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Con The War On Drugs vuelve el mejor rock de los 80

Luis J. Menéndez

The War On Drugs

The War On Drugs

A Deeper Understanding

Atlantic / Warner

ROCK

8/10

Lost in the dream era un disco marcado por la depresión de Adam Granduciel, una obra en la que el de Filadelfia definitivamente se situaba al margen de la disciplina de equipo para abrirse en canal públicamente. Fue también el disco con el que The War On Drugs daba el salto a la primera división del rock, antesala del paso a una discográfica multinacional. Hablando en plata, con Lost in the dream ,The War On Drugs tocaron el cielo.

Tres años ha tardado Adam Granduciel en dar forma a esa continuación que llega de la mano de Atlantic/Warner con las expectativas por todo lo alto. Decir lo primero que nadie que haya caído enamorado de aquel álbum se va a sentir decepcionado ante la nueva entrega de The War On Drugs.

Estas diez canciones generosas en minutaje –nuevamente doble álbum en vinilo- suponen la continuación natural de un trabajo que terminó de perfilar el sonido del grupo. Hay matices: baterías ochenteras, ausencia del saxo y también de temas instrumentales de corte más experimental que servían de argamasa. Pero más allá de los detalles A Deeper Understanding termina de asentar al grupo entre la élite del rock norteamericano contemporáneo con un discurso que alcanzó su cenit con su anterior trabajo.

Y, aun con el factor sorpresa en contra, la fórmula se mantiene imbatible. El hilo musical de Granduciel lo componen Bob Dylan -su referente más evidente como intérprete-, el rock de radiofórmula de los ochenta y unas gotas de space-rock que aporta ingravidez, el peso de los sintetizadores en la mezcla y patrones metronómicos. Con esos mimbres y un sentido del romanticismo que inunda todo el disco, The War On Drugs nos hacen sentir nostalgia de un tiempo en que este tipo de música sonaba en radio, televisión y hasta en los supermercados de nuestras ciudades.

Filthy Friends

Filthy Friends

Invitation

Kill Rock Stars / Popstock!

POP

5/10

La alineación no puede resultar, a priori, más atractiva: Corin Tucker (Sleater-Kinney), Peter Buck (R.E.M.), Scott McCaughey (Young Fresh Fellows), Kurt Bloch (The Fastbacks) y Bill Rieflin (King Crimson) se unen para dar forma al primer disco de este -no cabe definirlo de otra forma- supergrupo. Un vistazo a los nombres dan una idea muy aproximada de hacia dónde se mueve la propuesta de Filthy Friends, suerte de power pop facturado por cincuentones. La falta de empuje que provoca el paso de los años lo suplen con un enorme bagaje musical.

Corin Tucker asume el rol de cantante, lo que inevitablemente trae a la cabeza a Sleater-Kinney en los momentos más aguerridos del disco, llevando los medios tempos a la orilla de Fleetwood Mac. Cuando conseguimos abstraernos de su presencia vocal se revela la personalidad del resto de invitados: Second Life es puro R.E.M. previo al Out of time, y la mayor parte de Invitation apuesta por un rock energético de la escuela Young Fresh Fellows.

El resultado final, sin embargo, se sitúa por debajo de las bandas que se encuentran en el germen de Filthy Friends. Con semejante plantel, de hecho, la ausencia de una canción verdaderamente memorable a lo largo de todo el disco desafía a la estadística y hasta a la pura lógica. Es lo que tienen las reuniones de amigos, que terminan siendo una excusa para hablar de los viejos tiempos más que la manera de afrontar aquello que todavía está por llegar.

Gogol Bordello

Gogol Bordello

Seekers and finders

Cooking Vinyl / Popstock!

MESTIZAJE

5/10

Cuatro años han pasado desde que Gogol Bordello publicaron su último disco, Pura Vida Conspiracy. Un tiempo en el que se han multiplicado las razones para que esta fanfarria punk y mestiza caiga en el desánimo: los conflictos étnicos y religiosos lejos de aplacarse se multiplican y su país, EEUU, ha visto cómo un tipo abiertamente racista ocupaba el sillón presidencial.

Pero ese caldo de cultivo parece no hacer mella en Eugene Hutz y los suyos que, lejos de plantear un disco oscuro, opresivo, como correspondería al paisaje general, vuelven a llevar a cabo un ejercicio de vitalismo musical. Con sus cartas abiertas a la concordia y al nomadismo cultural, por supuesto. En uno de los temas, Clearvoyance, Hutz -nacido en Ucrania aunque instalado desde hace dos décadas en EEUU a donde llegó como refugiado político- se representa como inmigrante en busca la libertad.

Hutz produce también un disco cuyo mayor handicap es, al mismo tiempo, una de sus principales bazas: la apuesta por un sonido convencional en el que lo étnico es meramente cosmético. Más allá de los puntuales arreglos de violín y acordeón -que elevan por ejemplo la recta final de Familia Bonfireball- y un bombo que anima los pasajes más uptempo, el grueso de las canciones de Seekers and finders parten de una base pop-rock bastante vulgar que poco o nada tiene que ver con ese mestizaje del que hacen bandera los Bordello. En nuestro país, sin ir más lejos, tenemos ejemplos mucho más divertidos y exploradores de fusión multicultural.

Julie Doiron

Julie Doiron

Canta en español Vol. II

Acuarela

FOLK

7/10

Hubo un tiempo en que cantautoras como Nina Nastasia, Lisa Germano, Tara Jane O'Neil, Shannon Wright o Julie Doiron disfrutaron de cierto reconocimiento que les permitía girar y hacer crecer a su ritmo unas discografías personalísimas, que mostraban a unas compositoras e intérpretes de gran talento. Bien sea el cambio del paradigma que ha obligado al artista a convertirse en trashumante, bien la tiranía de las modas, el caso es que la mayor parte de esos nombres han pasado a un segundo plano casi invisible, a pesar de que algunas de ellas han continuado publicando discos de forma bastante regular.

La canadiense Julie Doiron llevaba una temporada fuera de juego hasta que el sello madrileño Acuarela -al que le une una larga relación discográfica- publicó en 2015 un siete pulgadas interpretando en castellano algunos de sus temas más representativos. La curiosidad dio para una gira reciente por nuestro país y, ahora, para un segundo volumen con siete reinterpretaciones más en nuestra lengua.

El propio capo del sello, Jesús Llorente, se encarga de las traducciones y de una versión de Le Piano titulada Brumario que apuesta por un texto absolutamente libre. Es, de hecho, aquel que mejor encaja en la interpretación de Doiron precisamente por no estar sometido a los rigores de la traducción.

Interpretativamente la canadiense muestra su cara más lo-fi y desnuda, renunciando a los mínimos arreglos (una línea de bajo, un ritmo esquelético, una línea de sintetizador...) de los que sí gozaban discos generacionales como Goodnight Nobody o Desormais. Y el resultado no deja de ser una referencia anecdótica dentro de su discografía, pero también un guiño y un regalo para esos pocos fieles que en nuestro país aún reconocen la huella que su música ha dejado a lo largo del tiempo.

Liars

Liars

TFCF

Mute / [PIAS]

POST PUNK

7/10

Liars han ido perdiendo elementos desde su debut en 2001. La banda comenzó como un cuarteto, ha pasado en diferentes momentos por formatos de trío y dúo, y tres lustros después de su debut Angus Andrew -esa casadera compuesta y sin novio que aparece en portada- asume el desafío de convertirse en Liars. Hasta pone su cara en portada, un detalle inédito hasta la fecha en la formación norteamericana liderada por este excéntrico australiano. Cierta es la sospecha de que Liars siempre ha sido, en esencia, el vehículo expresivo de Andrew. Lo que queda definitivamente confirmado al escuchar el octavo disco de la banda, otro ejercicio de post-punk afilado marca de la casa.

A la hora de enfrentarse a la grabación Andrew reproduce el comportamiento habitual de quien acaba de romper con su pareja y vuelve a casa de sus padres. TFCF ha sido registrado en su Sidney natal, aunque ese no es el único cambio en un trabajo que es lo más orgánico que Liars han grabado desde su ya lejano debut. Aunque las estructuras aquí son caóticas, tal y como nos tienen acostumbrados, el uso de la guitarra acústica como elemento compositivo central da en un disco algo más ligero de lo que nos tienen acostumbrados.

En cierto modo y salvando las distancias recuerda la conversión de otro ilustre del sello Mute, Fad Gadget, cuando a mitad de los ochenta abandonó las máquinas para registrar una serie de álbumes transformado en cowboy y bajo su propio nombre, Frank Tovey. Tras lo apuntado en TFCF, el disco más autobiográfico de Angus Andrew hasta la fecha, no es descabellado pensar en una futura deriva similar con este u otro nombre artístico.

Nick Cave & Warren Ellis

Nick Cave & Warren Ellis

War machine BSO

Invada / [PIAS]

BANDA SONORA

6/10

La sociedad entre Warren Ellis y Nick Cave no sólo ha inaugurado una nueva etapa creativa en la larga trayectoria de los Bad Seeds sino que ha abierto otro frente, el de la composición de bandas sonoras, que tiene al dúo de lo más ocupado. Son actividades, además, plenamente complementarias en cuanto que el nuevo modus operandi compositivo, centrado en el loop y (hasta cierto punto) la improvisación, ha condicionado trabajos recientes como el extraordinario Skeleton Tree.

War machine es un largometraje con producción de Netflix dirigido por David Michôd (Animal Kingdom) y protagonizado por Brad Pitt que, en clave de humor, sigue la trayectoria de un general al que se le encarga comandar las tropas estadounidenses en Afganistán tras el 11-S. Más allá de lo fallido de la película, que a su vez adapta una novela de Michael Hastings, llama la atención la apuesta de Cave y Ellis por un universo sonoro que a priori encaja más bien poco con el tono paródico de la cinta.

Es cierto que lo trascendente es su campo y resulta difícil imaginar a los dos australianos manejándose lejos de ese territorio. Desde luego no lo hacen en esta serie de instrumentales de corte electrónico por los que se cuelan ecos de otros trabajos cinematográficos suyos más certeros en el uso del piano arropado por texturas ambient o los coros fantasmagóricos de Humble man.

En realidad el tono del disco lo definen tanto o más que la colaboración de Ellis y Cave una serie de piezas elegidas para acompañar su trabajo. Cuatro temas instrumentales del Cluster Hans-Joachim Roedelius (uno de los padres de la electrónica aplicada al pop) y otro de la exquisita banda de cámara Rachel's. En ese territorio se mueve una banda sonora que a la hora de tratar temas más bien terrenales apuesta por la ingravidez.

Queens Of The Stone Age

Queens Of The Stone Age

Villains

Matador / Popstock!

ROCK

7/10

El propio Josh Homme reconoce que en el entorno del grupo la elección de Mark Ronson como productor del séptimo álbum de Queens Of The Stone Age resultó sorprendente. Asociamos a Ronson con su hit superventas Uptown Funk, con Amy Winehouse, Lady Gaga o Adele. No parece el bagaje más indicado a la hora de afrontar el disco de una de las bandas de rock duro más populares de la actualidad. Homme, sin embargo, supo ver en el británico un amante del rock clásico capaz de aportar a la banda un toque de groove sin desnaturalizarles ni convertir el trabajo en un constante toma y daca entre ambos.

El fichaje de Ronson es la principal novedad de un disco que aporta matices a todo lo que QOTSA llevan ofreciendo desde su formación hace ya dos décadas. A estas alturas Homme, perro viejo, sabe que resultará complicado superar la intensidad de sus primeros discos, esos Rated R o Songs for the Deaf que crearon escuela. Por eso Villains abre el abanico y termina por resultar el álbum más bailable de la formación californiana. La triada que sirve para abrir el disco -Feel don't fail me, The way you used to do y Domesticated animals- es un buen ejemplo del territorio por el que se mueven en la actualidad: los riffs ledzeppelinianos sirven de armazón para unas canciones que optan por abrumar sin por ello renunciar a hacernos mover las caderas.

No todo el disco mantiene esa misma intensidad y hacia la recta final, lo que vendría a ser la cara b, el tempo se decelera para dar paso a una serie de “experimentos” que muestran la cara más amable de Homme. Más que suficiente para mantener el interés de incondicionales y aficionados al del rock'n'roll de hormigón armado.

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