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Un espacio dedicado a conocer historias y experiencias reales a las que se enfrentan los inquilinos al alquilar una vivienda. Si tienes algo que contar, escríbenos a alquiler@eldiario.es y hablaremos sobre tu historia.

“Llevo en Madrid alquilado cinco años y cada vez más lejos del centro. Cada vez saliendo más y más de la ciudad”

La Gran Vía de Madrid

Álvaro

Llevo en Madrid alquilado 5 años y cada vez más lejos del centro. Empecé en Conde de Casal y ahora estoy en Fuenlabrada. Cada vez saliendo más y más de Madrid.

Mis primeros 2 años fueron en Conde de Casal por 300€ al mes, 5 personas en un piso con un solo cuarto de baño, ... imagínese. Trabajaba en un restaurante mientras estudiaba (12 horas en contrato pero 40 horas de trabajo real a la semana, tenía una nómina de 60€ pero un sobrecito con 300 euros) para poder pagar el alquiler.

No todos pagábamos lo mismo por los dormitorios. Había dos dormitorios muy pequeños (300 euros cada uno), dos dormitorios de un tamaño normal (450 euros) y el dormitorio principal, con cama de matrimonio y espacioso (rondaba los 600 euros). Era un piso interior que tenía vistas a las ventanas del resto de vecinos.

Tras el primer año, el casero nos comentó que igual nos subía el alquiler al año siguiente porque “el mercado está como está”. Nos quejamos muchísimo y amenazamos con irnos todos a la vez y se echó atrás, pero al año siguiente la amenaza de irnos ya no bastó: Nos subía a todos 200 euros. Nos tuvimos que marchar porque no podíamos pagar 500 euros por esas condiciones. Más tarde me enteré por unos vecinos de los que nos hicimos amigos esos años que la gente que fue después de nosotros a ese piso se lo destrozaron. 

Ahí empezó mi búsqueda de pisos/zulos que no sé ni por dónde empezar. En la zona de Laguna me ofrecieron (por agencia) un estudio por 500 euros, muy mal comunicado y en lugar de dormitorio, un sofá cama. En el barrio de La Latina, me propusieron un bajo interior (oscuridad total) por 350 euros, muy viejo y con un fuerte olor a humedad (también por agencia). 

Me puse en contacto con un señor que alquilaba un piso en Colón por 300 euros. Al preguntarle si había algún problema en tener mascota, en mi caso, un gato, su contestación me dejó helado. Me dijo que no había problema pero que yo, el gato y el arenero del gato igual no entrábamos... Colgué y ni siquiera fui a ver el piso porque, sinceramente, me daba miedo.

Finalmente, encontré una habitación por 300 euros en Orcasitas que no estaba mal. Eso sí, sin contrato y pagando en mano todos los meses. De hecho cuando me marché de allí el casero me llamó preocupado por si iba a meter en la declaración de la renta del año siguiente el alquiler, aunque sí que firmamos un contrato se ve que no lo registró en ningún sitio. Todo un paripé. Allí compartí piso con una chica de Estados Unidos cuyas experiencias buscando alquileres eran aún peores. Si siendo español ya te intentan engañar, siendo extranjero te toman por tonto directamente.

Después de Orcasitas paré en Puerta del Ángel, donde pagaba 250 euros en un piso que compartía con otras dos personas. El barrio por la noche no invitaba a salir a la calle. Muerte por calor en verano, muerte por frío en invierno. Pero bien, en general buena experiencia. Cuando iba a terminar el año nos comunicó su intención de subir el alquiler a 350 euros, nos hubiéramos quedado porque ya habíamos estado pagando eso por peores sitios pero nos fuimos por las formas. Nos lo comunicó de forma muy brusca, por teléfono, como enfadado por tener que subirlo, sin ningún tipo de opción a replica, ni negociar, ni nada. Lo mismo que la vez anterior “es que así está el mercado”... A día de hoy no puedo evitar acordarme de Rodrigo Rato y su “es el mercado, amigo”, y tener rabia, mucha rabia.

Empecé a buscar DE NUEVO y en este punto no hubo ni sustos ni sorpresas desagradables. El precio en Madrid era ya disparatado así que empecé a buscar fuera y acabé en Getafe. Un bajo exterior, en buenas condiciones por 550€, por agencia. Tuvimos que presentar tres nóminas y entregar dos meses de fianza y un mes más de IVA para la agencia, por enseñarme el piso un día.

Después de pagar todo lo que pedían para entrar estuve medio año hasta que encontré un piso en Fuenlabrada por 380 euros, piso en el que si todo sigue como está pretendo estar mucho tiempo. Gasto tres horas al día en ir y volver del trabajo pero no queda más remedio si se quiere vivir dignamente y trabajar.

Aquí estamos, con miedo al próximo año, a que nos suban el alquiler y tener que irnos aún más lejos del centro, donde trabajo. Ahora mismo tengo 25 años, llevo desde los 20 años con el dinero justo para pagar una casa. Cuando tenga 30 años y no haya enraizado en ningún sitio me dirán que no conozco mi barrio o que voy tarde para tener hijos. Harto.

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