BOTÓN DE ANCLA

Pola-polarización, de calidad y barato


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Jeffrey Epstein estaba hablando de otro Donald Trump”, aseguró la portavoz de la Casa Blanca. Karoline Leavitt, sin que le temblara el pulso, a raíz de la publicación de un e-mail que incrimina al presidente de EEUU (un poco más) en la trama del pederasta. Lo publicó News Thump. Por supuesto, es mentira. Es una de tantas webs con noticias falsas, y que hace tiempo que perdieron su razón de ser. No se distinguen de un medio serio (a veces, incluso, se acercan más a la verdad) y a la gente casi que le da igual la realidad. Kellyanne Conway, asesora del inquilino de la Casa Blanca durante su primer mandato, y pionera en el arte de la extreme fake, defendía la existencia de “hechos alternativos”, es decir, una versión de la verdad que se saca uno de la manga sabiendo que habrá quien se la compre. Al final, si no nos ponemos de acuerdo ni en lo que es la realidad, es imposible ponerse de acuerdo en nada. Y como se suele decir, a falta de plan, buenas son tortas. Que es como, si seguimos así, vamos a acabar.

Leo por ahí —no recuerdo dónde— que en España hay mucha polarización. La verdad, no sé de dónde lo habrán sacado. Lo curioso es que el que lo dice, un periodista, confiesa que es la consecuencia de una sociedad que no escucha. Una cosa es lo que dice y otra lo que quiere decir. El tipo está convencido de que el problema no es que no se escuche, así, en general, sino que no le escuchamos a él, quien, afortunadamente, no cae en esos vicios y siempre habla con razón. Es su opinión y la comparte. Y se queda tan pancho. Con dos güevos, como los que le tiraron a Rubiales. Pero no está solo. Está por ver que alguien levante la mano y diga que contribuye al clima de crispación como hago yo. Quiero decir que contribuyo, no que levante la mano, porque en una cosa coincido con ese colega de cuyo nombre no me acuerdo: yo también soy la solución y no asumo mi parte de responsabilidad.

Otros, y de este sí me acuerdo, llevan su delirio mental a unos niveles a los que hasta para la psiquiatría es terra ignota. Me refiero a Pedro Naranjo, el epítome del periodista cuyo único mérito es ser el mejor haciendo la croqueta delante de quien le eche de comer. Lo peor del Ayusismo. Lo soltó el otro día en En boca de todos, un programa en el que es difícil ser el más facha, pero él deja al segundo a kilómetros de distancia. Con esa querencia que tiene a las frases tan rimbombantes como huérfanas de contenido, aseguró que el problema ya no era ser de derechas ni de izquierdas, “sino de demócratas y antidemócratas”. Él, si no le entendí mal, se situaba entre los primeros. Como ya le condenaron una vez por mentir y no creo que vaya a reincidir, a lo mejor es como lo de que Epstein se refería a otro Trump: es imposible saber si es un chiste o no. Me refiero a lo que dijo Naranjo, no a él. De lo segundo no hay duda, es un chiste que camina.

En su misma línea está el director de El MundoJoaquín Manso. En un artículo sobre el Fiscal General, el responsable del bulo que originó todo el lío —a cinco columnas saló a defender el defraudador confeso con una artículo que era mentira, pero quien paga manda— decía que, a propósito de este despropósito, que “en la batalla moral, ocurra lo que ocurra, nos sentimos ganadores”. Hechos alternativos y a tomar por culo. Ni se esconden.

Con lo del fiscal general hemos visto estos días que, para polarizar, nada ni nadie como los periodistas. Pero, como la historia la escriben ellos, siempre les sale que la culpa es de un político de la oposición. Antes, con todas las cartas de una vida, se les ponía unas tapas duras y nacía un libro de memorias. Con lo de Álvaro García Ortiz ha bastado un e-mail para que salgan diez novelas. Elegir bando es como aquellos libros de “vive tu propia aventura”. Lo que se juzga, en realidad, no es si se filtró o no el correo de un ciudadano anómimo, largo de mano y escaso de vergüenza protegido por todo el apparatchik de la Comunidad de Madrid, sino la capacidad de la banda de la Quironesa y los suyos para modificar la realidad. Hay mucha publicidad institucional en juego. Si es absuelto, automáticamente muchos, muchas y muches de los compañeros de profesión que llevan meses haciendo méritos a ver si cae algo con el futuro gobierno verán cómo horas y horas de tertulias se las tienen que comer con patatas. Y si se le condena, pues lo mismo para los otros.

Es poco probable que seis periodistas de distintos medios se hayan puesto de acuerdo para salvarle el culo a Álvaro García Ortiz

Es poco probable que seis periodistas de distintos medios se hayan puesto de acuerdo para salvarle el culo a García Ortiz, por mucho que el juez Hurtado no quisiera tenerlos en cuenta. Las fechas de los borrados tampoco coinciden, o al menos no tanto como a algunos les gustaría, y, desde luego, son tantos los sospechosos que habrá que dedicar otro juicio para ver por qué la UCO no los tuvo en cuenta. Lo que hay que demostrar es que el acusado es culpable y, en caso de duda, pro reo. Será suficiente para que algunos pasen página para decir que es culpable, pero no quedó acreditado, porque, pase lo que pase, seguirán queriendo comer caliente.

Lo curioso es que dudo que la sentencia vaya a acallar la polémica. Salvo que los siete magistrados coincidan en que no hay el menor indicio o todo esté tan claro que solo cabe una condena, cada cual encontrará motivos para no bajarse del burro. Un 4-3 o un 5-2 en cualquier sentido y el juicio habrá servido para absolver o condenar, pero no para rebajar la polarización. Y si se rebaja, ya inventarán algo —los otros, siempre los otros— para seguir cavando nuestra fosa como sociedad.