello a través de un procedimiento “impoluto y absolutamente respetuoso con la ley” que contó con “informes técnicos, jurídicos y económicos que no ponen ningún reparo”.
Habrá a quien le parezca suficiente explicación. Por ejemplo, a la portavoz autonómica de su partido, Ainoa Quiñones, que defendió inmediatamente a su compañero de filas diciendo que “estaba en pleno derecho de hacer lo que hizo conforme a la legislación vigente en ese momento”. Suponemos que también comparte esta tesis el secretario general del PSOE de Cantabria, Pedro Casares, dado que no ha tomado ninguna medida al respecto ni ha salido a desmentir lo dicho por su portavoz. “Muy ético no parece, aunque sea legal”, dicen algunos miembros de la Ejecutiva socialista en privado.
Y aquí está probablemente el núcleo central del asunto. Es imprescindible elevar el listón de la ejemplaridad política si no queremos contribuir al descrédito generalizado de nuestro sistema democrático: no es suficiente el argumento de que algo es “legal” para escurrir el bulto cuando estás señalado. No basta. O no debería bastar. Es una excusa demasiado vaga. Y si hay alguien en el PSOE que tenga dudas al respecto, le puede resultar útil aplicar la técnica del espejo: ¿Qué estarían diciendo si este caso afectara a un exalcalde que fuera actualmente el secretario de Organización del Partido Popular?
“Si no concursas, renuncias a la plaza”, ha insistido en defenderse Agustín Molleda, que había ocupado interinamente el puesto de encargado de Mantenimiento del Ayuntamiento de Cartes durante una década, hasta que dio el salto a la Alcaldía. Desde allí propició su estabilización como funcionario mediante un concurso de méritos excepcional en lugar de hacerlo en una oposición de acceso libre que respetara los principios de igualdad, mérito, capacidad y transparencia que deben regir en toda contratación pública. Cuando abandone la política, si eso llega a ocurrir, podrá volver a ocupar la plaza en la Administración que se ha garantizado hasta que se jubile. Saltar con paracaídas tiene sus riesgos, pero siempre es mejor tenerlo antes de lanzarse al vacío.
El caso, obviamente, es debatible. Y totalmente noticiable, mal que le pese al afectado, que ha tachado la exclusiva de los compañeros de El Diario Montañés de “polémica fabricada” o de “noticia de desgaste”. Estamos acostumbrados a que se dispare al mensajero y eso tampoco podemos normalizarlo. En esto, tengo que decir, en el PSOE de Cantabria deberían hacer propósito de enmienda urgentemente y un poquito de autocrítica interna porque son de piel excesivamente sensible. Conviene apagar los fuegos en vez de avivarlos para no salir chamuscado. “En política, ni todo vale, ni se puede hacer daño de manera indiscriminada”, dice Molleda. No sé si en su situación y con su trayectoria va a resultar creíble en el papel de víctima.