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“No ganarás la guerra”, el menudeo de la droga novelado por un comisario

"No ganarás la guerra", el menudeo de la droga novelado por un comisario

EFE

Mérida —

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Son los años 90. Algunas barriadas de la ciudad de Huelva conviven con el drama de la venta y el consumo de droga. Un grupo de policías se adentra en sus calles y casas para tratar de evitarlo. Aquello ocurrió realmente y ahora, 20 años después, uno de esos agentes ha decidido narrarlo en formato novela.

“No ganarás la guerra” es el título de “una agenda de trabajo” de aquellos años escrita por el hoy comisario jefe de la Policía Nacional de Mérida, Francisco Durán, quien entonces era responsable del Grupo de Estupefacientes en la capital onubense.

Publicada por la editorial Circulo Rojo, el libro ofrece “una panorámica del mundo de la droga desde el punto de vista de un Grupo de Estupefacientes, con sus éxitos, sus fracasos, anécdotas y vivencias del día a día de la lucha contra la droga”.

Para ello, el autor “pixela” a personajes reales, desde los policías que participaron en decenas de actuaciones contra el tráfico de drogas al por menor hasta los propios pequeños traficantes, sin olvidar a los vecinos de varios barrios que veían todos los días carreras, intervenciones y arrestos.

Este juego entre la ficción y la realidad queda plasmado en las primeras páginas del libro: “Todos los personajes que intervienen son inventados. Dejamos a tu opinión, lector, que seas el que otorgue credibilidad a lo que estimes pertinente o te identifiques con el personaje que estimes oportuno. Todas la situaciones podrían haber ocurrido realmente”.

Sostenido sobre una trama, pero trazada en episodios, la novela refleja el día a día de un grupo de policías empecinado en evitar la venta de droga y, por ende, de su consumo, especialmente en zonas marginales, donde la vida se cruza con la muerte, y el descanso con el sobresalto.

Aunque “esta guerra la tenemos perdida”, según ha afirmado a EFE Durán, “iremos ganado batallas”. “Perderemos la guerra, pero iremos ganando batallas”, ha reiterado este comisario, de 62 años, cuyo trabajo le ha permitido escribir ahora este libro.

En su opinión, “erradicar la droga es una utopía”, pero es necesario seguir combatiéndola policial y socialmente. “Es una misión -ha agregado- de la Policía, pero también de muchas instancias y administraciones”.

De hecho, y entre muchas anécdotas y actuaciones, el libro relata como, tras el registro de un cuchitril en el que se vendía droga al menudeo y que fue precintado, la policía comprobó al día siguiente que ya estaba operativo.

Sumergirse en esta novela permite al lector recorrer callejuelas que nunca transitaría, visitar habitáculos en los que jamás se adentraría y conocer personas y personajes que no están al alcance de su agenda.

Carreras, operaciones, éxitos y fracasos policiales; balanzas, papelinas, cucharas y jeringuillas; traficantes, delincuentes de origen y casuales; rostros cansados y sueños rotos... y muchas familias en medio de intereses cruzados: “vender droga versus incautar droga”.

“No era plato de buen gusto observar todo lo que ocurría” en muchos barrios y casas.

Extrapolar aquellos años a los actuales tienes sus coincidencias y sus abismos. La tecnología y el perfil del consumidor han cambiado “el mapa” de operaciones.

Si entonces fue la heroína, ahora es la cocaína. Si en aquellos años el consumidor era de perfil “marginal”, hoy “lo encontramos en todas las capas sociales. ”Los móviles, internet y, quien sabe, si algún día los drones, son las herramientas“ del siglo XXI.

Lo que no ha cambiado es “el primer paso a la droga”. “Se empieza con el porro como una cosa graciosa y se termina en mucho más. Se piensa que uno controla hasta que llega el momento en el que la droga te controla a ti”, ha agregado Durán.

Posiblemente, la labor de este Grupo de Estupefacientes no tuvo la relevancia mediática que tienen las grandes operaciones, pero su trabajo recibía los agradecimientos de familias que “no querían tener cerca de sus casas un punto de venta” al menudeo.

“Es lógico. Nadie quiere que sus hijos vean correr la droga y, por ende, sentir el peligro de que puedan caer” en la misma, ha manifestado este veterano policía, natural de Villagonzalo (Badajoz), que con “muchas horas en la calle” sabe que la droga es una puerta al infierno.

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