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Matrimonios fracasados y orgasmos fingidos: Nora Ephron y el arte de convertir la privacidad en tema universal

Carmen López

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Había muchas cosas que se le daban bien a Nora Ephron, pero una de las más envidiables era la de utilizar su propia vida como material para sus trabajos. Por eso lloró durante seis meses por el fracaso de su matrimonio y después lo convirtió en una novela titulada Se acabó el pastel. El director Mike Nichols la adaptó a la gran pantalla y ahora se encuentra en el catálogo de la plataforma de streaming de Amazon Prime Video para alborozo de sus fans, que son legión.

Para quienes vivieron la historia de cerca, el filme debió de parecerles como una cinta de vídeo casera solo que con Meryl Streep y Jack Nicholson haciendo de personajes principales. Ephron fue benevolente con Bernstein en el plano de la paternidad (tuvo que firmar un acuerdo para que en la película quedase claro que él era un progenitor entregado) pero nada más, porque ella tomó el control del relato.

Nora Ephron y Carl Bernstein se conocieron en una de esas fiestas en las que todo el mundo tiene un nombre que los demás están ansiosos por añadir a su lista de contactos. Él era nada menos que uno de los periodistas que sacaron a la luz el caso Watergate, que hizo dimitir a Nixon en 1974. Ella, una reportera que destacaba por su personal manera de escribir y por no amedrentarse ante las dificultades. Se enamoraron rápidamente y se casaron pese a las inseguridades de ella. Ambos estaban divorciados y convencidos de que la muerte no sería la que los separase si tardaba mucho en llegar.

Tenían razón y cuando Ephron estaba embarazada de su segundo hijo, descubrió que su marido la engañaba con Margaret Jay, de 39 años, hija del ex primer ministro del Reino Unido James Callaghan y esposa del ex embajador británico Peter Jay. Y no solo era un affaire: Estaban enamorados. Como en la película, ella deja Washington –ciudad a la que se habían mudado por el trabajo de él y que ella detestaba– embarazada de su segundo hijo y con el primero a cuestas (Jacob y Max, respectivamente) para instalarse otra vez en Nueva York, su verdadero hogar y otro de sus grandes amores.

De hecho, décadas más tarde escribió en The New Yorker que ese regreso también le devolvió la capacidad para enamorarse. Pero no de otra persona, sino de un piso: “En febrero de 1980, dos meses después del nacimiento de mi segundo hijo y a la par que el final de mi matrimonio, me enamoré locamente. Estaba buscando un lugar para vivir, y una tarde entré solo diez pasos en un apartamento en el Upper West Side de Manhattan y mi corazón se detuvo. Esto fue. A primera vista. Eureka. Diez pasos y dije: 'Me lo quedo'”.

Nora Ephron siguió los consejos de su madre, también guionista, y contó su propia historia como ella quiso y una gran dosis de humor. Se convirtió en la heroína de su (segundo) matrimonio fracasado y dejó de ser la víctima. A la par, pasó a ser la autora de referencia para muchísimas mujeres gracias a sus artículos, novelas, ensayos y películas. 

Casi todo vale

En 2018, su hijo, Jacob Bernstein, estrenó en HBO el documental Everything Is Copy (Todo es copia, en castellano) en el que indaga en la figura de su madre a través de relatos de amigos, familiares y compañeros de trabajo. Cualquiera estaría contento si después de toda una vida quienes le recordasen lo hicieran con el mismo cariño y admiración que a Nora Eprhon, porque aunque surgen aspectos poco agradables de su persona, en su mayoría todo son halagos. Por haber sido divertida, cercana, sincera, arriesgada y competitiva (siempre con la coletilla “en el buen sentido”).

Ephron nació en Nueva York en 1941, aunque a los cinco años su familia se mudó a Beverly Hills, ya que su madre y su padre trabajaban como guionistas en Hollywood. Ellos también utilizaban vivencias familiares para componer sus obras (la cabeza de una de sus hijas atascada en los barrotes de la escalera, por ejemplo) y ella siguió con la tradición familiar. Su carrera como periodista empezó en el diario del instituto y siguió en Nueva York, donde entró a trabajar como “chica del correo” en Newsweek.

Ya allí mostró su carácter. De hecho, su paso por la revista aparece en la serie de Amazon Good Girls Revolt, basada en el libro homónimo de Lynn Povich, en el que se narra la primera lucha feminista en el sector del periodismo. Las trabajadoras de la publicación [en la ficción The News Of The Week] solo podían ser repartidoras del correo, documentalistas o camareras, pero si alguna quería firmar un artículo mejor se buscaba trabajo en otro sitio.

En una de las escenas memorables de la serie –que lamentablemente no pasó de la primera temporada– el personaje de Nora Ephron es interpretado por Grace Gummer, hija de Meryl Streep, con lo que tanto la madre como la hija han interpretado al mismo personaje en diferentes circunstancias. Se enfrenta al editor por la política machista del semanario y dimite. La vida le premió el atrevimiento con una columna en la revista Esquire llamada Women en la que hablaba, precisamente, de feminismo. 

Después del impás del matrimonio desastroso con Bernstein, se introdujo en el mundo del cine, principalmente incentivada por el dinero. Siendo madre soltera de dos hijos, no podía permitirse jornadas maratonianas (y no tan bien pagadas) para escribir reportajes. Su primer trabajo fue el guion, escrito junto a Alice Alren, de Silkwood (Mike Nichols,1983). Entre todos los premios que se llevó la película, fue nominada al Oscar al mejor guion original.

Después llegaron Se acabó el pastel (1986) y Cuando Harry encontró a Sally (1989), ambas comedias románticas que ya entran en la categoría de los clásicos. Aunque Ephron declaró en alguna ocasión que solo hizo la segunda por dinero y no estaba demasiado orgullosa de ella, lo cierto es que en Cuando Harry encontró a Sally demuestra su don para captar la manera que tienen las personas de interactuar. Como afirma en el documental de su hijo: “No creo que la gente piense que soy una experta en relaciones, pero lo soy”.

La idea del célebre orgasmo fingido de Meg Ryan en la cafetería Katz’s (que sigue abierta y es un lugar de peregrinación. En su interior hay un cartel que pone: “Donde Harry encontró a Sally… esperamos que tomes lo mismo que ella ¡Disfruta!”) surgió de una conversación de Ephron con algunos de sus compañeros. La idea de representarlo fue de Meg Ryan y la frase de la señora (que era la madre del director, Rob Reyner) que dice:  “tomaré lo mismo que ella” fue de Billy Crystal. También fue nominada al Oscar al mejor original.

El siguiente gran éxito también estuvo protagonizado por Meg Ryan, en esta ocasión acompañada por Tom Hanks. En Algo para recordar (1993) además de guionista también fue la directora y aunque no se llevó ningún Oscar, sí está dentro del top 10 de comedias románticas del American Film Institute (AFI) junto a Vacaciones en Roma, Annie Hall o, precisamente, Cuando Harry conoció a Sally. La combinación Ryan/Hanks no funcionó de nuevo en Tienes un e-mail (1998), pese a que tenía todos los ingredientes para ello, incluida a su hermana Delia en el equipo de guionistas.

Los roces entre ellas por motivos familiares –sus padres acabaron siendo alcohólicos, perdieron sus trabajos, la madre murió de cirrosis– se manifestaron notablemente en Colgadas (2000), basada en la novela homónima de Delia en la que narra los problemas de comunicación entre tres hermanas, que se agravan con la enfermedad del padre. No es difícil encontrar las similitudes con la realidad, especialmente con las ansias de control de las historias que manifestaba Nora Ephron.

El único aspecto de la vida que se guardó para ella y para un reducidísimo círculo de personas fue su enfermedad. Para alguien que no dudaba en contarle a cualquiera que la identidad de Garganta Profunda era Mark Felt –aunque su marido insistiese en que las iniciales MF hacían referencia a My Friend (Mi amigo)– o en cómo descubrió a su esposo engañándola con otra, la privacidad era toda una novedad.

Pero la de la leucemia era una historia que ella no podía controlar y, por lo tanto, no quería utilizar. No le quitó las ganas ni la capacidad para trabajar y la gente que la rodeaba no fue consciente de que estaba enferma hasta que llegó su final en 2012 . En sus últimos años publicó algunos de sus libros más famosos como El cuello no engaña (2008) y estrenó Julie & Julia (2009), su última película y quizás la que más elementos personales contiene: el amor por la comida, París, las cenas con amigos, Nueva York y la idea de un matrimonio exitoso, como el que ella tuvo finalmente con el escritor Nick Pileggi, con quien se casó en 1987.

Su último trabajo fue la obra de teatro Lucky Guy (Chico con suerte), protagonizada por Tom Hanks. Se estrenó en 2013, un año después de su muerte. La trama gira en torno a la historia del periodista Mike McAlary aunque, según se cuenta en el documental de su hijo, ella la resumió así: “Va sobre alguien que tiene más suerte que talento. Y yo sé algo sobre el tema”. Podría ser así, pero si se echa un vistazo a su carrera, queda bastante claro que no se refería a sí misma.