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Lugar de llantos, de lágrimas, de súplicas, de abandonos, de acogimientos, de resurrecciones, de miedos, de incertidumbres, de alegrías, de creencias, de estudios, de eventos, de curaciones, de envidias, de ayudas, de consuelo y de crueldad, con batas que se mueven como danzas contemporáneas, vestidos todos blancos, verdes o naranjas, largos o cortos, con mangas o sin ellas, con fonendoscopios al cuello, afortunados bordados en los bolsillos, todos ellos con una creuz en el pecho signo de todo y de nada. ¿Habéis visto este hospital?
Begoña Calomarde Mord, auxiliar administrativa de admisiones de Urgencias del Hospital Materno de Vall d'Hebron, escribía este poema hace más de 12 años para despedir a un compañero. Ahora el centro lo ha recuperado con motivo del 60 aniversario del hospital.
El Hospital Vall d'Hebron se ha convertido en un centro referente de la sanidad catalana y ha sido referente en muchos otros lugares del mundo que han hablado de él en momentos tan importantes como cuando un equipo del centro hizo el primer trasplante completo de cara al mundo. Es el hospital de referencia de los catalanes, donde, como explica el doctor Miquel Vilardell, “es la última estación donde los catalanes pueden ir”.
Sesenta años dando asistencia
En 1947 se construía este hospital pero no abriría sus puertas hasta ocho años después, en un momento en que una Catalunya inmersa en una dictadura y que padecía fuertes carencias de servicios sanitarios públicos, comenzaba a abrirse un poco económicamente. En 1955 fue inaugurado el centro principal, llamado entonces Residencia Sanitaria Francisco Franco, que funcionaba como centro abierto, sin plantilla médica fija y que atendía principalmente a los enfermos quirúrgicos. Un edificio de 13 pisos de altura.
Lola Garrido, vecina de Horta y paciente de Vall d'Hebron desde hace muchos años, recuerda que el padre de su marido fue operado del apéndice cuando Vall d'Hebron acababa de abrir. Luego fue operado su marido y más adelante incluso ella. “Subíamos al Vall d'Hebrón con el autobús número 19 y cuando llegó el metro todo cambió. Qué riqueza poder ir en metro, estás en 10 minutos”, relata esta vecina a Catalunya Plural mostrando los cambios que quedan impregnados al paso del tiempo.
El nombre de Residencia quedaría grabado en la mente de muchos vecinos del barrio de aquella época que aún hoy llaman así el hospital, a pesar de que cambiara de nombre en el 75. “Quizás tardan un año en atenderemos pero en la Residencia me lo solucionan todo”, comentaba hace poco una vecina en una zona cercana del hospital. Una declaración que escuchó Carme Roig, directora de hostelería de Vall d'Hebron y una de las trabajadoras que más años lleva en el hospital.
“Llegué el 19 de diciembre de 1974 como enfermera del centro grande de quemados”, explica Roig a Catalunya Plural. “Fue una experiencia muy grande para mí, era un gran centro”, explica. De aquella época recuerda el buen ambiente entre los trabajadores, que dice, eran todos muy jóvenes.
Unos años antes de que Carmen llegara, hacia los sesenta, el hospital disfrutó de un fuerte desarrollo con la creación de nuevas áreas de diagnóstico y tratamiento y un nuevo modelo que incluía nuevos centros especializados y espacios de apoyo. En concreto el 66 y el 67 se abrieron los centros maternal infantil y el hospital de traumatología y rehabilitación. Un avance que como explica Vilardell, con la llegada del doctor Agustín Pedro y Pons en el 68, supuso pasar de tener un centro sólo quirúrgico a uno médico quirúrgico. Esta evolución acabó de tomar forma el 71 con la vinculación de la Universidad Autónoma de Barcelona, momento en que se convierte en hospital asistencial quirúrgico docente.
Vall d'Hebron se transformó muy pronto en una instalación sanitaria de atención integral de referencia dentro de la red hospitalaria pública del estado. Al 68 acogió la primera promoción de médicos internos y residentes (MIR), fue el segundo centro autorizado en toda España, después de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid.
A pesar de ser siempre el centro de referencia y evolucionar tan positivamente, también pasó por momentos difíciles. Josep Martí, ex director asistencial del Vall d'Hebrón, recuerda las huelgas de médicos residentes que hubo en todo el estado en los años 70 y que repercutieron en el centro catalán, donde estos médicos reclamaban mejoras en las condiciones laborales y que provocó, como explica él, despidos, algunos temporales.
A finales de los años 70 y los 80 también fueron complicados por la alta afluencia de pacientes, que a la espera de que abriese el Hospital Can Ruti en Badalona o el de Bellvitge en L'Hospitalet de Llobregat, se iban acumulando en los pasillos de Vall d'Hebron. “A pesar de estas cosas y mucho trabajo, muchas horas de guardia, lo recuerdo como años muy buenos. Nos gustaba el trabajo, íbamos al hospital contentos y hacíamos amigos, éramos muy jóvenes”, recuerda Martí a Catalunya Plural.
La integración de Vall d'Hebrón al nuevo modelo sanitario en democracia
Los años y la sociedad se iban transformando y también lo hacía Vall d'Hebron. Cuando Catalunya adquirió las competencias en materia de salud creó sus propios organismos de gestión, así en 1983 nacía el Instituto Catalán de la Salud (ICS), ente que desde entonces gestiona el Vall d'Hebrón y los hospitales de referencia en Catalunya. También fue durante la transición cuando definitivamente adquirió el nombre de Hospital Universitario Vall d'Hebron.
El Hospital fue desarrollándose y como explica Carmen, profesionalizando cada vez más. “Años atrás recuerdo auxiliares de quirófano que casi no sabían leer, hoy esto es impensable”, comenta a Catalunya Plural. De hecho, Jordi Colomer, ex gerente del hospital, recuerda que Vall d'Hebrón fue “capital” por el desarrollo de profesionales y por la innovación y dice que según él la sociedad “no lo ha reconocido de forma fehaciente”
Con la consolidación de los tres centros que formaban el hospital y la puesta en marcha de nuevas unidades, como la del Ictus en el 2002 o el programa neonatal el mismo año el hospital fue adquiriendo aún más la reputación de excelencia y referencia que hoy tiene. “Se convirtió en un hospital de referencia para toda Catalunya, ha tenido un gran valor para el territorio y ha dado confianza a mucha gente”, explica el doctor Vilardell.
“No me iría a otro lugar diferente que no fuera Vall d'Hebrón ni que me pagaran”, dice Carmen que escucha decir a algunos de los vecinos, y que ve cómo hablan del centro con mucho “orgullo”.
Síntoma de este avance es el reconocimiento de Vall d'Hebrón como referente en procedimientos terciarios de alta complejidad, referente estatal en más de veinte grupos de patologías y referencia en Catalunya en quemados, lesiones medulares, pol·litraumes, síndrome de Marfan, enfermedades intestinales, esclerosis múltiple, neonatología y cirugía fatal.
Vall d'Hebron, un hospital con más de 20 edificios
Cámaras y más cámaras, de estar, de dormir, de recuperarse, de morir, de no morir, de trabajar, de discutir, de explorar, de diagnosticar, de fumar, de desayuno, de escribir, de risa, de sufrir, de descansar, de guardar, de comer, del café, de los vivos y de los muertos.
Camas blancas, altas, grandes, pequeñas, móviles, cómodas, incómodas, llenas, vacías, deshechas, para hacer, camas esperadas, camas anheladas y camas sacrificadas.
Cojines grandes, cojines portadores de sueños, de pensamientos, de palabras, cojines donde apoyan los insultos, los agradecimientos, los miedos, las lágrimas, las pasiones, cojines donde se esconde lo que no se dice. Así es como sigue el poema de la Begoña y que describe cómo es este centro.
Vall d'Hebron se ha convertido en el hospital más grande de Catalunya. Más de 22 edificios y 7.000 profesionales. Más de 1.000 camas a disposición de los enfermos y 45 quirófanos. Cuenta también, hoy, con tres áreas de urgencias y 381 consultorios. Vall d'Hebrón atiende a una población de referencia de más de 450.000 usuarios y cuenta con un presupuesto anual aproximado de más de 560 millones de euros.
Momentos importantes para el hospital
Son muchos los procedimientos punteros que ha protagonizado el centro. En 1970 se hizo la primera hemodiálisis pediátrica de toda España, y en 1981 el primer trasplante de riñón pediátrico de todo el estado. Unos años más tarde, en 1990, un equipo médico del Hospital hacía el primer trasplante de pulmón en toda España. En 2006 se creó el Instituto de Oncología del Vall d'Hebron, uno de los centros de referencia sobre el cáncer.
En 2011, hace tan sólo cuatro años, este centro inauguró la nueva UCI pediátrica, considerada la mejor en Europa en cuanto a tecnología y organización. Unos años antes, en 2009, había implementado uno de los sistemas informáticos más avanzados en el mundo que permitía a los profesionales acceder de forma inmediata y segura al historial de cada paciente y disponer de todas las pruebas en formato digital para tener información clínica en una única plataforma de trabajo.
Pero uno de los momentos más recientes que recuerdan muchos ciudadanos es el primer trasplante completo de cara al mundo que practicó un equipo multidisciplinar del centro catalán. El receptor fue un joven que había sufrido una deformidad grave en la cara causada por un traumatismo y que le impedía respirar por la nariz y la boca y que le dificultaba deglutir y hablar. Medios como el Washington Post o la BBC hablarían ese día en un lugar destacado de sus medios sobre esto.
El día en que las medidas de austeridad llegaron a Vall d'Hebron
El 2010 vino plegado de medidas de austeridad, ocasionadas por una grave crisis económica que estalló un par de años antes, y que afectaron de forma directa en el sector de la salud en toda Catalunya. Hospitales como Vall d'Hebron vieron cómo se reducía su presupuesto, cerraban camas y quirófanos durante las vacaciones y se dejaba de contratar a nuevos profesionales. Fueron momentos difíciles que se traducirían en una presión asistencial cada vez mayor, acumulación de pacientes en las urgencias o en largas esperas para operarse o para tener hora con el especialista.
“Las medidas de austeridad han comportado que aunque el hospital haya envejecido no se hayan podido hacer los cambios necesarios. En otras épocas se hubiera planteado pero eso ahora no se puede hacer”, lamenta el doctor Vilardell.
Carmen también lamenta esta época y recuerda que en 2000 y 2001, cuando eran momentos mejores, en la noche de Navidad dieron langosta para cenar a todos los enfermos. “Íbamos bien de presupuesto, ahora en cambio esto no se ha podido repetir”, explica.
“Entiendo que todo el sistema sanitario catalán ha sido presionado por las restricciones económicas y no sólo Vall d'Hebron y aún perduran”, comenta por su parte Colomer.
Pero termina recordando algo en lo que todos los entrevistados están de acuerdo: “en cualquier caso, por lo que recuerdo, conocimiento y ganas de saber responder a las adversidades de cualquier tipo en el Vall d'Hebrón tienen, saben cómo resolverlo. Sólo hay que echar un vistazo a su actividad clínica.”
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