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Gordiola aspira a que los jóvenes continúen con el legado del vidrio soplado

Con tres siglos de trabajo artesano a sus espaldas y la ambición de que esa labor única sea reconocida por la Unesco, la fábrica Gordiola situada en Algaida (Mallorca) aspira a que las nuevas generaciones de jóvenes mallorquines reciban formación sobre la técnica del vidrio soplado y puedan así dar continuidad a su legado cuando cumple su aniversario.

EFE

Palma —

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Con tres siglos de trabajo artesano a sus espaldas y la ambición de que esa labor única sea reconocida por la Unesco, la fábrica Gordiola aspira a que las nuevas generaciones de jóvenes mallorquines reciban formación sobre la técnica del vidrio soplado y puedan así dar continuidad a su legado cuando cumple su aniversario.

La vidriería mallorquina persigue ser reconocida como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco, dentro de una candidatura europea que promueve el Ministerio de Cultura junto a la Fábrica La Granja de Segovia, el propietario de Gordiola, Daniel Aldeguer Gordiola, explica a Efe que confía en que este posible reconocimiento de visibilidad a esta técnica artesanal cuyos orígenes se remontan a la época romana.

El propietario recuerda que la saga Gordiola se inició en 1719, cuando el empresario catalán Bernardo Gordiola y el vidriero aragonés Blas Rigal, construyeron en el centro de Palma un pequeño horno de estilo romano, de planta circular y cúpula abovedada para trabajar el vidrio con la combustión de la leña y el carbón.

A día de hoy, tres maestros del vidrio soplado y tres ayudantes -dos hombres y una mujer- forman parte del equipo de artesanos que da continuidad a ese legado, trabajando rodeados de los hornos que alcanzan los 1.200 grados de combustión en la fábrica de Algaida. Este espacio fue inaugurado hace cinco décadas por el abuelo de Aldeguer, inspirándose en una de las salas del Palacio de los Reyes en Perpiñán.

Aldeguer, que planea incorporar diez personas a la plantilla, asegura que es “muy difícil” encontrar jóvenes que quieran iniciarse en esta técnica artesanal o que los actuales aprendices adquieran la experiencia suficiente para ganar autonomía y convertirse en maestros del vidrio soplado.

“Falta gente que tenga interés por aprender este oficio, pero en Mallorca es difícil porque se vive del turismo y para un joven de 18 años lo fácil es trabajar de camarero en un restaurante”, lamenta el propietario de Vidrieras Gordiola.

Reconoce que junto al Consell de Mallorca y Govern, ha intentado promover cursos de formación relacionados con esta artesanía pero que se trata de un oficio “que tiene que surgir de uno mismo”. Cuenta que hasta su fábrica se acerca gente joven dispuesta a probar la técnica del vidrio soplado pero que “es algo que da miedo porque los hornos y los instrumentos que se utilizan dan mucho respeto”.

Actualmente Gordiola no recibe ningún tipo de subvención de la administración pública porque hasta ahora no lo ha solicitado, aunque Aldeguer contempla pedirlas para invertir en los cursos de formación de vidrio soplado y en nuevos proyectos de su Museo del Vidrio.

Tras 300 años de actividad y ocho generaciones al frente de la empresa, Gordiola pretende “reinventarse” y lo hace gracias a sus propios clientes, que son quienes “muchas veces traen las ideas y los maestros y sus ayudantes las fabrican”.

La vidriería se encuentra en un “buen momento”, según su propietario, porque la entidad tiene las cuentas saneadas. Además se trata de un mercado en alza por las reformas de palacios, casas señoriales, restaurantes y hoteles de la isla, sobre todo por parte del cliente alemán, que “valora mucho el producto artesanal y balear” explica el propietario.

Aldeguer no se olvida de las visitas de la reina Sofía, que cada verano se acerca a la fábrica de Gordiola con sus invitados, que “son los que al final compran”, o cuando la exprimera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, lo hizo acompañada del ex embajador norteamericano James Costos.

La técnica del vidrio soplado ha variado muy poco desde su origen. Aldeguer comenta que antes se lograba un producto “muy basto y primitivo”, pero con los años, Gordiola se ha adaptado a la técnica veneciana propia de Murano, una línea más barroca y recargada que ha llegado hasta la actualidad.

Con la responsabilidad de ser heredero de la tradición, su propietario aspira ahora a lograr que perdure en el tiempo “por muchos años más”.

Carmen Ramon Iglesias

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