Un trabajador autónomo que gana 6.000 euros al mes hoy puede cotizar a la Seguridad Social 605 euros, casi lo mismo que abona un asalariado con un sueldo bruto de 1.500 euros mensuales. Una nómina de un empleado de 6.000 euros brutos paga tres veces más a la Seguridad Social: 1.893 euros. Son algunos ejemplos de la gran brecha que existe en la actualidad en las cuotas a la Seguridad Social de autónomos y asalariados, que se agranda cuanto más ganan los trabajadores por cuenta propia.
La polémica suscitada a raíz de la negociación de las cuotas de los autónomos a partir de 2026, para cumplir con la reforma aprobada en 2022 que estableció que deben cotizar en función de lo que ganan, ha vuelto a generar mucha confusión y bulos sobre lo que es la cotización a la Seguridad Social y sobre cuánto pagan los autónomos y los asalariados al sistema.
La siguiente tabla recoge las cuotas a la Seguridad Social de autónomos y asalariados a partir del salario mínimo interprofesional (SMI) de 2025.
Es importante señalar que la cuota de los asalariados, que pagan entre la empresa y el trabajador, es la que refleja la tabla. Se calcula con un porcentaje sobre su salario bruto, que define su base de cotización, con el máximo de 4.910 euros. Los salarios no cotizan a partir de esa cantidad –si ganas 7.000 euros brutos, cotizas solo por los primeros 4.910 euros–, dentro de la lógica de un sistema que después también tiene las prestaciones sociales con un límite máximo.
Sin embargo, la cuota que recoge la tabla para los autónomos es la mínima por la que pueden cotizar, ya que todavía mantienen la posibilidad de elegir dentro de sus tramos de ingresos netos y aportar por más si eso les conviene. Por ejemplo, el autónomo que gana más de 6.000 euros al mes puede cotizar 605 euros al mes o 1.542 euros.
“Los autónomos tienen una capacidad de planificación o comportamiento estratégico que la persona trabajadora por cuenta ajena no tiene”, recuerdan fuentes del diálogo social. Esta planificación es frecuente entre los trabajadores por cuenta propia: ajustan sus cuotas para aportar más en periodos que se tienen en cuenta para el cobro de prestaciones, como la de maternidad/paternidad y la pensión.
Otro apunte relevante es que las cotizaciones a la Seguridad Social desgravan a nivel fiscal. Es decir, una parte de lo que se paga en cuotas luego se recupera en la declaración de la renta. Esta desgravación de impuestos, progresiva y que aumenta cuantas más cuotas se pagan (con desgravaciones en el tramo más alto de alrededor del 50% en varias Comunidades Autonómicas) es determinante para analizar el impacto de las propuestas de aumento de cuotas a los autónomos que se está discutiendo para 2026, y que se refleja en la siguiente gráfica.
Así, aunque la última propuesta del Gobierno recoge aumentos de cuota en los tramos más altos de ingresos del 2,5%, como máximo de 15 euros al mes, o la propuesta anterior de hasta 200 euros de subida en el último escalón, en realidad tienen un impacto en el bolsillo de los autónomos de la mitad de esas cuantías, gracias a lo que recuperan a nivel fiscal.
Por qué hay tanta diferencia en las cuotas
La gran brecha en la cuota que pagan autónomos y asalariados se explica principalmente por un motivo: los trabajadores por cuenta propia siguen sin cotizar por sus ingresos netos, a diferencia de los asalariados, y pueden pagar solo por una parte. En el caso de quienes ganan más, medio millón de autónomos que ingresan más de 4.000 euros netos al mes, pueden cotizar por una parte muy pequeña de sus ganancias.
Este concepto es la base de cotización, que alude a la parte de las ganancias o del salario por la que se cotiza a la Seguridad Social. En el caso de los asalariados, esta base es el salario bruto (con la excepción de los trabajadores a tiempo parcial, que no siempre coincide), con el límite de la base máxima mencionada, mientras que los autónomos todavía tienen acceso a bases de cotización más reducidas respecto a sus ingresos netos.
De nuevo, con el ejemplo del autónomo y el asalariado que ganan más de 6.000 euros al mes, mientras que el trabajador por cuenta propia puede cotizar solo por los primeros 1.928 euros, en el caso del empleado cotiza por los primeros 4.910 euros de sueldo, hasta la base máxima de cotización.
En 2022, el Gobierno acordó con los sindicatos, las patronales y los tres mayores colectivos de autónomos (ATA, UPTA y UATAE) una reforma -avalada por la mayoría del Congreso, incluido el PP- para que los trabajadores por cuenta propia cotizaran por fin por sus rendimientos netos. Era una reivindicación histórica de parte del colectivo. Tanto para que quien más gana cotice más, como para que los que menos lo hacían pudieran acceder a una cuota más baja. Algo que también se hizo: en 2022, la cuota mínima era de 294 euros al mes.
Dado que la inmensa mayoría cotizaba por la mínima posible (85%), para que no hubiera un enorme aumento de cuotas para muchos trabajadores, se pactó que esta aproximación a la cotización por los ingresos netos se haría poco a poco, a lo largo de diez años. La meta se fijó por ley en el 2032. Es la senda que ahora el Ministerio de la Seguridad Social estaba intentando recorrer, aunque con una negociación que ha comenzado sin éxitos.
Otra parte de la brecha entre la cuota final que pagan los autónomos y los asalariados se explica por los “tipos de cotización”, los porcentajes que se aplican a la base de ganancias por la que se cotiza. Estos porcentajes corresponden a distintas “contingencias”, para estar protegidos en situaciones de enfermedad común, desempleo o cese de actividad, y accidentes de trabajo, entre otras.
La siguiente tabla recoge los tipos que pagan los autónomos y los que se pagan por la nómina de los asalariados, entre el trabajador y la empresa. La cuota patronal tradicionalmente se considera “salario diferido”, ya que los empleadores la tienen en cuenta como parte del coste total del trabajador a la hora de ofrecerle un sueldo.
El porcentaje de cotización por accidentes de trabajo de los asalariados reflejado en el cuadro es el mínimo posible, ya que varía por actividades y algunas aportan más debido a su peligrosidad.
Colectivo variado: precarios, pero también empresarios
El colectivo de autónomos es muy variado. Hay trabajadores precarios, pero también otros que no lo son, incluidos empresarios y profesionales con elevadas ganancias.
De los 3,7 millones de personas que estuvieron de alta como autónomos en algún momento en 2023, casi 1,4 millones declararon que tenían rendimientos netos por debajo del salario mínimo, según datos de la Seguridad Social a los que ha accedido este medio. En estos tramos se ubican tanto trabajadores precarios, como personas con actividades complementarias a otros empleos o ingresos, entre otras posibles situaciones. También casos de economía sumergida, en los que no se declara toda la ganancia del negocio.
Casi medio millón, 460.000 personas, declaró que no tenía ningún rendimiento, algo que es frecuente en el caso de parientes en negocios familiares, así como entre algunas personas que se mantienen en el régimen de autónomos sin actividad para cotizar y tener derecho a una pensión, al estilo de los convenios especiales de la Seguridad Social para asalariados que no existen en el caso de los trabajadores por cuenta propia.
Hay otro más de 1,3 millones de autónomos que ganan más que el salario mediano en España: de algo más de 1.500 euros brutos al mes en 14 pagas. Y, en concreto, casi medio millón de trabajadores por cuenta propia que ingresan netos más de 4.000 euros al mes.
Así, dentro de este colectivo tan variado, la preocupación por el coste de la cuota y también la necesidad de las prestaciones sociales que genera esta cotización (cuanto menos se aporta, menos se recibe) no son las mismas.
Sin embargo, todas las partes se pusieron de acuerdo en 2022 para que los trabajadores cotizaran en función de sus ingresos. Este consenso ahora parece tambalearse solo tres años después y mientras perdura una gran infracotización entre los autónomos con mayores ganancias.