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Una visita al castillo y el palacio renacentista de Grajal de Campos, joyas del Sur de León

El Castillo de Grajal de Campos, el primero artillero de España.  David Pérez (DPC - CC BY SA 4.0)

Jesús María López de Uribe

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¿Qué hace un castillo artillero perdido en el medio de unos campos de cereal de secano? ¿Y un palacio de estilo renacentista italianizante en una pequeña villa que casi nadie conoce? ¿Y cómo que una torre de una iglesia de planta cuadrada tiene seis lados? ¿Qué hace una villa con dos monumentos nacionales tan poco (o mucho) conocida... tan poco visitada?

Todo eso, y mucho más, puede responderse uno en la segunda etapa de la serie 'Refugios de Verano' que se inició con una visita a la Casa Fuerte de los Quiñones en Riolago, dentro del Parque Natural de Babia y Luna.

Esta vez recomendamos justo el extremo contrario en paisaje y casi en punto geográfico, porque pasamos del norte de la provincia al sureste, pasada la también atractiva Sahagún y en un municipio frontera con la provincia de Palencia, en el inicio de la comarca de Campos.

De hecho, no digan Sahagún de Campos, que se los comerán en la otra villa que también hay que ver; pero como esta serie es de castillos y palacios, gana Grajal una villa que tiene un conjunto histórico artístico de primer nivel; y eso siendo la primera, Sahagún (a secas) otro lugar con una arquitectura fantástica heredera del antiguo Convento de San Benito (la segunda Cluny).

La villa de Grajal de Campos es una recoleta población de dos centenares de habitantes que se halla a 63,8 kilómetros de León capital (a 44 minutos de viaje) y cuenta con un imponente castillo, el primero artillero de España y el Palacio de la familia Vega cuyo primer pater familia, Hernando de Vega fue secretario de Fernando el Católico y su hijo, Juan de Vega, lo fue de Carlos I de España y V de Alemania. La familia terminó emparentando con los Acuña, la flor y nata nobiliaria de aquellos tiempos; ya que ellos también lo eran.

El primer castillo artillero de España

Fueron los dos los que, preparándose para la revuelta de los Comuneros (a favor de los realistas, claro), iniciaron fortificación en 1521, justo a tiempo, sobre otro castillo antiguo en una ligera mota a la entrada del pueblo. “Es un impresionante edificio diseñado por el arquitecto Lorenzo de Aldonza, llevada a cabo entre los años 1517 y 1521, por orden de Hernando de Vega, y finalizado por su hijo, Juan de Vega, primer conde de Grajal de Campos. Tiene planta cuadrangular con 4 torreones donde se emplazaban los cañones de mayor calibre. Está construido sobre un pronunciado talud. Fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931”, cuenta la Wikipedia.​

Los Condes de Grajal

Familia de rancio abolengo “el poderoso señor de Grajal, Hernando de Vega, fue comendador Mayor de Castilla, presidente del Consejo de Órdenes Militares y consejero del Consejo de Indias, su hijo Juan sería presidente del Consejo de Castilla y primer conde de Grajal. Hernando, temiendo la inminente revuelta de Castilla y de León contra Carlos V no esperó la aprobación real para levantar la defensa. Cuando ésta llegó en 1521 el castillo ya estaba concluido. El castillo siguió guarnecido y artillado en los siglo XVI y XVII”, apunta la enciclopedia colaborativa en su entrada. Luego se rellenó de tierra el patio, pero muestra aún su imponente figura con muros al bies como el primer ejemplo español de una fortaleza preparada para resistir asedios y bombardeos, a la vez que estaba diseñada como plataforma artillera.

Ciertamente es un tanto extraño ver un castillo así en una llanura (suelen estar situados en los altos), pero en su momento debía de disponer de un importante glacis defensivo (también llamado 'pie de monte), del que aún quedan restos como parte de la colina en la que está situado.

Es una fortificación cuadrada de 73 metros de lado (88 varas) con cuatro torres en las esquinas y tres plantas. “Antaño estaba aislado por un foso con puente levadizo y porterna de entrada, todo ello actualmente enterrado, sin que se haya encontrado dónde se hallaba exactamente. Según un manuscrito del siglo XVIII, se hallaba en el lado meridional del complejo”, afirman en la entrada de la enciclopedia por Internet.

El Palacio Renacentista italianizante

La otra obra civil importante de los Vega-Acuña fue el palacio renacentista que es una maravilla, una de esas cosas en las que el primer y el segundo condes de Grajal se dejaron los dineros a base de bien. Con un patio de dos plantas totalmente italianizante, renacimiento del 'cinquechento' que recuerda claramente al patio del palacio de los Guzmanes por un lado y la torre del de los condes de Luna en la capital por otro.

El palacio se puede visitar, y sorprende por que por una parte su fábrica de piedra es espectacular, sobre todo la fantástica escalera que se ha terminado de restaurar, las puertas y las pocas yeserías que quedan, y por otra su fábrica de adobe es muy tradicional.ç

Fue una pena que quedara abandonado por completo en los años setenta, cuando se produjo un episodio de desvencijamiento (se perdió la espectacular baranda de madera) y expolio de gran parte del mismo.

Al final el Ayuntamiento de Grajal lo compró por seis pesetas, unos cuatro céntimos de euro, y ha empeñado mucho dinero en restaurarlo. Es una joya maravillosa que todo el mundo debería de conocer y el complemento perfecto del castillo.

La torre de seis lados y cinco esquinas

Pero no todo acaba ahí, sino que también hay que visitar la iglesia de San Miguel y contemplar su torre cuadrada... de seis lados. La villa sorprende por muchos aspectos, ya que su configuración urbana conserva la estructura de su muralla, con la existencia de una de sus cinco puertas.

“De su arquitectura medieval resalta la utilización de arcilla, ladrillo macizo de tejar, dando un aspecto uniforme en texturas y colores con ese color tierra, tan característicos de los pueblos del barro, los pueblos de Tierra de Campos”, cuentan en los textos turísticos.

La Iglesia de San Miguel fue dificada en 1536 en ladrillo, al estilo de las de Sahagún. Es una basílica de gran amplitud con tres naves con arcos rebajados sobre inmensas columnas. En el muro colindante con la capilla del palacio de los Condes de Grajal hay una reja a través de la cual los condes escuchaban misa. El retablo mayor data de 1600, posee esculturas de estilo Gregorio Fernández y varias imágenes del XVI y también es de destacar el retablo de San Sebastián o la Capilla del Crucifijo. Al ser las mujeres Acuña de alta nobleza, los tesoros de su interior adquieren una dimensión apabullante; digna de ver.

Y este es el refugio a pleno sol, entre campos de cereales, en los inicios de la Tierra de Campos que todos conocen por el castillo y pocos visitan; aunque todo el mundo se diga: “Sí, el Castillo de Grajal”... (porque una vez visto se queda grabado en el recuerdo para siempre), “hay que visitarlo”.

Pues esta vez toca visitarlo. Y el Palacio, y la iglesia. Menudo conjunto histórico artístico ahí olvidado (y pregunten ustedes por las bodegas y cómo el pueblo está hueco por debajo; verán qué historias les cuentan los de allí).

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