Fue Carlos III quien “se dio cuenta” de la importancia de la mano de obra de mujeres y niñas para la industrialización del país en el siglo XVIII. Y fue por eso que emitió una ordenanza que permitió el trabajo de niñas y mujeres, después de que en el siglo XV se decidiese “echar” a las mujeres de los gremios de trabajo. Así lo ha explicado Luz Martínez, secretaria estatal de Mujer y Políticas Sociales de UGT Servicios Públicos en la jornada 'Mujeres en la historia y en el movimiento sindical'.
“Las mujeres hemos trabajado siempre y estuvimos dentro de los gremios también cuando empezaba el proceso de creación de las cofradías. Pero en el siglo XV, ante la carestía que sufrían las personas, se decide echar a las mujeres de los gremios”, recalca Martínez, quien añade que el trabajo femenino ya entonces no se reconocía. Fue, de hecho, durante la revolución industrial, más tardía en España que en Inglaterra y Alemania, cuando se estableció que el trabajo de la mujer valía “la mitad”, creándose entonces la brecha salarial que sigue persistiendo hoy en día.
Pero gracias a la orden de Carlos III, las mujeres vuelven a incorporarse y lo hacen a las Reales Fábricas, una “serie de empresas” que dependían directamente del reinato, pensadas para “relanzar” la industria en España. Eran posiciones dentro de empresas de medias, calceteras, botoneras, trabajos que finalmente fueron el “motor” de la industria española. En el siglo XIX se produce un afianzamiento del desarrollo industrial en España, que trajo a las mujeres a las ciudades para poder funcionar como las sirvientas de la nueva burguesía, pero también a ser parte de industrias como el hilo y la tela.
Las trabajadoras también son parte de sectores como el de la ropa blanca, el lavado o el planchado, y Martínez cita a las “importantísimas” asociaciones de planchadoras, que tenían una vida autónoma. “Las mujeres también trabajaban en la industria de los cigarros, de la papelería y la metalurgia”, recalca la sindicalista. No sólo eso: también fueron parte de las huelgas que reivindicaban mejores condiciones salariales, a lo largo de todo el siglo XIX, aunque “lo tenían muy difícil y muchas veces la subsistencia de la familia dependía de ellas”. “Poco a poco, en el siglo XX se incorporan a los sindicatos de clase”, señala Martínez. UGT nace en 1888.
Mujeres sindicalistas en la historia
Junto a Martínez participaron en el encuentro Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT y el secretario general de UGT Castilla-La Mancha, Luis Manuel Monforte, quien resató que “mientras siga habiendo brecha salarial, mientras siga habiendo desigualdades y mientras sigan siendo las mujeres la que se cogen los permisos no retribuidos, UGT continuará reivindicando una igualdad real”.
Cristina Antoñanzas se ha referido a que la figura de la mujer sindicalista no es reciente, si no que “ya desde los años 20 y 30, e incluso en la clandestinidad, las mujeres ocuparon un segundo y un primer plano”. Ha recordado que el acta fundacional de UGT ya hablaba incluso de que las mujeres debían cobrar lo mismo que los hombres. Sin embargo, se mantiene el 19,5% de la brecha salarial y que “son ellas la que siguen teniendo los empleos peor remunerados”, lo cual hace que cuando llega la edad de jubilación esta brecha se incremente al 30%.
Además, han señalado que sólo 132 empresas han registrado sus planes de igualdad, lo que “da cuenta de lo mucho que queda por hacer”. Por otro lado, para Cristina Antoñanzas, la ultraactividad de los convenios, la recuperación de la prevalencia del convenio del sector frente a la empresa y el impacto de la reforma en las condiciones de los trabajadores y trabajadoras de las subcontratas “supondrá un avance en derechos para las mujeres”.