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¿Se puede permitir España tener un presidente de Gobierno tan ignorante como Alberto Núñez Feijóo?

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene en un coloquio, a 26 de enero de 2023, en Barcelona, Cataluña (España). Feijóo ha explicado hoy su proyecto en un encuentro organizado por el Círculo Ecuestre. El jefe de la oposición ha

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He oído con mucha atención, y varias veces, la respuesta que dio Alberto Núñez Feijóo a la pregunta que se le hizo sobre el atentado que ha costado la vida al sacristán de una parroquia de Algeciras.

La pregunta le fue formulada de manera correcta y diáfana. En ningún momento se puede interpretar por quien la haya oído con buena fe que pudiera ser una pregunta capciosa, que intentara de alguna manera hacer caer al presidente del PP en alguna trampa.

El tono en que respondió a la pregunta el señor Núñez Feijóo fue también un tono reposado, indicador de que no se estaba sintiendo incómodo por la forma en que se le preguntaba. No fue una respuesta a bote pronto ante una pregunta incisiva, sino una respuesta pausada en la que el presidente del PP se veía que estaba poniendo suma atención en las palabras que utilizaba. Daba toda la impresión de que estaba concentrado en enviar un mensaje a la opinión pública que sirviera como punto de referencia al debate que se estaba abriendo en la sociedad española en torno al atentado. Que se note que quien habla es el presidente del primer partido de la oposición y candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales de finales de año. Esto parecía ser lo que estaba pasando por su cabeza en ese momento.

Estoy seguro que los lectores han oído y leído las palabras de Núñez Feijóo. Les aconsejaría que lo hicieran de nuevo. Porque la forma y el tono en que dio respuesta es tan importante como el contenido de la misma. El futuro candidato del PP a la presidencia del Gobierno estaba intentando poner de manifiesto su superioridad discursiva respecto de todos los demás partícipes en el debate en torno al atentado. Voy a poner el acento donde no lo ha puesto nadie y de esta manera voy a marcar la diferencia respecto de todos los demás. Lo consiguió sin ninguna duda.

La respuesta de Alberto Núñez Feijóo ha sido despachada como una declaración “poco afortunada”. El pobre hombre tuvo un mal día y no se expresó con la precisión con la que debería haberlo hecho. Y ya se sabe que un mal día lo tiene cualquiera.

Pero no fue así. Alberto Núñez Feijóo pensó muy bien lo que decía y seleccionó detenidamente las palabras que iba a utilizar. Lo que dijo es lo que quería decir y refleja, sin que quepa la menor duda, lo que piensa sobre el tema.

No se trata, por tanto, de una declaración “poco afortunada”, sino de una declaración producto de la ignorancia en un tema de importancia capital en la historia de todos los países del mundo, pero de manera muy especial en los países europeos en general y de España en particular. La religión ha jugado un papel muy destacado en la historia política de todos los países europeos. Y sigue jugándolo. Especialmente en España. Baste recordar la importancia que tuvo el debate sobre la mención de la Iglesia católica en el artículo 16 de la Constitución y la presión de la jerarquía eclesiástica española para que dicha mención se produjese, algo que no ha ocurrido en ninguna otra Constitución de un país europeo. Por no recordar la calificación de 'cruzada' de la guerra civil española.

En términos jurídicos se podría calificar la respuesta del candidato a la presidencia del Gobierno del PP a la pregunta sobre el atentado de Algeciras como una respuesta “prevaricadora”, en el sentido del segundo supuesto de prevaricación que se contempla en el artículo 447 del Código Penal, la “ignorancia inexcusable”.

Estoy seguro de que el presidente del PP no ha dicho la barbaridad que ha dicho “a sabiendas”, que es el primer supuesto, sino que la ha dicho porque es lo que realmente piensa, fruto de los conocimientos que tiene sobre la materia. Que no es una materia cualquiera, insisto, sino que es una materia de enorme relevancia para poder dirigir políticamente a la sociedad española.

La pregunta se impone: ¿puede la sociedad española permitirse tener como presidente del Gobierno a un político que ha hecho una exhibición de ignorancia de esta naturaleza?

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