Cinco motivos por los que meter siempre alimentos de temporada en tu cesta de la compra

Por qué comer alimentos de temporada.

Marta Chavarrías

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¿Comer naranjas en verano, melón en invierno o fresas durante todo el año? Antes de que la globalización y de que la conservación de alimentos fuera algo común y nos permitiera tener acceso a todo tipo de alimentos durante todo el año, esto era prácticamente imposible. Seguir una alimentación de acuerdo con la temporada del año en la que se estaba –primavera, verano, otoño o invierno– era algo habitual, normal y, además, tenía ciertos beneficios. 

Qué son los alimentos de temporada

Los alimentos de temporada son los que se compran y consumen en la época en que se cultivan. De hecho, el cambio de estaciones no solo marca un cambio en nuestro armario y en la temperatura ambiental, sino que además es una transición hacia nuevos productos, recién cultivados y diversos que deberíamos añadir, sin dudarlo, a nuestros platos y recetas.

Los alimentos de temporada son, en definitiva, aquellos alimentos frescos que están listos para consumir durante su estación preferida. El frío del invierno, por ejemplo, no es nada amigo de las fresas, y el calor del verano no ayuda para nada a alimentos como la lechuga, la escarola o la rúcula, pero sí es un gran aliado de los pimientos, los tomates o los pepinos.

Aunque también el pescado y el marisco pueden ser 'de temporada', principalmente hablamos de frutas y verduras. 

¿Por qué esta opción no solo es una manera deliciosa de ayudar a nuestro cuerpo, sino que nos auxilia muchas veces en la economía doméstica y favorece al planeta? ¿Cómo podemos saber si un alimento es de temporada o no?

Ventajas de de los alimentos de temporada

Cuando elegimos comer lo que está de temporada no solo complacemos nuestro paladar, sino que también le estamos dando a nuestro cuerpo un regalo saludable. Veamos en detalle todas estas ventajas.

Son alimentos más frescos y su valor nutricional está en pleno apogeo

Los productos de temporada conservan mejor sus propiedades nutricionales, sabor y aromas. Buena parte de que esto sea así es que se respeta más su ciclo natural de desarrollo, sin necesidad de forzar el proceso de maduración con el uso de cámaras refrigeradoras, lo que explicaría en buena parte por qué la concentración en nutrientes suele ser más alta.

Lo demuestran investigaciones como esta publicada en Journal of the Science of Food of Agriculture, según la cual la vitamina C encontrada en las espinacas en invierno, que es cuando se recolectan, es significativamente más alta (436 mg/kg) que en la detectada en las espinacas recolectadas en verano (180 mg/kg). 

Las frutas y verduras que se dejan madurar de forma natural y se consumen poco después de cultivar contienen mayores niveles de vitaminas, minerales y antioxidantes que aquellos que han tenido que viajar y recorrer largas distancias y tienen que permanecer en las cámaras frigoríficas durante largos periodos de tiempo. 

Algunos antioxidantes como la vitamina C, el folato y los carotenos disminuyen rápidamente si se almacenan durante períodos largos de tiempo. 

Mayor sabor

Es difícil no estar de acuerdo en este punto: comprar productos en el momento adecuado del año permite, como ya hemos visto, que maduren de forma natural, lo que significa que el resultado sean frutas y verduras llenas de sabor y ricas en nutrientes.  

En cambio, y en la línea con el punto anterior, la refrigeración y la maduración artificial (con la ayuda de productos químicos y gases) a la que se someten los productos para que podamos acceder a ellos durante todo el año reducen el sabor y disminuye el dulzor que tienen los productos recién cultivados. 

Dado que recorren largas distancias, se cosechan mucho antes de que alcancen su punto máximo.

Suelen ser más asequibles (aunque esto no siempre es así)

En líneas generales acostumbran a ser más baratos, aunque es cierto que el precio no siempre es una fuente fiable ya que varía entre la oferta y la demanda, tanto si son de temporada como si no. 

Variabilidad en la dieta

Comer según la estación en la que estamos fomenta una alimentación variada, con una amplia variedad frutas y verduras que rotan a lo largo del año. Esta diversidad es clave para una ingesta equilibrada de nutrientes.

Por tanto, en lugar de comer de forma repetida las mismas cinco frutas y verduras durante todo el año, la alimentación estacional nos anima a ciclar un poco más los alimentos, lo que añade variedad, no solo a los sabores sino también a los nutrientes que ofrecen. 

Nos acerca más a la sostenibilidad

Uno de los beneficios de elegir alimentos de temporada es que, de acuerdo con este estudio, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero porque no se necesita un consumo tan elevado de energía. Cuando consumimos alimentos de temporada cultivados en nuestra zona estamos reduciendo la huella de carbono de los alimentos ya que el transporte fuera de temporada desde destinos lejanos contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero. 

En España, pese a ser un país que cuenta con las condiciones óptimas para el cultivo de numerosos alimentos, importa millones de toneladas. Según el informe Balanza Comercial Agroalimentaria 2019, en 2018 se importaron casi 43,40 millones de toneladas de alimentos, y algunos llegaron a recorrer hasta 7.000 kilómetros antes de llegar a nuestros platos, lo que supone más de 6.500 millones de toneladas de CO2.

Cómo podemos saber si un alimento es de temporada o no

Para saber si un producto es de temporada tenemos varias maneras de hacerlo. Bien podemos recurrir a la página web del Ministerio de Agricultura que, a través de Alimentos de España, ofrece los calendarios con la temporalidad de frutas y verduras. En él podemos encontrar un buscador de alimentos de proximidad en cada comunidad autónoma. O también podemos consultar la web 5 al día, donde está disponible igualmente la información sobre temporalidad de frutas y verduras.

Todas nos dicen, a grandes rasgos, que en primavera y verano podemos incorporar más frutas y verduras de temporada; en primavera, alimentos como el brócoli o las fresas están en su punto máximo de frescura. A medida que nos acercamos al verano es el momento perfecto para comer pimientos, melón, sandía o tomates.

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