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Judit, Joan y Gemma: tres enfermeros obligados a emigrar por culpa de la precariedad

Cerca de mil enfermeras en todo el estado se van cada año a trabajar a otro país

Caralp Mariné

Judit hace un año que vive en Oxford. Se marchó de Catalunya para poder dedicarse y ganarse la vida haciendo lo que más le apasiona: la enfermería. Hacía cuatro años que se había graduado y desde entonces tenía trabajo en el Hospital del Mar, donde sufría una situación muy precaria. “Firmaba contratos temporales, de un mes o incluso de semana en semana. Yo hacía cuatro años que estaba así pero tenía compañeros que llevaban 10 y veía imposible que mi situación pudiera mejorar pronto”, explica.

Por las mismas razones se fue hace casi tres años Gemma Bou a Londres. En Catalunya, una vez graduada había realizado una sustitución de tres semanas en el Hospital Vall d'Hebron. Cuando se le acabó el contrato se dio cuenta de que no había trabajo y mucho menos un trabajo estable para una enfermera. “Muchas amigas hacían de auxiliares o iban a trabajar a geriátricos. Yo no quería eso”, relata Bou.

Ninguna de ellas se lo pensó dos veces. No son las únicas que han emigrado a otros lugares para poder ser enfermeras. Aunque no hay cifras exactas, sólo en 2015 el Colegio de Enfermeras y Enfermeros de Barcelona (COIB) realizó más de 600 consultas para ayudar a enfermeras a tramitar la documentación necesaria para irse a trabajar a otro país. De hecho, El Consejo General de Enfermería calcula que desde 2010 han salido de España 5.000 enfermeras para trabajar en el extranjero. Y aunque se trata de un fenómeno que comenzó a darse en los años 90, es desde la crisis económica que ha cogido fuerza: cerca de mil enfermeras marchan cada año de España a trabajar en otro país.

“Una sociedad que quiere estar bien cuidada debe cuidar a sus enfermeras”. Así de contundente responde Núria Cuxart, decana del Consejo de Colegios de Enfermeras y Enfermeros de Catalunya sobre las consecuencias de este problema. Cuxart cree que la falta de contratación estable en este sector es uno de los principales motivos que lleva a los profesionales a irse del país. “La enfermera busca estabilidad laboral y proyección profesional”, apunta. Dos factores que difícilmente encuentran aquí.

Más apoyo en el extranjero

El día en que Gemma se marchó a Inglaterra lo hicieron unas cuantas enfermeras más ayudadas por el Colegio. Una de las cosas que más le impactó al incorporarse a su nuevo puesto de trabajo fue la ayuda y formación que recibió. “Aquí siempre tienes apoyo, siempre hay alguien a tu lado, en Catalunya en cambio te tiran a los leones el primer día”, explica ella. Judit también se aprovechó de los programas de acogida para enfermeros que ofrecen en este país y agradece todo el acompañamiento que tuvo los primeros días. Lo que más valoran, sin embargo, es que desde entonces disfrutan de un contrato fijo y de la posibilidad de mejorar como enfermeras. “Aquí tienes posibilidad de cambiar de área, es muy sencillo. Yo incluso he cambiado de hospital ”, explica Judit.

“En Inglaterra las enfermeras tienen más posibilidades de progresión profesional. Allí tienen proyección clínica y la enfermera tiene un reconocimiento por parte de los responsables del sistema de salud”, explica Cuxart, para diferenciarlo de lo que pasa aquí.

Prueba de que este no es un fenómeno nuevo –aunque haya incrementado debido a la crisis– es el caso de Joan Pons. Se fue en 2000 a Inglaterra. Aunque hace ya 16 años que tomó esta decisión las motivaciones que le llevaron a emigrar son casi las mismas que las de Judit o Gemma. “Cuando empecé a estudiar nunca pensé que terminaría en Inglaterra, siento frustración por no haber sido enfermero en Catalunya, pero al menos doy gracias por haber sido enfermero”, explica en declaraciones a El Diari de la Sanitat.

Trabajar en Inglaterra le ha permitido crecer profesionalmente y explorar distintas áreas de la enfermería. Ha pasado por diferentes departamentos de hospital y ahora trabaja en la primaria.

El Reino Unido, el principal destino

Tanto Joan, como Gemma o Judit escogieron el Reino Unido como destino. De hecho, según los datos del Colegio de Enfermería de Barcelona este es el destino sobre el que se hacen más consultas. De las 635 hechas al respecto el año pasado, 395 hacían referencia al Reino Unido. Por detrás, y con mucha diferencia, se sitúan las 44 consultas realizadas en general para toda la Unión Europea (UE), 24 para Noruega, 19 para Francia y 19 para los Estados Unidos, 14 para Australia o 13 para Irlanda, por poner algunos ejemplos .

Según Cuxart, las enfermeras catalanas y españolas están muy bien valoradas en otros países, sobre todo en Gran Bretaña, porque tienen conocimientos sobre el sistema de salud que son también útiles para el sistema que tienen allí. Lo mismo ocurre con los países nórdicos, por ejemplo, cuenta ella, pero allí la barrera idiomática es muy grande, y por lo tanto, muchas acaban decantándose por viajar al Reino Unido.

Que las enfermeras españolas son buenas candidatas para el sistema nacional de salud público británico, el NHS por sus siglas en inglés, lo afirma incluso Ignacio Santos, un profesional que se dedica a contratar a enfermeros para el servicio de atención primaria inglés. “Las enfermeras españolas son muy demandadas en el NHS, ya que en sus estudios de cuatro años de enfermería dedican muchas horas a prácticas donde aprenden a tratar con pacientes”, afirmaba en una información en 2015 sobre este tema en el diario The Guardian.

Cuando irse es casi una obligación

Pero no todo son ventajas. Cambiar de país, aprender una lengua nueva y aclimatarse son a menudo retos que cuesta superar. “Antes de venir hay que prepararse para el cambio cultural, aquí la cultura es mucho más cerrada. Es un lugar más deprimente, y hay que aprender inglés ”, describe Joan.

En su caso asegura además que cuando llegó hace 16 años en el país anglosajón le costaba entender los valores que imperaban en el sistema sanitario. “En algunos momentos no me dejaban ser el enfermero que quería ser, antes se fijaban más en los números y los resultados, por suerte se hizo un gran cambio en este sentido, y la enfermería me volvió a enamorar”, explica.

Otra de las frustraciones a las que se enfrentan estos profesionales hace referencia a las ganas de volver. Ninguno de ellos se marchó porque tuviera ganas de hacerlo. “Tengo ganas de volver pero cuando sea el momento. Me fui disgustada por no poder ejercer en Catalunya, no quería. Y si me saliera un trabajo fijo en urgencias volvería”, asegura Gemma.

Judit también quisiera volver algún día, pero asegura que antes le gustaría que se solucionara el problema de organización que sufre el sistema. “En Catalnya tenemos un problema muy grande de despilfarro de dinero en los hospitales”, asegura.

“Enfermera que marcha, enfermera que pierde la población catalana. Como sociedad invertimos en su formación y después no lo aprovechamos”, denuncia Cuxart. Esta profesional cree que una forma para desbloquearlo sería confiando en las enfermeras. “Tenemos un sistema de salud que no apuesta de forma contundente por las enfermeras dentro del sistema sanitario”, asegura.

“Si me hubiera quedado en Catalunya, no me habría podido realizar como enfermero, ni formar una vida: casarme o tener hijos. Me hubiera podido quedar en mi casa, continuar haciendo suplencias, pero hubiera tenido que seguir viviendo con mis padres, y yo quería algo más de la vida”, reflexiona Joan, quien lamenta que esta sea la situación de muchos jóvenes que aún hoy viven en Catalunya.

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