25-N. Más que palabras
El 25 de Noviembre se ha convertido en una de las fechas que marcamos con fuerza en nuestro calendario. Año tras año salimos a la calle para reivindicar más que palabras. Clamamos contra una losa demasiado pesada en una sociedad avanzada. El machismo sigue destilando su violencia inexorablemente entre los pilares de nuestra democracia. El número de mujeres muertas a manos de sus parejas o sus ex parejas se cuentan por miles y, lejos de convivir en una sociedad en la que la violencia contra la mujer se haya convertido en un enemigo común contra quienes maltratan o asesinan, nos encontramos ante una evidente involución, una corriente execrable que niega esta nauseabunda realidad. Son quienes venden el discurso de que la violencia de género es una cuestión política.
Por poner un ejemplo, un estudio reciente muestra que uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género es un invento ideológico y solo uno de cada tres adolescentes reconoce que la violencia psicológica y el control también forman parte de la violencia de género. Estos datos resultan estremecedores, especialmente al tratarse de edades tan tempranas. La adolescencia es una etapa clave en la formación de una persona, por ello es tan importante formar a las nuevas generaciones en estos valores, frente al altavoz envenenado de la extrema derecha, que no solo niega la realidad, sino que cuestiona sistemáticamente la legislación que hemos ido aprobando.
También hace unos días, un concejal de Vox solicitaba la retirada de unas jornadas de concienciación sobre la violencia contra las mujeres . “Dejen de invertir en estas gilipolleces que lo único que están provocando es enfrentamiento entre los sexos, entre las personas, y manipulando a las niñas y las chicas para que denuncien a los chicos, y acabar con la familia”, afirmaba. De estas palabras se desprenden muchas cosas. La primera, el blanqueo sistemático de la violencia machista por parte de la ultraderecha y, la segunda, y como él mismo expone, la inversión de dinero público en políticas de igualdad.
Falta mucho camino por recorrer, pero si de algo puede enorgullecerse el Partido Socialista es de incluir el feminismo en el diseño de políticas públicas, de apostar por políticas de Igualdad y de ser pionero de leyes como la Ley Integral contra la Violencia de Género, la Ley de Igualdad Salarial o políticas específicas como la equiparación de permisos de paternidad y maternidad. Es innegable que el trabajo colectivo durante los últimos años ha favorecido la concienciación de un grave problema que merma la calidad de nuestra democracia y nuestra sociedad. Sin embargo, solo en el año 2021, 37 mujeres han sido víctimas de asesinatos machistas en nuestro país. Desde que hay registros, la cifra asciende a 1.118. Hay 323 menores huérfanos porque sus madres fueron asesinadas a manos de sus parejas o exparejas (violencia vicaria). Estos datos dejan patente que la implicación de instituciones y sociedad civil en esta lucha no puede cesar.
Conjuntamente y también con la complicidad de los hombres, debemos aspirar a erradicar los “feminicidios”, la expresión más cruel de la violencia hacia las mujeres, pero para ello, es necesario atender a muchas otras cuestiones que conforman la base y son el caldo de cultivo de esta lacra social. La violencia simbólica que definió el sociólogo francés Félix Bordieu es un claro ejemplo pero también la violencia estructural que agranda las desigualdades de oportunidades entre hombres y mujeres en la vida pública. Este tipo de violencia, impulsada por parámetros patriarcales y de dominación sistémica del hombre hacia la mujer deben ser aplacados. Aplacados sin excusas y aplacados desde las instituciones públicas.
Porque de estos esquemas estereotipados e imaginarios machistas nace el miedo por volver solas a casa, se sigue pagando a mujeres por prestar servicios sexuales o nuestros cuerpos siguen mercantilizados e instrumentalizados bajo el concepto vientre de alquiler. Por eso, nuestro horizonte feminista trabaja por abolir la prostitución, prohibir la gestación subrogada, renovar el pacto de Estado contra la Violencia de Género, mejorar la atención a las víctimas de violencia machista especialmente en las zonas rurales o atender nuevos modelos de violencia como la violencia de género digital.
El día 25 de Noviembre volveremos a salir a la calle para gritar que queremos más que palabras. Queremos actos tangibles que se materializan sin una víctimas más, sin la prostitución y la trata, sin la manipulación, sin el machismo consentido, sin el uso de la ideología de género y con la presencia de mujeres en las esferas de poder y tomas de decisiones. En definitiva, sin ningún tipo de violencia hacia la mujer y consecuentemente, con una igualdad real y efectiva. Nunca, ni un solo día del resto del año, olvidamos por qué mantenemos nuestra lucha. Es una de nuestras señas de identidad. Así lo demuestran a diario nuestras compañeras y compañeros de partido, el movimiento feminista, las agentes de igualdad, las concejalas de Igualdad y todas las instituciones en las que gobernamos.
El día 25 de Noviembre volveremos a salir a la calle para demostrar el poder transformador del feminismo. Para demostrar que las mujeres no somos sujetos pasivos, que nos levantamos desde hace décadas ante cualquier injusticia por el hecho de ser mujer. Saldremos a la calle para que las nuevas generaciones sigan nuestro camino, el de sus madres, el de sus abuelas, y comprendan que nuestra lucha conjunta abrirá paso a una sociedad más justa, que nos diga que las víctimas no están solas.
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