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¿Para quién son las campañas contra la violencia machista?

Imagen de la campaña de Unizar y Asamblea Feminista

Lucía Lijtmaer

La campaña del Gobierno de Aragón tenía un lema claro: “No es no”. Con él se pretendía concienciar y sensibilizar con respecto a la violencia de género y el acoso sexual en la comunidad autónoma. El subtítulo del cartel era ya más confuso: “Para evitar las situaciones incómodas: las cosas claras desde el principio”. En la asociación Feminismo Unizar se soliviantaron. “Nos pareció una campaña muy tóxica porque culpabilizaba a la víctima”, relata Irene Adiego. Junto con la Asamblea Feminista de Zaragoza idearon una respuesta acorde: “No es no, aun con las bragas bajadas”, que fueron pegando sobre cada uno de los carteles anteriores.

“Quedaba claro que necesitábamos un mensaje que la gente leyera y le hiciera pensar inmediatamente, no solo para las víctimas y su empoderamiento y concienciación, sino para que los agresores sepan que lo son, como se denuncia desde hace tiempo desde el feminismo asambleario”, reitera Adiego.

¿Son efectivas y veraces las campañas contra la violencia machista?

Depende de a quién se pregunte. Marisa Soleto de la Fundación Mujeres explica que las campañas deben ir en dos direcciones para tener efecto: “Están las que buscan generar confianza a las víctimas, para que reciban el mensaje de que pueden recibir información, ayuda y soporte, como las estatales del tipo 'Hay salida'. Por otro lado, están las que buscan afectar en el comportamiento. La violencia está relacionada con una mala praxis en las relaciones afectivas que potencian el riesgo. Es básico operar en ese sentido para crear sensibilización social y llegar a las personas jóvenes para que denuncien y entiendan que las relaciones tienen que ser en igualdad”, concluye.

Los fallos en las políticas públicas en prevención y concienciación llegan pronto a las redes sociales. Recientemente, la activista Alicia Murillo criticaba en un post una campaña contra el acoso en las redes protagonizada por hombres y cuyo mensaje se volvía en contra de las víctimas.

Soleto es más permisiva: “Todas se hacen con buena intención, pero en ocasiones se traslada un mensaje que es cierto pero con equívocos. Las mujeres que denuncian tienen ante sí un itinerario complicado, y estando solas siempre resulta insuficiente”.

¿Y en otros países? ¿Son efectivas las campañas? Varían los ejes y también los resultados. Algunas de las campañas audiovisuales más novedosas provienen de asociaciones que se han unido con agencias de publicidad para lograr resultados efectistas y provocadores. Es el caso de Woman's day through glass en la que lo que parece comenzar como un relato de un día en la vida de una mujer a través de sus gafas de Google, va agriando a medida que transcurre.

Pero no se trata únicamente de relatos audiovisuales. A lo largo y ancho del mundo, las campañas se están pluralizando: en Kenia, Canadá y EEUU, diversas iniciativas estatales y no gubernamentales abogan por la incorporación de los hombres en las campañas para frenar la violencia contra las mujeres usando a aquellas figuras mejor valoradas: las estrellas deportivas.

Otras medidas incluyen el uso de nuevas tecnologías para frenar el acoso. Maps4Aid, una app desarrollada en India, permite a cualquier persona denunciar los casos de violencia contra las mujeres a través de una variedad de medios, incluyendo SMS y correo electrónico. Los datos se registran y publican inmediatamente con fecha y localización en las redes sociales, modificando constantemente el mapa, para reforzar la idea de que la violencia contra las mujeres es un hecho terrible y cotidiano.

A pesar de la variedad de iniciativas, las novedades pasan por el mismo camino: implicar a toda la población para que se entienda que es un problema global. “El estado nunca dejará dejar de hacer campañas en favor de la seguridad vial mientras haya víctimas, es algo que forma parte de una manera de entender lo que es la educación básica ciudadana. Por eso, es el estado quien tiene que marcar cual es el comportamiento social en el marco de relaciones afectivas, y ese paso no se ha dado. Las campañas apelando al compromiso masculino -como la de la tarjeta roja- han perdido difusión y son muy necesarias”, explica Soleto.

Irene Adiego reitera: “A mí me impactan y resultan positivas las campañas que tratan el problema como algo global, en el que si no nos damos cuenta todos somos cómplices. Y las que desmitifican el amor romántico, que es algo muy necesario. El machismo entre los adolescentes está en aumento, y es la población más vulnerable a este tipo de violencia”.

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