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La misión de solicitar baja por positivo en antígenos: “Es imposible, hemos llamado 50 veces y están ocupados”

La venta de test de antígenos se ha disparado en el último mes.

Rubén Alonso / Laro García

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La sexta ola ha cambiado por completo los protocolos y la forma de afrontar los contagios respecto a sus predecesoras. La explosión de positivos producida desde el último mes tras la aparición de la variante ómicron ha reventado todos los registros habidos hasta la fecha, aunque el número de casos graves está lejos de otros momentos álgidos del virus en los que la población no contaba con los porcentajes tan elevados de vacunación actuales.

Así todo, y aunque la mayor parte de los contagios son asintomáticos o presentan sintomatología leve similar a la de una gripe o un catarro, lo cierto es que el amplio volumen de positivos está colapsando urgencias, atención primaria y los hospitales. Así, en el caso de Cantabria, la Consejería de Sanidad modificó el protocolo de seguimiento y estableció que solo haría pruebas de detección a personas vulnerables y a las que tuvieran síntomas compatibles con COVID.

“Se realizará una sola prueba diagnóstica al cuarto o quinto día desde la fecha del último contacto con un positivo”, según anunció el departamento que dirige Miguel Rodríguez (PSOE) el pasado 29 de diciembre, emplazando así a los “contactos no vulnerables y asintomáticos a hacer autoseguimiento”.

Esta situación, sumada a la proliferación del uso de los llamados autotest de antígenos, está dando como resultado que muchas personas contagiadas tengan serias dificultades para notificar su positivo a su centro de salud para obtener la baja médica necesaria en sus respectivos puestos de trabajo.

Es el caso de Ana García y de Raúl Alonso, ambos positivos desde hace varios días a punto de terminar su cuarentena sin seguimiento médico y sin baja laboral. Raúl explica en conversación con elDiario.es que, tras padecer síntomas poco después de Nochevieja, se hicieron un test en casa que resultó positivo.

Desde ese momento y ya autoconfinados, decidieron ponerse en contacto con la autoridad sanitaria competente para dar cuenta del contagio y recibir las indicaciones oportunas a seguir. “Como no explican nada, no sabíamos a dónde llamar, así que llamamos al hospital y al centro de salud”, relata Raúl. “Nos cogieron el teléfono en el hospital y nos dijeron que teníamos que llamar a nuestro centro de salud”, prosigue, pero fue casi misión imposible.

“Llamamos, y no te exagero, por lo menos 50 veces y cuando nos cogieron era por la tarde y nos dijeron que estaban ocupados, que teníamos que llamar por la mañana”, expone, calificando la situación de “surrealista”. A partir de ese momento se registraron en la web del Servicio Cántabro de Salud para ser citados para PCR.

Raúl no ha recibido ningún tipo de notificación para acudir a la prueba ni llamada de su médico. Actualmente se encuentra de vacaciones y los siete días que marca el protocolo de cuarentena terminan este lunes, día en el que se reincorpora al trabajo. A elDiario.es traslada su indignación por no contar con la baja laboral correspondiente que le permitiría no perder la semana de vacaciones que ha pasado contagiado y confinado.

Por su parte, Ana es maestra y, al igual que su pareja, termina su cuarentena el lunes, día en el que se retoman las clases. En su caso sí ha sido citada para PCR este miércoles, una prueba “absurda”, a su juicio, porque tan solo confirma lo que ya sabía: que es positiva en COVID-19. No obstante, lamenta no recibir un seguimiento médico, más aún cuando por su profesión trata con menores de etapa Infantil y con necesidades especiales, que no llevan mascarilla, a los que puede poner en riesgo si para el lunes todavía presenta síntomas y puede contagiar.

“30 llamadas diarias”

Una situación similar a la vivida por Francisco González y su mujer Vanesa Fernández, que descubrieron que su bebé de año y medio era positivo en COVID tras acudir al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander unos días antes de Nochevieja por la fiebre alta que estaba sufriendo la niña. 

Tras esa notificación, ambos se confinaron en su casa y se realizaron un test de antígenos para comprobar si ellos también estaban contagiados y cursando la enfermedad. Primero esa prueba de autodiagnóstico, y posteriormente los síntomas que fueron apareciendo –tos, fiebre, fatiga, dolor de cabeza–, confirmaron sus peores sospechas.

Han celebrado la entrada en 2022 aislados e intentando localizar a alguien en el centro de salud que pudiera cursar su baja laboral para justificar su ausencia en el trabajo. “Llevo desde el inicio de año haciendo unas 30 llamadas diarias a mi médico de Atención Primaria de El Sardinero, pero parece que han dado orden de descolgar los teléfonos. Si estoy confinado en casa y nadie contesta a las llamadas, difícilmente podré saber cuándo puedo reincorporarme”.

Han intentado notificar también su positivo a través del formulario disponible en la página web del Servicio Cántabro de Salud, pero aún sin respuesta de la otra parte. Francisco tampoco ha sido contactado por los rastreadores, que actualmente tratan de abordar con un personal absolutamente desbordado una crisis sanitaria que está batiendo todos los récords de contagios diarios en esta sexta ola. “Cuando me llamen, si es que me llaman, ya estaré recuperado de la enfermedad”, señala, cuando está a punto de cumplir el plazo marcado de 7 días obligatorio de cuarentena que espera confirmar con un negativo en el test de antígenos que utilizará para salir de dudas.

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