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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

Oslo, en siete nombres capitales

El parque Vigeland, también conocido como el parque de las esculturas, en Oslo / C.C.

Víctor Saura

En términos estrictamente turísticos, Oslo vive atrapada entre la atracción de Estocolomo, posiblemente la capital nórdica más chic, y el magnetismo de los fiordos de la costa oeste, con cuya exuberancia es imposible que el fiordo de Oslo pueda competir. Sin embargo, la capital noruega es una ciudad con muchas vertientes para disfrutar y descubrir, especialmente en el terreno cultural. Hay varios nombres propios que nos pueden servir de guía.

Edvard Munch: el gran pintor expresionista noruego es la principal referencia cultural de Oslo. Tanto en el Museo Munch como en la Galería Nacional se puede ver su cuadro más famoso, El Grito, que como toda su obra es un fiel reflejo de una vida atormentada por los brotes depresivos que padecía el artista. Munch (1863-1944) pintó varias versiones de El Grito, la más conocida es la que hay en la Galería Nacional, donde afortunadamente el visitante la puede observar con calma durante un largo rato, sin necesidad de estirar el cuello ni pelearse a codazos con una legión de turistas japoneses. El Museo Munch conserva la mayor colección de obras que el pintor cedió a la ciudad antes de morir y vendría a ser una especie de Museo Picasso de la ciudad, pero sin colas ni aglomeraciones.

Gustav Vigeland: coetáneo de Munch, Vigeland (1869-1943) es un escultor poco conocido fuera de Noruega, pero una celebridad en el interior. El parque que lleva su nombre recibe más de un millón de visitantes cada año y no es por casualidad: lo adornan más de 200 esculturas en las que el artista refleja todas las emociones imaginables de la condición humana. Hombres y mujeres de cualquier edad y situación, esculpidos en bronce, granito y hierro forjado, convierten este paseo en un recuerdo imborrable.

Roald Amundsen: posiblemente el explorador más famoso de todos los tiempos, el primero en llegar al Polo Sur y en sobrevolar el Polo Norte, Amundsen (1872-1928) no tiene un museo propiamente dicho en Oslo, pero en cambio sus hazañas son vivamente recordadas en el Museo del Esquí de Holmenkollen. Y este es otro lugar que vale la pena visitar, no sólo por el contenido museístico, que también, sino porque se encuentra dentro de un impresionante trampolín para saltos de esquí (lo han adivinado: durante el invierno en Oslo es posible ir a esquiar en metro). En los meses de primavera y verano, la torre del trampolín se convierte en un fenomenal mirador de la ciudad, y en caso de que a algún temerario le entren ganas de tirarse por la gran rampa, puede matar el gusanillo en el simulador de saltos que se encuentra al pie de la torre. Dicen que la sensación es la misma. Por eso un servidor se abstuvo.

Henrik Ibsen y Edvard Grieg: dramaturgo y compositor son, con Munch, los noruegos más universales. Si alguien quiere penetrar en la personalidad noruega, una buena forma es asistir a una representación de Peer Gynt, obra de Ibsen (1828-1906) convertida en símbolo nacional noruego, y musicada a petición suya por Grieg (1843 a 1903). Peer Gynt, en su versión teatral o simplemente en concierto, es un clásico en la programación cultural de Oslo, pero si no coincide en el momento de su estancia tampoco ocurre nada: siempre se puede hacer una visita guiada por el Palacio de la Ópera, un modernísimo edificio bañado por el fiordo, tanto es así que el escenario principal se encuentra 16 metros por debajo del nivel del mar.

Alfred Nobel: ¿Qué hace un sueco en esta lista? En realidad, en los tiempos de Nobel (1833-1896) Noruega había pasado a formar parte del Reino de Suecia, como castigo por el apoyo que Dinamarca, a quien estaba anexionada, había dado a las invasiones napoleónicas. Y, por algún motivo nunca del todo aclarado, el inventor de la dinamita dejó establecido que uno de los cinco premios que llevarían su nombre lo concedería la ciudad de Oslo. Nada menos que el de la Paz. Esto hace que también en la zona portuaria de la capital noruega (la más céntrica y agradable de recorrer a pie) se encuentre el Centro Nobel de la Paz, donde el visitante puede inspirarse con los valores de muchos de los hombres y mujeres que a lo largo de los años han recibido este reconocimiento. Obviamente, en la lista de galardonados hay más de una biografía polémica… por la que en el centro se pasa de puntillas.

Jo Nesbø: el creador del detective Harry Hole es hoy el escritor noruego más mundialmente leído. En Cataluña y España, Nesbø (1959) tiene una legión de fans, como se comprobó en su reciente visita a Barcelona con motivo del día del libro. Casi todas sus novelas tienen lugar en Oslo, con lo cual era inevitable que apareciera una ruta Nesbø por Oslo. Existe desde hace un par de años y su recorrido, de dos horas a pie, transcurre por los hoteles, restaurantes, plazas y calles más recurrentes del universo Harry Hole; también pasa por el Palacio Real y el Palacio de Justicia, y seguramente su punto álgido, por inquietante y truculento, sea su entrada al cementerio Vår Frelsers Gravlund, donde, por cierto, se encuentran también las tumbas de Ibsen y Munch.

Vueling ofrece varios vuelos semanales desde Barcelona a Oslo.

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