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La Universidad de Burgos es la única de Castilla y León que no prorrogará los contratos de sus investigadores predoctorales

Uno de los edificios principales de la Universidad de Burgos.

Alba Camazón

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La Universidad de Burgos es la única de Castilla y León que no prorrogará los contratos de sus investigadores predoctorales después de que la Junta de Castilla y León y las Universidades de Valladolid, Salamanca y León acordaran prorrogar los contratos hasta cinco meses para paliar los efectos del confinamiento y las restricciones sobre sus investigaciones.

“En la Universidad dicen que no hay dinero y que no va a ayudarnos, que los contratos se terminan”, lamenta Fernando Martínez químico de la Universidad de Burgos e investigador vinculado al sector farmacéutico. Martínez reprocha a la UBU que les deje “tirados” mientras otras universidades asumirán el coste de las prórrogas de los contratos. “Si hubiese elegido la Universidad de Salamanca para trabajar, me habrían prorrogado el contrato. Pero como elegimos Burgos, pues no”, critica.

Los contratos de los investigadores contratados por la Junta terminaron el 4 de julio. Estos investigadores denuncian “discriminación” porque son los únicos contratados por la Junta que, si no han terminado ya el doctorado, tendrán que “trabajar gratis”. Ante esta situación, los investigadores se encuentran en una dicotomía, denuncia otra investigadora, Natalia García: “O realizo los experimentos y me financio yo misma, o algunos puntos de mi investigación se quedan en el tintero”.

Castilla y León se ha negado a financiarlos

El Gobierno posibilitó a los ministerios, autonomías y universidades que prorrogaran los contratos predoctorales hasta cinco meses en caso de que el investigador los necesitase si sus contratos expiraban entre abril de 2021 y abril de 2023. Castilla y León se ha negado a financiarlos a pesar de que el Ministerio y las otras universidades públicas de Castilla y León sí han prorrogado estos contratos.

Según calculan las asociaciones de predoctorales, 150 investigadores podrían acogerse a esta prórroga -75 terminan este curso y otros 75, en 2022-. Si los 150 prorrogaran -algo que ya saben que no va a pasar- costaría, como mucho, un millón y medio de euros. Según explica el portavoz de las asociaciones de predoctorados de Castilla y León, Alberto Macho, la prórroga que financiarán las universidades de Valladolid, Salamanca y León no ha sido automática, si no solo para quienes lo pidieran a título individual, y solo ha afectado a las investigaciones que terminan en 2021, no para las de los próximos dos años. “Los que terminan el año que viene no sabemos qué va a pasar con su contratos, aunque también están amparados por la ley 12/2021”, indica.

Lo que más preocupa a los predoctorados de la Universidad de Burgos es que a varios ya se les ha terminado el contrato. “Me siento bastante agraviada y discriminada”, comenta Noelia Velasco, cuyo contrato también terminó el 4 de julio. “Tengo que depositar la tesis en diciembre o enero y trabajaré gratis, porque no puedes buscar otro trabajo. La tesis te requiere dedicación completa, si me tuviese que mantener por mi cuenta sería imposible entregarla en plazo”, explica Velasco, investigadora en Química Orgánica.

Tampoco los becados por la Universidad de Burgos

Tampoco prorrogarán los contratos de los becados por la propia Universidad de Burgos y que expiran en los próximos meses. Este es el caso de Azahara Salazar, que es de Miranda de Ebro y se pregunta cómo va a vivir en Burgos los meses que necesite antes de depositar la tesis.

Los contratados por la Junta de Castilla y León que trabajen en la Universidad de Burgos y los contratados por la UBU deberán terminar en plazo o trabajando gratis unos meses. Mientras, sus homólogos becados por el Gobierno, por las universidades o incluso contratados por la Junta pero que trabajen en las universidades de León, Salamanca y Valladolid prorrogan sus contratos. La Universidad de Burgos no ha querido hacer declaraciones a este medio y solo destaca que la Junta no ha dado financiación para ejecutar esta prórroga.

La pandemia ha afectado de distinta manera a los investigadores predoctorales y sus investigaciones en función de la rama, no solo durante el confinamiento, si no después, con la paulatina reincorporación a sus puestos de trabajo, como las dificultades para acceder a los talleres, los laboratorios o las bibliotecas.

Salazar investiga el desarrollo humano en el laboratorio del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana. “No tengo 30 esqueletos humanos en mi casa, están en el laboratorio. Tampoco tengo el escáner 3D que necesito, ni el software”, rechaza. Entre el confinamiento y los turnos que hubo en el laboratorio durante varios meses, asegura que no avanzó “prácticamente nada” entre marzo y diciembre de 2020.

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