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Köhler pone en valor al personal de sala de museos en “8 horas con Tàpies”

Köhler pone en valor al personal de sala de museos en "8 horas con Tàpies"
Barcelona —

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Barcelona, 14 jun (EFE).- La fotógrafa alemana Sophie Köhler pone en valor en su nuevo proyecto fotográfico y sonoro, “8 horas con Tàpies”, que se exhibe en el museo Can Framis, al personal de sala de los museos, habitualmente invisible, un colectivo que ahora más que nunca sigue sufriendo unas condiciones precarias.

Köhler (Essen 1977), cuya formación proviene del cine documental, ha dedicado los últimos tres años a este proyecto, con el que ha podido entrevistarse y fotografiar a auxiliares de sala de la Fundación Tàpies, el MNAC, el MACBA y la Fundación Mapfre.

La fotógrafa fue la ganadora del Premio de Fotografía 2020 de la Fundación Vila Casas por este proyecto, que mostrará en el museo Can Framis de Barcelona hasta el 19 de septiembre.

En la presentación, Köhler ha explicado que el punto de partida del proyecto es un mero cálculo: “se estima que el tiempo de observación de una obra de arte en un museo es de 28,63 segundos”, y el argumento del trabajo de la artista alemana es intentar dar respuesta a la pregunta de “qué sucede si una persona pasa hasta ocho horas diarias ante las obras de Tàpies, Rodin o Fortuny y qué efecto tiene en su rutina laboral y en su vida personal”.

La aproximación de Köhler a la figura del auxiliar de sala comenzó por una necesitad propia: “me acerqué a los museos para encontrar un espacio tranquilo y de recogimiento en una época de vicisitudes profesionales”, y fue así cómo fijó su mirada en “las mismas personas que de forma aislada y silenciosa siempre están rodeadas por las mismas obras de arte y acompañadas de la misma silla”.

Precisamente, en la exposición se pueden contemplar algunas de estas salas desiertas en un aspecto casi pandémico en las que solo se perciben los cuadros y las sillas de los auxiliares de sala.

“Todo partió del juego que el personal del MNAC practica cada vez que visita un museo en sus vacaciones y envía fotos de las sillas que ven a sus compañeros”, relata Köhler.

La artista confiesa que “si antes de la pandemia la situación del colectivo no solía ser la deseada, ahora, a causa del miedo a posibles recortes, es incluso más difícil, es el personal más vulnerable de los museos, el más visible e invisible a la vez”.

A partir de las entrevistas, Köhler descubrió su “amor a los museos”, y que entre ese personal “no hay artistas frustrados, sino amantes del arte, estudiantes de Bellas Artes, diseñadores”.

Esta exposición propone un tratamiento expandido del documental fotográfico, en parte porque es un proyecto híbrido con tintes de documental audiovisual. “Curiosamente, mi interés personal era más la voz que la foto, por esa formación de la que vengo”, confiesa Köhler.

Las voces de los auxiliares de sala, entrevistados por Sophie Köhler, están presentes en Can Framis durante la exposición como una voz en off de las fotografías.

Sorprende la ausencia del Museo Picasso, el museo con más visitantes de Barcelona, que “no quiso albergar el proyecto en sus salas”, apunta Köhler restando importancia a la única negativa que recibió.

En ocasiones, como explica Mónica Caravaca (MNAC), al personal de sala se le pregunta por cosas banales, como dónde está el lavabo, pero muchas veces los visitantes “también quieren saber más cosas sobre un artista o buscan una obra en concreto, y entonces nos tenemos que movilizar entre todos, en equipo, hasta que la localizamos”.

En otros casos, como el de Manolo Ferrús, que trabaja en la seguridad de la Fundación Tàpies, lleva la experiencia a su terreno personal: “Después de tantos años en el museo he aprendido a respetar y entender a la gente”.

La artista da por cerrado este proyecto después de tres años de esfuerzo y sobre su próximo trabajo ha revelado que le gustaría hacerlo con una cámara de medio formato, pues en “8 horas con Tàpies” ha trabajado en analógico con una cámara de 35 milímetros.

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