València visibiliza el rechazo a la islamofobia con el 'Iftar de la Concordia'

Laura Martínez

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Cerca de medio millar de personas se han reunido este viernes en València para celebrar un acto por la diversidad religiosa y cultural coincidiendo con el fin del ayuno del Ramadán. Entidades sociales han convocado un 'Iftar de la Concordia' una ruptura del ayuno colectiva con personas de diversas confesiones religiosas, que se suman a la celebración comunitaria tradicional de la cultura islámica.

València es la primera gran ciudad europea en organizar un acto de estas características, según apuntan Jovesólides, el Centro Cultural Islámico de Valencia y Casa Marruecos, las promotoras del evento. Las organizaciones han tenido que trasladar la iniciativa, que iba a celebrarse en la Plaza de la Virgen, junto a basílica, a la Plaza del Ayuntamiento, a menos de dos días de la celebración, para facilitar el desarrollo del Via Crucis Diocesano, “un acto litúrgico que nos hubiese gustado compartir en las inmediaciones de la Basílica”, han apuntado.

El acto, que ha recibido apoyo de la Generalitat Valenciana, la Diputación de Valencia y el Ayuntamiento, ha venido acompañado de una cena grupal y la actuación del grupo Issawa, de música suní. Antes de la ruptura del ayuno y de la llamada a la oración, las entidades han leído un manifiesto contra los delitos de odio y en favor de la diversidad. “Repudiamos el más pequeño rastro de fanatismo, ya sea de corte cultural, político o religioso, venga de donde venga. Censuramos todos aquellos obstáculos que hasta ahora han impedido avanzar en el camino hacia el encuentro sincero que hubieran hecho posible esta paz y convivencia solidaria que soñamos”, han apuntado las organizaciones.

El texto colectivo urge “a toda la clase política española y europea a iniciar un diálogo sincero y a poner todo su empeño en la generación de un escenario sociopolítico que permita el cese inmediato de cualquier tipo de hostilidad intercultural”. “Todos somos responsables de esta sociedad que estamos construyendo; debemos poder sentarnos como hermanos y hermanas, tender puentes de diálogo interculturales que resuelvan cualquier diferencia”, continúa el manifiesto. “Es fundamental reconocer el valor supremo de la vida y también el derecho a la individualidad de cada ser; consiguiendo de esta manera una sociedad más rica y plural que permita que florezcan todas las dimensiones del ser humano y den sus frutos para el bien común”, concluye.