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Entrevista

Rebecca Zlotowski, cineasta: “Todas somos malas madres. Es un cliché, pero es cierto”

Rebecca Zlotowski llegó al cine francés como un soplo de aire fresco. Una directora de una nueva generación que remozaba cada género que tocaba. Ha abordado, tanto como guionista como directora, temáticas que hasta ese momento solo habían sido tratadas por hombres, y ponía en jaque los clichés existentes. 

Lo hace sin subrayados, con gracia y estilo. Sin prejuicios para ir saltando de género a género, o incluso atreviéndose a reescribir un remake del filme erótico, Emanuelle, con Audrey Diwan para intentar revisar el deseo femenino que en su momento el filme original redujo a una fantasía machirula.

Ahora revisita la comedia criminal en Vida privada, una película cuyo título remite a una película de Louis Malle, pero cuyo espíritu entronca realmente con filmes de Woody Allen como Misterioso asesinato en Manhattan, donde un misterio es la máscara que desvela la realidad de una pareja burguesa. En este caso, una mujer separada a la que interpreta de forma soberbia una Jodie Foster que habla en francés y se desenvuelve maravillosamente entre los burgueses parisinos. Ella es una psicoterapeuta que se entera de que uno de sus clientes se ha suicidado e inicia una investigación que desemboca en comedia freudiana.

La película toma el nombre de un filme de Louis Malle.

Soy una vampira [risas]. Creo que fue Jane Fonda quien dijo: “Prefiero compartir una buena toma que guardarme una mala”. Y ese era un título muy bueno, así que compartámoslo. Hablando en serio, me gustan mucho las mujeres, y hay algo en este director, que es un poco el olvidado de la Nouvelle Vague, de alguna manera, que siento que me conecta con él. Y muchos años después, este título me sigue obsesionando y no sabía por qué, así que sigo investigando los motivos. Creo que es un título que promete algo de sensualidad.

Y hay también un juego de palabras. Vida privada puede ser la vida íntima, pero también que has sido privado de la vida. Le quitas la vida a alguien. Esta polisemia del título me pareció perfecta. Era obscenidad, sexualidad, intimidad secreta y, en cierto modo, un thriller. Y si algo sucede en la película, al contrario de la de Louis Malle, es probablemente por la química que sucedió entre Danielle Auteil y Jodie Foster. Escribí a Candice Bergen, la viuda de Louis Malle. No tenía tampoco por qué hacerlo, pero necesitaba decirle que iba a coger el mismo título y que si estaba de acuerdo. Ella tiene los derechos de la película. Ella solo me dijo: “Haz una buena película. Adiós”. 

En Cannes se dijo que era una screwball comedy. Yo me acuerdo más de películas de Woody Allen.

Sí, es terrible porque está canceladísimo, pero me encantan sus películas. Me pregunto: “¿Qué demonios, tío? ¿Qué has hecho?”. Me molesta no poder amarle más. Hizo en los 80 tres películas que son muy, muy importantes para mí, y que tienen esta conexión con Vida privada: Misterioso asesinato en Manhattan, Alice y Otra mujer. Me encanta cuando las películas son la metáfora de algo más. Misterioso asesinato en Manhattan no trata de una pareja indagando el crimen de un vecino. Se pregunta si esta pareja sigue enamorada después de que su hijo se haya ido a la universidad. Qué pasa cuando ya no estamos enamorados, ya no somos padres y nos quedamos uno frente al otro. Esa es la historia de la película. Para mí, mi película es la historia de una madre que le diría a su hijo: “Lo siento. Realmente quería morirme, así que esa es la razón por la que no he sido lo suficientemente tierna contigo”.

Al final la película aborda eso que se ha calificado como ‘las malas madres’.

Creo que todas somos malas madres. Es un cliché, pero es cierto. No va a mejorar. Jodie Foster tiene una idea maravillosa. Dice que ojalá tuviéramos un festival de cine de maternidad ambivalente. Sería genial. Todas esas películas de Malas Madres juntas. Probablemente, añadiría mi película a este tema de la maternidad ambivalente. Tengo 45 años y tengo un hijo de cuatro, y es la primera vez que tengo como protagonista a una madre. Así que fue interesante. Normalmente, cuando los hombres hacen películas, ellos siempre acaban siendo los buenos y las mujeres son un poco desagradables, antipáticas.

La película rompe varios de estereotipos sobre las mujeres, como aquel que dice una mujer se pone histérica y pierde la razón por las formas. 

No era algo premeditado. Este personaje era una maniática del control, pero está pasando por una crisis enorme: una crisis familiar y laboral, además de convertirse en abuela. Creo que Jodie Foster nos ha enseñado una cosa como actriz y directora, y es que se puede tener una carrera como la suya, sin ser coqueta, encapsulando ese tipo de feminidad que es una lección para nosotras. Por eso tenía que ser ella. Por eso esta lucha entre su sensualidad y su inteligencia es tan interesante, porque a veces las actrices y los actores desmienten los propios estereotipos. No somos nosotros.

¿Ha pensado qué hubiera pasado si Jodie Foster le hubiera dicho que no?

No lo sé. Nunca lo sabremos. Es como la vida, no paras de pensar, qué pasaría si siguieras casada, qué hubiera pasado si… Pero es que este papel era realmente para ella. Y por casualidad o porque tenía que ser así, dijo que sí de inmediato, lo cual es superraro porque yo no he ganado una Palma de Oro. Tengo cinco películas antes, y su agente sabía mi nombre, pero no sé. Me encantaría decir que nunca habría hecho esta película sin ella, pero como guionista creo que los personajes deben ser siempre más poderosos que los actores. Porque si no, morimos.

Me interesaba abordar la sensualidad en personas mayores de 60 años, ¿qué pasa con las parejas después de un segundo o un tercer matrimonio? Por supuesto que tienen deseo y sexo

Su cine siempre tiene algo sensual, diría que incluso sexy, algo que creo que las películas ahora mismo tienden a evitar. No sé si por miedo a cómo representar esa sensualidad en el cine ahora mismo. 

Gracias si piensas eso porque es como quería que se sintiera, y siento que es una responsabilidad que tenemos como directores mostrar a nuestros actores lo mejor que pueden ser. Es como cuando miras el rostro de alguien cuando te gusta: lo ves hermoso o la ves hermosa. Y mi cámara simplemente captura lo que siento hacia ellos. Me interesaba abordar la sensualidad en personas mayores de 60 años, ¿qué pasa con las parejas después de un segundo o un tercer matrimonio? Por supuesto que todavía tienen deseo y sexo. Y siento que eso lo transmiten Jodie Foster y Daniel Auteil, pero también quería que estuviera en la escena de sexo que tiene Mathieu Amalric con la actriz que hace de su segunda esposa, que es una escena supergráfica, y la planteé como una coreografía. De hecho, ella es bailarina. Y me hacía preguntas para poder retratar de la mejor forma la sensualidad, pero también para que todos ellos se sintieran cómodos. 

He leído que usó la inteligencia artificial para preparar las escenas oníricas, como para obtener un story board sobre cómo podían representarse los sueños. ¿Cómo fue ese proceso?

Los sueños son un desafío para cualquier director, ¿qué son los sueños? Algunos de los mejores cineastas, como David Lynch o Fellini, ofrecieron propuestas inolvidables. Soy muy italiana, en cierto modo. Adoro a Fellini. Siempre he tenido algo italiano en mis sueños, no sé por qué, probablemente por Fellini. Sentía que este tipo de desafío valía la pena tenerlo al menos una o dos veces en tu carrera de cineasta. Mira la fascinante colaboración entre Dalí y Hitchcock. Necesitamos convertirnos en plásticos en un momento determinado, no solo como cineastas. No sé quién dijo que hacer una película es como hacer una pintura, pero tienes un lápiz muy largo y hay mucha gente entre tú y la pintura. Entonces pensé, ¿cuáles son mis herramientas para crear de forma plástica algo que tuviera ese toque de ‘uncanny valley’. La IA es pésima ahora mismo, y genera un fenómeno de extrañeza, como si cometiera errores, y eso en un guion te da imágenes. Me parece estimulante. Siento que todos deberíamos intentar dominar esta herramienta, porque es algo que está pasando ya, está aquí, y me alegra intentar dominarla un poco.