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THE GUARDIAN

El horror del incendio en el campamento de refugiados de Bangladesh contado por una superviviente: “Lo he vuelto a perder todo”

Una niña refugiada rohinyá frente a un muro quemado tras el gran incendio que se produjo hace dos días en el campo de refugiados de Balukhali, en Cox's Bazar.

Redwan Ahmed

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Marium Khatun, de 40 años, estaba en casa alimentando a su hijo de 10 meses cuando vio por primera vez las llamas y el humo. Al darse cuenta de que un enorme incendio estaba arrasando el campo de refugiados de Bazar de Cox, en Bangladesh, a pocos metros de su barracón de dos estancias, entró en pánico.

“De repente, me di cuenta de que una multitud corría en todas direcciones por la carretera frente a mi casa. Me acerqué a la puerta y vi este enorme incendio a unos 30 metros de distancia. No podía pensar con claridad”.

“Cogí a mi hijo y empecé a correr en dirección contraria a las llamas”, explica Khatun. Su marido y sus otros cuatro hijos no estaban en casa en ese momento, así que tuvo que escapar de las llamaradas sola, con su bebé.

El fuego arrasó varios campamentos de la zona de Balukhali este lunes por la tarde y ardió hasta la noche. Al menos 15 personas, entre ellas tres niños, murieron. Este martes, por lo menos 400 personas seguían desaparecidas. ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) ha indicado que unas 45.000 personas se han visto obligadas a dejar atrás sus hogares y a desplazarse.

Khatun es una de ellas. Las llamas alcanzaron su hogar, hecho con bambú y lona, mientras ella huía. “De repente, las llamas estaban por todas partes. En cualquier dirección que corriera, el fuego nos bloqueaba el camino. Pensaba en mi marido y en mis otros cuatro hijos, que estaban afuera jugando, y pensé 'esto es el final, hoy vamos a morir todos'”.

“En algún momento estuve a una distancia segura y no recuerdo cómo llegué allí con mi hijo. Pero lo único en lo que podía pensar entonces era en el resto de mi familia. Lloraba y gritaba. No tenía forma de contactar con ellos. Estaba en shock. Pensé que los había perdido”, recuerda. Finalmente, un familiar consiguió encontrar a Khatun y la puso a salvo: “Uno de mis sobrinos me encontró entre la multitud y me llevó a casa de mi hermana. Pude llamar a mi marido, que estaba bien, pero tampoco sabía nada de mis hijos. Estaba tan preocupada que sentía que me moría”.

Al cabo de unas horas, sus hijos llegaron a casa de su hermana y la familia volvió a estar junta, pero su hogar ya no existe. El martes volvió al solar donde hasta hace poco estaba su barracón y sus hijos rebuscaron entre los escombros para ver si encontraban algo que llevarse. “Ya lo perdimos todo en Myanmar. Vinimos a Bangladesh y volvimos a empezar. Ahora lo he vuelto a perder todo. Solo cogí a mi hijo y escapé del fuego. No tuve tiempo de llevarme nada más. No sé qué haremos ahora”, lamenta.

Khatun, su marido y sus hijos pidieron a familiares cañas de bambú y lona y construyeron una cabaña improvisada para dormir. Su hermana les ha traído comida y han recibido un paquete de provisiones del Programa Mundial de Alimentos. “Siempre hemos contado con el gobierno de Bangladesh y las organizaciones de ayuda humanitaria. Seguimos contando con ellos”, dice Khatun.

Las autoridades de Bangladesh y ACNUR se están apresurando a proporcionar apoyo y las protección fundamentales a los 45.000 refugiados rohinyá que han perdido sus refugios y pertenencias en el incendio.

“Solo Dios sabe cuántos de ellos no consiguieron escapar”

Mohammad Selim, de 38 años, se desplazó hasta el lugar del incendio cuando se produjo. Explica que el fuego avanzaba demasiado rápido como para que la gente pudiera llevarse algunas de sus pertenencias mientras huía del lugar.

“Era una situación caótica. Reinaba el pánico. Todos corrían para salvar sus vidas. El fuego se extendió tan rápido que la gente apenas pudo recoger sus pertenencias”. “Solo Dios sabe cuántos de ellos no pudieron huir de las llamas”, dice Selim, que cree que la pérdida de vidas humanas y de bienes habría sido mucho peor si el incendio se hubiera producido por la noche.

“Por suerte todavía era de día y pudimos reaccionar rápidamente. Todo el mundo se apresuró a ayudar y trató de apagar el fuego. Muy pronto llegaron los bomberos. Los refugiados y los voluntarios unieron sus fuerzas con los bomberos, la policía y el ejército. Pero el viento era tan desfavorable que se tardó horas en controlar el fuego”, lamenta.

Bangladesh se ha convertido en el país de acogida de más de un millón de musulmanes rohinyá, que viven en campos de refugiados abarrotados. La mayoría de ellos huyeron de la vecina Myanmar en 2017 por la represión por parte del ejército de ese país. Según Naciones Unidas, la represión tenía una finalidad genocida; una acusación que Myanmar rechaza.

El enorme incendio se produce a pocos meses de la temporada de monzones en Bangladesh, cuando los ciclones y las fuertes lluvias entre junio y octubre azotan la región y a menudo provocan inundaciones.

Traducido por Emma Reverter

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