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Por las infraestructuras al poder

Xavier Ribera Peris

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“Ix un home que vol cantar.

Ix un home que vol sentir cantar.

Ix un home que no vol deixar cantar ni deixar-ne sentir.

I d’açò fem una cançò.”

Josep Lluís Fos (Inèdit)

Con la formación del gobierno de Pedro Sánchez, se ha producido una escalada empresarial para entrar en la arena política. Se perdió València—ciudad y reino—y ahora entran en Madrid. Nada menos que en la Moncloa. El pistoletazo de salida lo dio Salvador Navarro—segundo de Garamendi en CEOE--, presidente de la patronal CEV, exigiendo la aprobación de los presupuestos del Estado y la ampliación del puerto porque sí. Feria València es otro circo: entre todos la mataron y ella sola se murió.

Ceder tiene precio

Siguió la sobreactuación del activista-militante Cristóbal Aguado, de la Asociación Valenciana de Agricultores, afeando a la Generalitat sus decisiones “equivocadas” contra la plaga de xilella de los árboles y el insuficiente apoyo hortofrutícola ante la Comisión Europea. Hoy la hoja de ruta del proyecto empresarial cohesionado y común para la Comunitat Valenciana está en encefalograma plano. Es decir, no existe. Que se lo hagan ver. Sin alternativa, no hay seriedad. La excesiva confraternización entre poder económico y poder político se paga. Detrás de todo, la incomparecencia de la conselleria de Economia, de Rafa Climent. Hacer puede ser conflictivo, pero consentir suele ser peor. Ahí estamos.

Infraestructuras

La batalla por las infraestructuras es la columna vertebral del debate: empresarios frente a las administraciones públicas. ¿Es punto de arranque o línea de llegada? ¿Las infraestructuras son el motivo del movimiento o el síntoma de cansancio por agotamiento de una clase empresarial que no da más de sí? En abril de 1989, en pleno esplendor de las entidades económico- empresariales del País Valenciano tuvo lugar la Cumbre de Orihuela. Su alcalde y anfitrión era Luís Fernando Cartagena. Iniciaba su carrera política que después se truncaría en la cárcel de Picassent, compañero de trapisondas del hoy procesado expresident de la Generalitat, Eduardo Zaplana. El malestar empresarial frente a la Generalitat socialista de Joan Lerma se resumió así: infraestructuras o nos tiramos al monte. Y ganó Lerma.

Bajo mínimos

En el País Valenciano hay dos niveles de prioridad. El más notable está ligado a los grandes objetivos que deberían presidir el quehacer de la vida pública: financiación, inversión, políticas de empleo, competitividad y la productividad, reindustrialización, modelo económico y vertebración del territorio (comarcalización). El segundo escalón se instala en el rango miserable de la política. Luchas internas, desavenencias entre socios de gobierno, desplantes de la oposición, peleas personales e intromisiones impresentables. En este capítulo, rastrero, caben las guerras por los puertos, la dejación por las ferias y la incomprensible celebración del Corredor Mediterráneo, que llegará treinta años tarde. Bien lo sabe el comisario Josep V. Boira. Postergación por razones exclusivamente políticas contra los intereses valencianos. Por incompetencia e incomparecencia de los políticos autóctonos (PP y PSOE). A los que en breve se sumarán Compromís y U. Podemos, si no reaccionan. Y por menosprecio y prepotencia de los distintos gobiernos de España, con aquiescencia empresarial.

Público

El Puerto de València, es infraestructura estratégica dependiente de la administración central del Estado, cuya Autoridad Portuaria se rige por su Consejo de Administración. Donde ahora mismo hay una lucha patética por sentarse entre sus cargos con voz y voto. En su presidencia el jubilable Aurelio Martínez. Personaje vinculado al PSOE que cuenta con el placet de Vicente Boluda para que la Generalitat Valenciana respalde su permanencia en el puesto. El Puerto de València, a raíz del nuevo reparto de poder suscitado, tanto en la Generalitat Valenciana como en el gobierno español, se ha convertido en la caja de los truenos. Se han encendido todas las luces rojas empresariales porque los políticos “politizan” las entidades públicas de acuerdo con el espíritu de las leyes por las que se rigen. En el debate, los intereses multimillonarios que se mueven en el puerto y la aprobación de la nueva terminal de contenedores a la que opta la empresa estibadora MSC, el muelle para cruceros y el reparto de prebendas ligadas a los antiguos astilleros de Unión Naval de València, concedida a Vicente Boluda, presidente de AVE.

Agravio

Han tenido que sonar las alarmas por la desfachatez de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso(PP), en su propuesta para que la feria Mobile viaje de Barcelona a Madrid, para que se vea que falla el Gobierno central. Al no regular ni ordenar el tráfico de las ferias en España. Un motivo más para que se acreciente el sentimiento de agravio comparativo entre Madrid y el resto de urbes españolas. Hay escandalosa competencia desleal entre la capital y el resto. Catalunya, inmersa en un conflicto secesionista, hasta ahora no había percibido el peligro de que sus ferias fueran captadas por Madrid. Ya tenemos la certeza de que esto es posible y ocurre. Varias ferias que nacieron en la Comunitat Valenciana se están celebrando en Madrid, por múltiples razones. En el combate ferial patina el Gobierno de España. Teniendo en cuenta que la mayoría de ferias son nacionales e internacionales, debería ser preceptivo obtener una licencia del ministerio de Comercio. Para poner en marcha un proyecto ferial tendría que exigirse el estudio de idoneidad y conveniencia. Sin menoscabar los derechos de las instituciones feriales que las pusieron en marcha en su día. Libertad no es abuso.

Con la actual política de “quien más pueda para él”, se incrementan las desigualdades y los desequilibrios. La España vaciada, Teruel existe o León se va. Sufren los intereses económicos territoriales y se condena al sistema ferial a regirse por la ley de la selva. Crecen los argumentos de insolidaridad, que no se justifican con la visita del president de la Generalitat, Ximo Puig, acompañando a 60 empresarios, a una feria textil madrileña que tendría que celebrarse en València: Textilhogar. ¿Quién tiene la culpa?

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