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Ayanta Barilli: Escribí mi novela con el premio Planeta como sueño

Ayanta Barilli: Escribí mi novela con el premio Planeta como sueño

EFE

Barcelona —

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“Adiós, que me voy a escribir el Planeta”, se despedía de su familia Ayanta Barilli cada día durante cinco años cuando se encerraba con el manuscrito de “Un mar violeta oscuro”, la novela con la que anoche quedó finalista del Premio Planeta: “es un sueño lograrlo porque me he criado con él”.

Barilli (1969) se ha convertido en la primera ganadora hija de otro premiado con el Planeta, Fernando Sánchez Dragó (1936), que se alzó con él con “La prueba del laberinto” (1992) y además fue finalista dos años antes con “El camino del corazón”.

“Igual que mi 'canción de cuna' fue el machaqueo de mi padre en la máquina cuando escribía 'Gárgoris y Habidis', me he criado con el Premio Planeta a mi alrededor. Desde el primer momento pensé en presentarme aunque, claro, no tenía ninguna seguridad de conseguirlo”, ha revelado la periodista, actriz y directora y gestora teatral en una entrevista con EFE.

El proceso de creación de su novela, la historia de su bisabuela, abuela, madre y ella misma, fue “curioso”, revela, porque empezó por el final: “escribí el último capítulo y luego fui haciendo los demás, un poco a ciegas, sin saber qué me encontraría pero una confianza absoluta en la historia”, detalla.

Para escribir esta “mezcla de ficción y realidad” se apoyó en una caja de cartas y documentos que había heredado de su abuela y que cuando recibió decidió dejar encerrada diez años porque no podía enfrentarse a ella.

Cuando finalmente lo hizo se reveló un mundo que la acercó a sus raíces y le permitió revivir en el papel a una mujer que desde que falleció, cuando ella era muy pequeña, la ha acompañado “como una presencia viva”, su madre, la italiana Caterina Barilli.

“La he escrito llorando y, al mismo tiempo, riéndome de mis propias lágrimas. Es claramente un zoom. Todo lo que pertenece al pasado 'puede' que fuera así, es decir, lo novelo y según se va acercando a mi madre y a mí se va haciendo más real y lo que pasa está contado desde la verdad más absoluta”.

En medio, “un tipo infame” que marca la vida de todas sus antepasadas -“no, en el caso de mi madre no es mi padre, es alguien que llegó después”-, una clase de persona, “un error”, que ella ha sido capaz de esquivar con éxito.

La novela, prosigue, se titula “Un mar violeta oscuro” porque uno de los lugares en los que transcurre es un pueblo costero italiano en el que los atardeceres son de ese color, “bellísimo pero también inquietante e incluso diabólico”.

Ahí, el “tipo infame” es el “error”, el “hombre que no sabe amar”, un “destino repetido” que ella ha roto, un quiebro del que ha querido dejar testimonio para sus hijos y para los lectores para convertir “una pequeña historia en algo universal”.

Su marido, Francis, dice, es “cómplice” en la escritura del libro porque le ha pedido su opinión constantemente.

No así a su padre, al que prefería “dar la sorpresa”. Sánchez Dragó aseguró entre sollozos en la rueda de prensa que cuando leyó el texto final que había escrito su hija, “la bendición de su vida” le mandó un correo diciéndole que era “una obra maestra” y que había sentido lo mismo que 50 años antes cuando cayó en sus manos “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.

“Mi padre es así, un dragón, no puede remediarlo. Yo soy más discreta, más mesurada y aunque todo me parte el corazón sé controlarme”, confiesa la finalista, que precisa que también es “diferente” a su progenitor, partidario de VOX, en lo que se refiere a “la ideología”.

Su debut literario tuvo lugar precisamente junto a su padre con la novela autobiográfica “Pacto de sangre” escrita en formato de dos cartas cruzadas, la que un padre le dedica a un hijo y la que una hija dedica a un padre, que surgen tras el nacimiento del pequeño Akela, el cuarto hijo del autor.

Barilli hace un programa en es.radio cada noche sobre sexo y amor y otro semanal con recomendaciones teatrales, aunque ya no está en el día a día teatral ni gestiona el Teatro Lara.

A lo que ya no podrá renunciar nunca, añade, es a escribir y “puede” que se vuelva a presentar al Planeta: “¿por qué no? Soy hija de dragón”, se ríe.

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