“Que no haya sorpresas” y “no dar nada por sentado” son los dos “mandamientos” que la actriz y coach Rebeca Medina considera fundamentales para rodar escenas íntimas. Ella fue en 2022 una de las fundadoras de la Asociación Española de Profesionales de la Coordinación de Intimidad (AESCI), y una de las artífices de la guía que propone una serie de pautas para logar que las grabaciones de este tipo de secuencias sean espacios seguros y cómodos para todas las partes; desde quienes las interpretan a quienes las dirigen.
“No pretendemos legislar ni es de obligado cumplimiento. No se trata de hacer definiciones cerradas ni unas reglas iguales, sino de entender que nuestra industria trabaja con material sensible, que tenemos que humanizar los procesos de trabajo del cine, que eran muy industriales, con dinámicas de poder y procesos que generaban violencia, a veces sin mala intención”, aclara a este periódico Tábata Cerezo, otra de las responsables del texto. Ella es cofundadora de Intimact, el que en 2022 se convirtió en el primer colectivo de profesionales especializadas en la coordinación de intimidad para producciones audiovisuales en España.
Conscientes de que la intimidad es un concepto muy amplio, en el documento concreta que las escenas a las que se refieren son aquellas que contienen “besos, sexo simulado, violencia sexual y/o desnudez completa de los/las/les artistas”. Hay otros ejemplos que se incluyen en esta categoría por poder considerarse de alto contenido íntimo, como en las que aparezca una persona adulta bañando a un niño o el desarrollo de una consulta de ginecología. “La intimidad significa algo diferente para cada persona e intérprete”, comenta Rebeca Medina, “igual que el consentimiento, los límites de cada persona dependen de su contexto”.
Tábata Cerezo, que también es actriz, explica que el consentimiento “tiene que ver con que haya tiempo y espacio para poder tomar decisiones meditadas y claras”. “El set de rodaje no es el sitio ideal para reflexionar sobre tus límites”, valora, “antes acababas tomando decisiones sobre cosas que no estaban habladas y terminabas cediendo. Luego al llegar a casa podías darte cuenta, pero para entonces el contenido ya estaba grabado”. Precisamente la figura del coordinador de intimidad surge para paliar esto, buscando que “les intérpretes estén tranquiles con las decisiones que toman”.
El set de rodaje no es el sitio ideal para reflexionar sobre tus límites. Antes acababas tomando decisiones sobre cosas que no estaban habladas y terminabas cediendo. Luego al llegar a casa podías darte cuenta, pero para entonces el contenido ya estaba grabado
Ambas defienden que su labor es un puesto técnico, que comparan con el de los coordinadores de acción, y que forman parte de las producciones desde la preproducción, rodaje y, en ocasiones, la postproducción de los proyectos. Su misión es colaborar con los cineastas en la coreografía y visión creativa de las escenas íntimas, aportando seguridad y ayudando a conseguir una representación de la sexualidad más auténtica e inclusiva. Como así lo expresan en la guía, una de sus máximas es integrar las escenas íntimas dentro de la narración y afrontarlas con la misma lógica y rigor con la que se enfrentan las escenas con especialistas.
“No somos la policía”
“Había más prejuicio cuando se desconocía nuestro trabajo porque daba la sensación de que veníamos a censurar el contenido íntimo, que íbamos incluso a acabar con las escenas de sexo”, recuerda Tábata Cerezo de cuando se empezó a implementar este rol en España, siguiendo la estela de Estados Unidos e Inglaterra, donde se instauró desde 2018, a raíz del Me Too. “En Intimact hemos participado en 140 producciones en dos años y medio. La industria lo ha acogido muy bien porque llena un vacío que estaba pidiendo a gritos que se llenase”, reflexiona. Series como Élite y Selftape; así como películas como Creatura (Elena Martín) y Nina (Elena Jaurrieta) son algunos de los títulos en los que han participado.
Rebeca Medina suma que se ha encontrado a directores y directoras que han ido a favor de obra desde el inicio, escuchando sus propuestas y ajustes. Pero también los hay “muy celosos de su trabajo”. “Vienen con su storyboard sobre cómo quieren la coreografía y no dejan que participemos tanto en la etapa creativa. Nos dejan todo lo que es la seguridad en el set. A veces sigo sintiendo que tengo que demostrar que no estamos ahí para cortar el rollo. Tienen miedo de a ver quién viene, como si fuéramos la policía”, lamenta.
La actriz y coach, que ha trabajado en proyectos como Manual para señoritas, Física o Química: La nueva generación y Nacho; indica sobre los proyectos juveniles que suele haber “muy buen rollo, frescura, luz y también mucha sexualidad”. “Los primeros días me noto bajo la lupa por si voy a llegar a edulcorar alguna acción o a poner en guardia a los actores y actrices; hasta que ven mi personalidad y la forma de trabajar, el cómo se puede llevar la seguridad y que haya una frescura increíble”.
La coordinadora responde a este periódico tras una jornada en la que se ha rodado una fiesta petting (donde está permitido todo menos el coito). “Había de todo, incluido el juego del hielo, que se iban pasando de boca en boca”, describe, “se ha cuidado que todo estuviera superlimpio, que todo el mundo se hubiera enjuagado con un antiséptico para neutralizar las bacterias y virus durante media hora”. “En la comida, una de las intérpretes, que antes de grabar estaba superpreocupada porque iba a darse un beso por primera vez en set, después había estado supercómoda”, comparte.
La evolución de las prendas de intimidad
La guía contempla todas las fases de los proyectos, desde el casting, con especificaciones para los distintos departamentos como los operadores de cámara, maquillaje, equipos de dirección y vestuario. Para los ensayos, se recomienda el uso de ropa cómoda y no exigir nunca que el elenco esté desnudo o semidesnudo, a excepción de los ensayos técnicos. En estos se ha de evitar el contacto entre y con genitales en todo momento. Evitarlo será un fin del que se encargue el o la coordinadora de intimidad.
“Igual que los especialistas de acción se ponen rodilleras, truncamos prendas para que parezca que hay desnudez, pero la zona genital está cubierta y hay una barrera interna. Para evitar ese roce genital y se sienta que la experiencia roza menos tu zona genital”, indica Tábata Cerezo.
Rebeca Medina explica que estas prendas “han evolucionado muchísimo”. “Ahora ya no es ponerse un calcetín, hay unas bolsas genitales especiales donde se meten coquillas almohadilladas, la goma se ajusta de forma mucho más profesional y cómoda”, detalla, “hay una serie de barreras exteriores que hacen que no haya contacto pelvis con pelvis, genital con genital. Y se pueden enmascarar según el ángulo de la cámara”. La actriz y coach comenta que también hay unos tangas invisibles, que no llevan tiras y se pegan con cintas kinesiológicas. “Ya no es coger cualquier cosa y hacer un apaño”, celebra.
Adaptarse a la complejidad humana
El cuerpo es la herramienta de trabajo de los actores y actrices. Tábata Cerezo recuerda que precisamente por ello hay que “entender que le pasan cosas, está atravesado por experiencias que vienen al rodaje y que se van al acabar por mucho que sea ficción”. De ahí a que reivindique que sea tan importante el “acompañamiento en los procesos, sobre todo cuando hablamos de actores jóvenes o si las escenas contienen violencia sexual”.
Rebeca Medina también hace mención a la ‘vuelta a la calma’ tras rodar este tipo de secuencias y en cómo el acompañamiento se extiende más allá de la señal de “corten”. La actriz y coach incide en que “el proceso artístico conlleva salir fuera de la zona de confort”. “Cuando un pintor se mete en su estudio, se mancha de pintura las manos. Cuando sale, se mete en la ducha y se queda limpio. Quiero que a mis artistas les pase lo mismo. La mancha sería el trauma y si no hay trauma, no hay herida. Podemos mancharnos durante el proceso creativo, pero lo bueno es que siempre podamos limpiarnos igual que lo hace el pintor”, compara. Esto implica enseñar técnicas para salir de los personajes, especialmente para los más jóvenes.
Cuando un pintor se mete en su estudio, se mancha de pintura las manos. Cuando sale, se mete en la ducha y se queda limpio. Quiero que a mis artistas les pase lo mismo. La mancha sería el trauma y si no hay trauma, no hay herida. Podemos mancharnos durante el proceso creativo, pero lo bueno es que siempre podamos limpiarnos igual que lo hace el pintor
La coordinadora de intimidad señala que, cuando se reúne con los directores de los proyectos, insiste en que “pidan la carta a los Reyes Magos, que pidan lo máximo que quieran para poder hablarlo con los intérpretes”. “Lo que no queremos es sorpresas”, subraya. “Se ha hecho tanto el pedir un tipo de plano que sea comprometido sin avisar, y eso es algo que te puede traumatizar”, afirma, “tampoco se puede decir 'esto es una tontería, seguro que no le importa, porque no sabes qué hay detrás de cada persona. Para ti puede ser una chorrada pero quizás para esa persona le pueda suponer volver a un estrés postraumático por una mala experiencia del pasado”.
“Somos una industria plástica, igual que si llueve cambias de localización, se cae o hay que repensar una escena, tenemos que tener esa plasticidad con lo humano, que tiene su propia complejidad. Podernos adaptar”, concluye Tábata Cerezo.