El contrapeso de Reynés en el consejo de Gas Natural cree que las eléctricas tienen “beneficios caídos del cielo”
Ramón Adell Ramón, llamado a ser el contrapeso en el consejo de administración de Gas Natural del nuevo presidente de la energética, Francisco Reynés, hace gala de un discurso muy poco habitual entre las grandes empresas eléctricas al suscribir la idea de que tienen “beneficios caídos del cielo” y de que si el sector quiebra, “el país lo acabará nacionalizando o rescatando, como ya ha sucedido en el pasado”.
Las tesis de Adell están contenidas en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras de España (Racef) como Académico Correspondiente para Catalunya, que leyó el 16 de febrero de 2017 y cuya versión por escrito tiene colgada esta institución en su web.
En el documento, Incertidumbres y Retos de la Transformación del Sector Eléctrico, Adell entra de lleno en el espinoso tema de los “windfall profits”, uno de los anatemas entre los directivos del sector. Esta idea ha sido planteada en el pasado por la extinta Comisión Nacional de la Energía (CNE), que cifró esas ganancias injustificadas en hasta 1.600 millones anuales, y por el propio ministro del ramo, Álvaro Nadal.
Consiste en que algunas tecnologías del mercado, singularmente la hidráulica y nuclear, tienen “beneficios caídos del cielo” por sus especiales características y por el diseño del mercado mayorista de electricidad, basado en un diseño marginalista en el que la última central que casa oferta y demanda (normalmente el gas) marca el precio que cobran todas las plantas.
Sin entrar en cifras, Adell cree que este es uno de los “problemas o distorsiones en la curva de oferta que provocan que los agentes no sean remunerados adecuadamente”. Hidráulica y nuclear, recuerda, son tecnologías “irrepetibles” porque “es difícilmente imaginable que en España se construya una nueva central nuclear o un gran embalse para una central hidráulica”. “En un mercado ideal, si existiera competencia perfecta, entrarían nuevos productores de electricidad a pelear por los atractivos beneficios en juego que crea esta situación anómala. Es decir, centrales eléctricas que pudieran ser más baratas entrarían en juego y contribuirían a ”tumbar“ la curva de oferta”.
Sin embargo, “ocurre que las centrales que se llevan un margen mayor entre precio de venta y coste de producción son precisamente aquellas centrales que por diversos motivos ya no se construyen en España: las grandes presas hidráulicas y las centrales nucleares”. “Ambos tipos de instalaciones están subvencionadas desde su origen y amortizadas en su gran mayoría”, añade.
El Estado, al rescate
Más en línea con el discurso de Gas Natural, Adell confía en que “la experiencia” de la generación del multimillonario déficit tarifario, que atribuye al crecimiento descontrolado de las primas a las energías renovables en los años previos a la crisis, sea “una lección para los próximos años”. En su opinión, “una gestión poco acertada de la política energética española durante la última década ha resultado en un sistema eléctrico con un nivel de endeudamiento muy elevado, limitando seriamente la capacidad de acción a futuro”.
Para Adell, el eléctrico está entre los sectores “que son sistémicos, es decir, son críticos para el funcionamiento del país. Esto implica que si el sector eléctrico quiebra, el país lo acabará nacionalizando o rescatando, como ya ha sucedido en el pasado” con la moratoria nuclear y los intercambios de activos entre empresas que se realizaron en los años 80 para evitar un colapso eléctrico.
Respecto a la supuesta liberalización de la década de los 90, no fue “perfecta” porque el proceso “se ha visto afectado por numerosos factores que han dificultado la apertura real del mercado a la competencia”. Entre los más relevantes, “la concentración de la oferta y la demanda, las distorsiones regulatorias”; los millonarios Costes de Transición a la Competencia (CTC) recibidos por las grandes eléctricas, que “podían suponer una barrera a la entrada de los nuevos ofertantes por su distorsión de los precios”; y la inclusión en la tarifa eléctrica de partidas no relacionadas con el suministro energético (sociales, ambientales o industriales).
Adell se sorprende de que la actividad de comercialización sea “uno de los principales focos de los organismos reguladores, como pieza clave para medir la liberalización del sector” cuando solo supone entre un 2% y un 3% de los costes del sistema en España. “Los costes de captación y servicio tienen un impacto tan reducido en el global de los costes de electricidad, que no deja de sorprender la atención depositada por los reguladores en esta actividad, en detrimento de dedicar este tiempo a otras problemáticas”.
Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad en el Departamento de Empresa de la Universidad de Barcelona (1995), analista financiero, vicepresidente de la patronal catalana Foment y con excelentes conexiones en la élite catalana, Adell es consejero de Gas Natural desde junio de 2010, presidente de su comisión de Auditoría desde 2012 y miembro de su comisión ejecutiva desde 2016.
El año pasado cobró 294.000 euros anuales por sus funciones como consejero de la empresa, que el pasado 6 de febrero, coincidiendo con las renuncias de Isidro Fainé y Rafael Villaseca como presidente y consejero delegado de Gas Natural y el nombramiento de Reynés como nuevo presidente ejecutivo, le nombró consejero independiente coordinador.
En ausencia de un ‘chairman’ (presidente no ejecutivo), Adell va a ser en ese puesto, figura que suelen reclamar los grandes fondos de inversión, lo más parecido a un contrapeso del enorme poder de Reynés en el consejo de administración. Hay quien cree que Adell está destinado a tener más mando en plaza, aunque según fuentes de Gas Natural, en ningún momento se ha planteado la creación del puesto de ‘chairman’. Esta cuestión quedará definitivamente despejada una vez se concrete la salida de Repsol del capital de la compañía con la venta del 20% que negocia con varios fondos, con CVC como principal favorito.