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Julia Holter y otras diosas de la electrónica etérea

La 'femme electronic' Julianna Barwick

Luis J. Menéndez

Las anotaciones del disco recopilatorio New Music for Electronic and Recorded Media: Women in Electronic Music, publicado en 1977, advertían que “El título original de este disco intencionadamente no contenía referencia alguna al género de sus participantes. El nombre New Music for Electronic and Recorded Media fue tomado grado en el Departamento de Música en Mills College en Oakland del que surgieron muchas mujeres (también hombres) compositoras de éxito”.

Ya por entonces toda una generación en la que Laurie Anderson, Pauline Oliveiros, Laurie Spiegel, Annea Lockwood, Suzanne Ciani o Johanna M. Beyer se situaban al frente de la vanguardia de la electrónica, se planteaba la conveniencia o no de crear “escenas” o compartimentos estancos a partir de la cuestión de género. Y cuarenta años después, todavía en esas estamos, cuestionándonos cuál es la posición que ocupa la mujer en un terreno, el de la música electrónica, tradicionalmente dominado por hombres.

En realidad, más allá del hecho incuestionable -casi tanto como la supremacía de los varones en número- de que en la últimas décadas son innumerables los nombres de mujeres que ejercen como djs o productoras –Ellen Allien, Mary Ann Hobbs, Miss Kittin, Maya Jane Coles,...- cabe preguntarse si existe una sensibilidad netamente “femenina” en el terreno de la electrónica.

Efectivamente existe un gran número de artistas sonoras que se manejan en un terreno más personal a caballo de la electrónica de dormitorio, la música clásica y el pop de cámara que en su día patentaron Kate Bush, Stevie Nicks, Liz Fraser (Cocteau Twins), Linda Perhacs o incluso Enya.

El regreso a los escenarios 35 años después de Kate Bush o las visitas a finales de mayo a nuestro país vía Primavera Sound de Julia Holter, Grouper o el mito del folk psicodélico Linda Perhacs nos sirven de excusa para pasar revista y compilar los nombres de diez mujeres (tres de aquí, dos con poderosos vínculos con España y cinco de fuera de nuestras fronteras) que a día de hoy hacen de la exploración sonora, con un talante más o menos pop, la razón de ser de su trabajo. Hemos elegido diez, pero la lista podría haber sido infinitamente más larga: Christina Carter, Noveller, Motion Sickness Of Time Travel, Holly Herndon, hamaYôko, Midori Hirano, Stellar Om Source, Tujiko Noriko, Inca Ore, Tropic Of Cancer, Piana, Moskitoo, Christina Vantzou, Sawako, Katie Gately, Julia Kent y un largo etcétera...

Aries

La propuesta más pop de todo el lote, no en vano Aries –sobrenombre artístico de la bilbaína Isabel Fernández Reviriego- ya dio mucho que hablar hace unos años formando parte de Charades, banda dominada por chicas que evolucionó desde un power-pop pizpireto hacia una psicodelia en la que las texturas tomaban cada vez más protagonismo. Esa dirección se ha hecho aún más acusada en sus dos álbumes en solitario, el último el recién publicado Mermelada dorada (La Castanya, 2014).

Christina Vantzou

La publicación de sus dos álbumes hasta la fecha (bautizados con los adustos nombres de No.1 y No.2) en el veterano sello Kranky ofrece muchas pistas de hacia donde apuntan sus “canciones”: drones evanescentes, composiciones frágiles como el cristal que remiten al autista minimalismo de William Basinski y la solemnidad religiosa de Arvo Pärt.

Colleen

Es el alias artístico de la francesa Cécile Schott, que desde hace unos años reside en San Sebastian. Tras arrancar hace una década con una serie de discos arrebatadores que combinaban la edición de samples digitales, melodías de cajas de música y un cada vez más importante protagonismo de la viola de gamba, se tomó un largo descanso que rompió el pasado año con The Weighing of the Heart, un álbum que ha pasado injustamente inadvertido entre la avalancha de novedades musicales y en el que Colleen canta por primera vez y se abre a nuevas influencias como el dub o la música africana.

Grouper

Desde que se presentara en sociedad con su primera referencia hace menos de una década, esta joven artista de Oregon ha publicado discos de forma compulsiva en CD-R tanto como en sellos de prestigio (incluido el veterano sello madrileño Acuarela) estilizando cada vez más una propuesta que cabría calificar de canción de autor comatosa y espacial. En su inabarcable discografía Liz Harris (Grouper) además ha colaborado con otros músicos tan destacados en el terreno del rock undergound como Xiu Xiu, Roy Montgomery o Inca Ore.

Julia Holter

Posiblemente la más reconocida del lote, habitual de las listas de lo mejor del año en la prensa especializada y capaz por sí sola de girar habitualmente por nuestro país ofreciendo conciertos de mediano aforo y como parte del cartel de grandes festivales. A la californiana, licenciada en Composición Musical por la Universidad de Michigan, podríamos presentarla como una suerte de Kate Bush contemporánea, capaz de casar lo conceptual (discos inspirados por la obra de Eurípides) con unas compasiones de pop sofisticado y exquisito.

Julianna Barwick

Julianna Barwick comenzó su andadura musical cantando en el coro de la iglesia en Missouri, lo que en buena parte explica el misticismo casi religioso que respira una música que inicialmente producía en su dormitorio, multiplicando su voz con una “loopera”. Sin embargo en su tercer álbum, el ambicioso Nepenthe (Dead Oceans, 2013), la norteamericana marcha a Islandia colaborar con un coro infantil y buena parte del equipo de músicos y productores habitual en los discos de Sigur Rós. El resultado es un trabajo aún más catedralicio e impresionante de lo habitual.

Laurel Halo

La prestigiosa publicación británica The Wire señaló su primer álbum, Quarantine (Hyperdub, 2012), como disco del año. Desde ese momento esta joven originaria de Michigan se ha convertido en una suerte de estrella global del underground electrónico, habitual de los principales festivales, donde suele mostrar su faceta más bailable. Para los discos reserva una onírica y futurista reinvención del pop electrónico, en la que su voz le da la alternativa a una maraña de beats y atmósferas más o menos enrarecidas.

LCC

Carrera fugaz pero no por ello menos relevante la de este dúo gijonés formado por Uge Pañeda y Ana Quiroga que hasta anteayer se presentaba en sociedad como Las CasiCasiotone ante pequeñísimas audiencias y que, tras llevarse el premio en el Villa de Bilbao, sorprenden a propios y extraños publicando su primer álbum en el sello austriaco Mego (sí, el de Fennesz, Hecker, Emeralds, Oneohtrix Point Never, Tujiko Norik, etc.). En D/Evolution (a publicarse el 26 de mayo) LCC dan rienda suelta a una paisajística concepción del ambient en la que instrumentos orgánicos y software se dan la alternativa y complementan.

Lucrecia Dalt

Colombiana de nacimiento pero vocacional ciudadana del mundo, Lucrecia Dalt (también The Sound Of Lucrecia) pasó una larga temporada en Barcelona, donde desarrolló la mayor parte de su carrera musical, antes de migrar a Berlín, su actual residencia. Desde una concepción más pop, empleando los instrumentos habituales en una banda, cercana al sonido característico del sello Morr, Lucrecia ha ido moviéndose a terrenos de corte más intimista y ensimismado, abandonando progresivamente el uso de la voz y abrazando una concepción amable del ambient.

Narcoléptica

El alias de Beatriz Vaca Campayo, sevillana en origen pero que tiene en Madrid su centro de operaciones. Sin ningún álbum propiamente dicho en la calle, con apenas un puñado de grabaciones cara al público en su bandcamp, Beatriz se ha ganado el ser reconocida como una de las guitarristas más inquietas de la capital, colaboradora necesaria en formaciones como Ozu o Hielo En Varsovia y habitual de espacios proclives a la experimentación en directo como La Faena II. Narcoléptica es su proyecto más antiguo, también el más maduro, y aquel que a partir de la manipulación de los sonidos de la guitarra vía laptop mira a los ojos a algunos de los referentes internacionales que aparecen en esta misma relación...

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