El proyecto turístico de lujo de Sandra Ortega en la costa del Alentejo, al sur de Lisboa, fue paralizado a principios de marzo por orden del Tribunal Administrativo y Fiscal de Beja. Se trata de una providencia presentada por la asociación ecologista Dunas Livres, cuando las obras de urbanización del terreno ya estaban en marcha. En la propiedad está previsto construir un hotel de cinco estrellas, dos villas turísticas, un spa, un helipuerto – que se utilizará también para emergencias médicas como medida compensatoria – e instalaciones deportivas y de ocio. En total, habrá 506 nuevas camas en una superficie de 16 hectáreas.
El problema, dicen los ecologistas, radica en el lugar donde está previsto implantar el proyecto: una zona con un ecosistema único en Europa, en la desembocadura del río Sado, hogar de especies protegidas y en peligro de extinción.
Donde administrativamente termina la reserva botánica de las Dunas de Troia, hasta hace unos días comenzaron las excavaciones para abrir los caminos del nuevo resort de lujo conocido como Na Praia (En la playa). Este trozo de costa, entre las localidades de Troia y Comporta, en el municipio portugués de Grândola, es atractivo por las paradisíacas playas que lo rodean y cada vez más apreciado internacionalmente por los millonarios que tienen a su disposición un extenso y exclusivo arenal, lejos de miradas ajenas.
En el lugar donde Sandra Ortega y el empresario portugués António José Uva – con una participación minoritaria en el proyecto – quieren construir el nuevo complejo turístico, hasta ahora solo existía una carretera de acceso al pueblo de Troia, situado en la punta de la enorme península de arena. La construcción de un complejo turístico de lujo “amenaza un ecosistema dunar que aún sobrevive”, según los argumentos de las asociaciones ecologistas que, reunidas en una misma plataforma, impugnan legalmente el proyecto.
elDiario.es ha hablado con la representante de la plataforma Dunas Livres, María Santos, que agrupa a diez asociaciones ecologistas. “No debemos seguir adelante con un error evidente, urbanizando una península que representa un hábitat único”, dice la ecologista, garantizando que “aún estamos a tiempo de evitar un error”.
Santos pide que miremos los mapas, que muestran que “toda la zona que se va a urbanizar está rodeada de zona protegida”. Junto al futuro complejo turístico Na Praia se encuentra una zona con la máxima protección otorgada en Portugal. “En realidad, el suelo protegido y la zona a urbanizar por el resort de Sandra Ortega son lo mismo, la división sólo existe sobre el papel, pero la mitad se va a urbanizar y la otra mitad está protegida al máximo nivel”, añade.
La ecologista se queja de la opacidad que caracteriza todo el proyecto. Santos cuenta que la providencia ya se estaba preparando desde 2020, pero la difícil comunicación con el Ayuntamiento de Grândola, gobernado por una coalición entre el Partido Comunista Portugués y el Partido Ecologista “Os Verdes”, retrasó todo el proceso. “Los e-mails solicitando documentación sobre todo el proceso de licencia ambiental nunca fueron contestados”, se queja. Tras mucho insistir – incluida una queja formal, sin respuesta, ante la Comisión de Acceso a los Documentos Administrativos que salvaguarda a los ciudadanos el acceso a los documentos administrativos – la solución fue acudir a los tribunales para exigir el acceso a la documentación de interés público sobre el proyecto. No sin que antes el ayuntamiento, tras perder en los tribunales, obligara a las asociaciones ecologistas a pagar 1.180 euros para acceder a la documentación requerida. Gracias al crowdfunding para financiar el inesperado coste, los papeles llegaron a las asociaciones ecologistas en noviembre de 2022 y el requerimiento se presentó en unos cuatro meses.
Maria Santos afirma que “los hábitats dunares son ahora tan raros que lo que existe en la península de Troia no se encuentra en ningún otro lugar”. Incluso lo califica de “hotspot de biodiversidad”, con especies amenazadas que solo existen allí. La ocupación turística de la península de Troia “sobrepasó sus límites hace mucho tiempo”, y los proyectos de urbanización se definieron en los años 70, “totalmente al margen de los criterios de ordenación del territorio que tenemos hoy”, argumenta.
Aunque ya hay obras de urbanización sobre el terreno, la ecologista cree que, si no se avanza más, “aún es posible reconstruir y volver a la situación anterior”. Ahora mismo, el proyecto sólo tiene licencia de obras y urbanización, queda por construir la última fase. “En cuanto se empiecen a construir los edificios, ya no será posible sacarlos”, pero “la ley está de nuestro lado, por eso hemos llevado el caso a los tribunales”, argumenta.
Contactada por elDiario.es, la empresa promotora Ferrado na Comporta asegura que las obras se suspendieron el uno de marzo, cuanto se recibió la notificación del Juzgado de Beja, y que todos los trabajos en marcha hasta entonces “contaban con la debida licencia”. Según los promotores, el proyecto “se está ajustando estrictamente al proyecto aprobado por las autoridades competentes”, con la promesa de recurrir judicialmente la medida cautelar.
El promotor del complejo asegura que ha “abdicado de la construcción de un campo de golf” y ha reducido el tamaño del proyecto, y que es “perfectamente consciente de la calidad ambiental y ecológica del proyecto turístico, diseñado con todo el cuidado medioambiental y de preservación de la naturaleza”.
El proyecto de Sandra Ortega es uno de los ocho nuevos complejos turísticos previstos en la región de Troia. Será la primera vez que la empresaria invertirá en un complejo turístico en Portugal.
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