ENTREVISTA | Luz Casal

“Como mujer, siempre defenderé a aquellas que están en una situación incómoda”

Luz Casal (A Coruña, 1958) es la dueña de su propio tiempo a todos los niveles, ya sea sacando discos u ofreciendo entrevistas. Asegura que necesita aparcar sus canciones, a veces incluso durante un año y medio, para transmitir exactamente el mensaje que quiere. Solo así se fabrican los himnos desde experiencias tan duras como la muerte de un padre -Entre mis recuerdos- o una enfermedad terminal -Ella y yo-.

Ahora, cinco años después del último, la gallega presenta Que corra el aire, un disco con el que cierra asuntos dolorosos del pasado desde una perspectiva de superación, lo que se ha convertido en su sello personal.

La gente recurre a sus canciones para curarse los males, y esto no le molesta pero le impone. “Yo no me considero a mí misma abanderada de nada”, dice mientras se ata una bota encima del sofá. “Uy, perdón”. Modestia y naturalidad son los ingredientes atípicos que han convertido a Luz en una estrella. Nada que perdonar.

Con proyectos que salen con tantos años de distancia, ¿le sigue preocupando la acogida de los nuevos discos o es una situación que ya tiene superada?

No puedes obviar el temor a que tu trabajo no sea bien aceptado, ¿sabes? Aunque sea como un nubarrón pasajero. En el caso concreto de este álbum, tengo la seguridad de haber hecho un buen trabajo, de tener buenas canciones y un equipo fantástico a mi lado. Creo que el resultado es absolutamente defendible.

Pero, con todo y eso, hasta que no reciba la respuesta de la gente, de lo que parece el disco completo y no solo un par de canciones, no estaré tranquila. Y hay otra cosa: no necesariamente un buen trabajo tiene es compensado con un buen recibimiento. Por eso siempre tienes esa duda, esa preocupación.

La rapidez con la que avanza la tecnología y cambian los hábitos de consumo en la música es un reto, pero los sentimientos siguen siendo universales. ¿A cuáles canta usted para hacer frente al tiempo?

No suelo pensar el motivo que me lleva a hacer, grabar o cantar una canción. Es más bien al contrario. Necesito expresar una cosa, y por eso escribo esa canción. Además no soy ajena a los cambios de consumo y de gustos.

Siempre he pensado que, para disfrutar de la vida y de tu música con los demás, hay estar atenta a esos gustos. Yo nunca hago el esfuerzo de convertirme en otra cosa que no soy, pero si las herramientas son distintas, quiero adaptarme.

Por eso se ha mantenido arriba desde los años 80. Hablando de esos comienzos en la movida madrileña, ¿se daba en el backstage la apertura de mente que se predicaba como ideal?backstage

Yo creo que en la música siempre ha habido una mayor libertad. A pesar de que hay energúmenos y gente que no acepta que las cosas pueden ser de múltiples maneras, yo me desarrollé bien. Fui consciente desde joven de que no tendría tantas colegas mujeres como colegas hombres. Y, aunque he recibido comentarios de todo tipo, no creo que esa circunstancia me haya favorecido ni dificultado el camino.

Es verdad que si hubiese sido más comedida, si hubiese puesto más atención, o si no me hubiese defendido con la osadía con las que lo hice, algo me habría frenado. He pensado alguna vez: “esto es demasiado difícil”. Pero siempre he tenido y tengo esa gran vocación por la música, así que las dificultades las manejo.

¿Esas dificultades se daban con los compañeros o con los grandes empresarios?

Nunca me he sentido subestimada por los compañeros. Ni siquiera cuando hacía coros en un grupo de hard rocky y heavy rock, ni, por ejemplo, con Antonio Vega. Ellos sabían que tenía un conocimiento de la música y unos gustos parecidos a los suyos, y siempre me trataron como con respeto.

Las dificultades y los tratamientos diferenciadores llegaron desde fuera. Alrededor de las que hacíamos música, la cosa se complicaba un poco. Seguramente he tenido que escuchar cosas que los tíos de mi profesión no.

De hecho, contó que cuando trabajaba en el álbum El ascensor, la discográfica Phillips intentó sexualizar su imagen. ¿Cómo fue?El ascensor

Sí. Me pusieron el ejemplo de Cher, que iba con poca ropa y esos tocados indios. Son cosas inevitables cuando alguien no tiene una idea de lo que puedes hacer o de lo que tú eres. Pero no fue una imposición, porque en el mismo momento en el que me lo enseñaron, les dije: “no soy esa que os imaginais”.

Se resolvió rápido. Y al final salí en la portada del primer single con un trajecito de chaqueta, de segunda mano no, de vigésimo novena mano, y empujando la puerta del ascensor de un hotel en Madrid [risas].

Dice que es algo inevitable, pero bastante más -por no decir exclusivamente- en el caso de las mujeres, ¿no?

Claro y no solo en las discográficas. Recuerdo una actuación en un club que ya no existe de Madrid, y un crítico de un periódico importante, casi exclusivamente el único de tirada nacional en ese momento, dedicó tres cuartas partes de su texto a analizar los pantalones que llevaba, el tipo de botines, las hebillas y el peinado. Ni una palabra sobre la parte musical.

Fue incapaz de decir si cantaba bien, si estaba dentro de lo que cada canción exigía, si mis textos eran interesantes, o todo lo contrario. Su descripción parecía propia de una revista de moda. Me cogí un rebote del quince. Y, durante años, cada vez que lo veía, me daban ganas de lanzarme al cuello. Menos mal que pocas veces soy violenta, con lo cual, él ganó y yo también [rísas].

¿Se imaginaría recibiendo una crítica así hoy en día?

Yo físicamente nunca he potenciado el hecho de ser mujer como una posibilidad de conquistar a posibles oyentes. Siempre he antepuesto mi condición de compositora o letrista a cualquier otra cosa. Pero, desde luego, tampoco voy a convertirme en algo que no soy ni a disfrazar mi fisionomía por parecerme al otro que tiene más poder que yo.

Como mujer, siempre defenderé a aquellas que están en una situación incómoda, cuando no de peligro y cuando no, por supuesto, de violencia. Desde que escribí la canción Sumisa hace un montón de años, he sentido la necesidad de cantar sobre esto: ¿en nombre de quién has perdido tu voz?

Se acerca el Día de la Mujer Trabajadora. ¿Cómo ve el hoy respecto a esas cosas que cuenta de hace veinte o treinta años?

Estamos viviendo un momento en el que la gente es más consciente. La realidad es la que es, y más de la mitad de la población del mundo no puede estar sometida a la otra mitad. Los poderes tienen que ser compartidos.

Una mujer con talento nunca debe estar por debajo de un hombre con talento. Nunca. Esa situación tiene que mejorar. No es ya una cuestión de educación, que lo es, sino una cuestión mucho más básica de solidaridad. De que el hombre se ponga en nuestra piel. De compartir.

Yo, que he tenido siempre muchos hombres a mi lado, muchas más que mujeres, conozco a algunos magníficos y a otros a los que tienes que aleccionar. Darles tres rapapolvos para que entiendan que una cosa es el deseo, otra cosa es el sexo y otra cosa es la convivencia.

No se le suele preguntar a los referentes sobre sus propios referentes. ¿Cuáles son los suyos?

Muchísima gente. Patti Smith ha sido una mujer ejemplar, sin que tengamos mucha conexión musical. Pero cuando leí sus dos últimos libros, tanto el de poesía como el de sus años compartidos con Robert Mapplethorpe, encontré muchas similitudes. O ver a Siouxsie and The Banshees pintada como una puerta y subida a un escenario, también me dio ese punto transgresor que necesitaba.

Y luego hay muchísimas mujeres que me han abierto puertas y ventanas y no son del mundo de la música. Me impactó mucho leer a Virginia Woolf y gran parte de la obra de Rosalía de Castro, que es maravillosa.

Siempre me han llamado la atención las mujeres en particular, pero también la gente sobresaliente, que con su tesón han superado dificultades y han hecho cosas geniales para que la humanidad se beneficie de ellas.

Usted también es un referente musical para muchas mujeres de hoy en día. Por desgracia, en 2007 se convirtió en otro tipo de referente. Dice que escucha que es un ejemplo de supervivencia contra el cáncer de forma cotidiana. ¿Qué le despierta?

Nunca he tenido ningún problema en hablar de mi enfermedad. Me enfrenté a ella en dos ocasiones. Pero tampoco quiero que eso me convierta en una abanderada, en el sentido de que lo he resuelto bien. Si para la gente afectada, mujeres y hombres, mi actitud ante la enfermedad les resulta inspiradora, me parece fantástico. Pero yo no me considero nada a mí misma.

Tengo un carácter que me ha ayudado mucho, he tenido suerte, he estado en buenas manos, he tenido la compañía de la música, he sido bien tratada y bien querida. Esas cosas me ayudaron un montón, aparte de mi decisión de no dejarme tumbar por las dificultades.

Se ha dicho, sobre todo en los últimos años, que hay que abandonar el discurso del vencedor y el héroe contra el cáncer. ¿Sintió esa presión sobre los hombros?

Es que además es una enfermedad con muchísimas cabezas. Hay más de 200 tipos de cáncer, y hablar de forma general acaba confundiendo y metiendo la pata. No es una tabula rasa.

Yo lo único que puedo decir es que es mejor tener una actitud de poner de tu parte, e intentar no irte a la esquina y darte por vencida a la primera de cambio. Es algo que yo aplico en todos los ámbitos de mi vida. Sacas mejores resultados cuando tienes esa actitud.

Como artista versátil y que no ha tenido miedo de abordar ningún tabú en sus canciones, ¿estamos ante un episodio negro para la libertad de expresión con cantantes en la cárcel, libros secuestrados y obras de arte censuradas?

A veces se hacen polémicas de episodios que podían haber sido más anecdóticos. Uno tiene que saber que la libertad, incluso en la creación, si llega a afectar a la libertad del otro negativamente, no está bien. En cualquier caso, me resisto a dar mi opinión frente a estas polémicas, aun teniéndola.

Si tuviese tiempo para desarrollarla, me explicaría mejor. Así, de una manera breve y rozando la opinión frívola, me resisto. No quiero ser malinterpretada. De todos modos, habiendo vivido distintos momentos históricos en la música, no siento que estemos peor que hace veinte años.

Entonces, ¿cree que es algo episódico?

Creo que son momentos. Como cuando alguien muestra un pezón en la Super Bowl. Las consecuencias de ese momento dependen de la cultura y de aspectos que van más allá de una opinión soltada con una cerveza en la mano.

Por último, letra para el himno de España: ¿a favor o en contra?letra para el himno de España

Yo, como no me acuerdo nunca de las letras, en ocasiones ni de las mías [risas], canto siempre las melodías. Prefiero la música. Creo que amplifica más el mensaje y el número de personas que puedan escucharlo.