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Los socios del euro muestran la puerta a Grecia: recortes antes del lunes o fuera del club

Una imagen de la cumbre del euro de archivo.

Pablo García

Grexit. El palabro inventando hace ya casi tres años por un banco de inversión resonó anoche por primera vez en la sala de prensa de la Comisión Europea. Jean Claude Juncker, el presidente del principal organismo ejecutivo de la UE, rompió el anatema y aseguró que Europa está preparada para la salida de Grecia del euro. “No lo quiero, pero no puedo impedirlo”, aseguró visiblemente enfadado el luxemburgués que llegó a golpear el atril y a preguntarse cómo el Gobierno de Grecia había podido llamar terroristas a los acreedores (en referencia a la entrevista concedida por Yanis Varufakis al diario español El Mundo).

Los socios del euro han impuesto un calendario muy ajustado al victorioso Alexis Tsipras. O en cinco días acepta un plan de reformas incluso más duro del que se debatió en el referéndum o puede coger las maletas y salirse del euro. La idea de que Grecia se salga de la zona del euro no puede ser más chocante: si algo se repitió hasta la saciedad en los tres primeros años de la crisis de la deuda (entre 2010 y 2012), fue que ningún país se podía salir del euro porque no existía tal mecanismo. Pero ahora la UE se prepara para esa eventualidad y el domingo ha convocado una cumpre al máximo nivel de todos los países para debatir la posiblidad de lo que calificó el presidente del Consejo de la UE, Donald Tusk (muy nervioso) como “negro escenario”.

En este negro escenario, se ha optado por convocar a todos los países de la UE ya que, según Juncker y Tusk, lo que suceda les afecta, con especial sensibilidad a los países de Europa del Este como Rumanía o Bulgaria. “Si alguien cree que no va a haber repercusiones geopolíticas, es muy inocente”, ha asegurado Tusk en una nota posterior. Además, se trataría el paquete de ayuda, que incluye ayuda humanitaria para Grecia, tal y como adelantó eldiario.es. Además, Juncker aseguró que ahora mismo no piensan en un alivio de la deuda aunque no descartó que una vez aprobadas las reformas en Grecia se pueda llegar a un acuerdo para hablar de la deuda en octubre.

Según los líderes, las medidas que se pueden tomar a partir del domingo con Grecia pueden llevar a la bancarrota del país, y el BCE ha fijado el domingo como fecha límite para el sistema financiero heleno y la toma de decisiones.

Este final de jornada fue algo inesperado ya que aunque empezó cargada de críticas al Gobierno heleno, cuyo nuevo titular de Finanzas, Euclides Tsakalotos, no trajo propuesta alguna a la reunión informal con sus coetáneos de los otros 18 países de la Eurozona, también se habían escuchado a medio día signos de optimismo. Los negociadores griegos aseguraban que no hacía falta una propuesta por escrito: “Hoy no era el día para discutir las reformas”, afirmó el presidente de Francia, François Hollande. Llegarán este miércoles, dicen los griegos. Y las señales transmitidas por los gobernantes europeos revelan que puede ocurrir de todo.

Aunque las palabras sonaron con cierta disonancia entre los líderes europeos, la voz cantante, la de Angela Merkel, parecía tenerlo bastante claro. Merkel destacó que si no hay reformas creíbles no habrá acuerdo, y eso terminará en el peor de los escenarios. “Las precondiciones para la reanudación de un programa [de rescate] amparado por el Mecanismo de Estabilidad no se dan”, avisó. “El primer ministro griego se ha comprometido a presentarnos un plan detallado de reformas. Quedan pocos días para lograr una solución”, agregó. La canciller germana negó que en la cumbre se hablase de la introducción de cualquier divisa en Grecia paralela o sustitutiva del euro.

Así las cosas, la oferta del euro es primero reformas y luego hablar de deuda más adelante, cuando el FMI en su polémico informe de la semana pasada descartó aceptar otro programa para Grecia sin una quita de la deuda.

Las voces que se mostraron más optimistas al filo de la medianoche fueron las de Hollande pero sobre todo las de Alexis Tsipras, que hizo unas declaraciones mesuradas felicitándose por que Europa se haya dado cuenta por fin de la magnitud del problema y asegurando que tendrían el plan listo a tiempo.

Dos rescates, la propuesta griega

Pese a que se supone que no se debatió una propuesta formal, lo cierto es que se ha filtrado que Tsipras acudió a la cumbre con una idea algo novedosa, según el Ejecutivo griego, que consiste en “dos rescates en uno”. Primero, Grecia solicitó un programa-puente que cubra las necesidades de financiación más acuciantes, como el préstamo al FMI de 1.600 millones que expiró el pasado 30 de junio o los más de 3.500 millones que tendrá que apoquinar al BCE antes del 20 de julio: un impago al BCE supondría un verdadero Grexit, aunque la institución supuestamente independiente radicada en Fráncfort podría acelerar la expulsión si cortara las líneas de liquidez que hoy mantienen a la banca griega en estado comatoso.

¿De dónde saldrían los 3.500 millones de euros? Según la propuesta helena, de los beneficios en manos del Mecanismo de Estabilidad (Mede) que en 2014 y 2015 arrojan los bonos de deuda griega, los cuales ascienden aproximadamente a 3.300 millones. Una fórmula que cuenta con la aceptación del Mede, pero no de todos los acreedores.

Al mismo tiempo, el Ejecutivo griego reclama un rescate en paralelo que permita financiar la economía del país de aquí a tres años. Aunque no hay cifras precisas, las estimaciones irían de los 30.000 millones hasta 2018 que propone Atenas a los más de 50.000 millones que en realidad necesita Grecia en ese tiempo, de acuerdo con la estimación del FMI. Estas propuestas lógicamente irían acompañadas de una reestructuración de la deuda, lo que permitiría aliviar la carga financiera helena.

La parte técnica

Al inicio de la cumbre, el presidente del Consejo de la UE, el polaco Donald Tusk, apostaba por que los líderes de la Eurozona adoptaran una decisión acerca de si Grecia podría obtener un nuevo programa de rescate con dinero del Mede. Esta decisión dependía, según fuentes comunitarias, de la “credibilidad de Tsipras” ante sus homólogos en la cumbre. De momento no hay respuesta, pero podría haberla.

El camino para arrancar un acuerdo entre Grecia y las instituciones puede ser tedioso. Según portavoces de las instituciones, la duración del rescate tendría que superar todos los registros temporales, que en el mejor de los casos (Portugal) se fueron más allá de las tres semanas: se trata de un proceso que va del estudio de las medidas que propone a Atenas al visto bueno de todos los estados miembros.

Así, los obstáculos son dos. Por un lado está la parte helena, que tiene que presentar las propuestas cuanto antes para que puedan ser estudiadas.

Pero luego la idiosincrasia europea lo complica todo: tiene que haber una petición formal –puede no hacerse por escrito, a diferencia de las reformas que supuestamente Grecia enviará el miércoles-, después un mandato del Eurogrupo a las instituciones (antigua troika) para analizar la viabilidad de las propuestas y su riesgo; a continuación la pelota vuelve al Eurogrupo, que tiene que aprobar la revisión definitiva antes de enviar de nuevo su texto definitivo al BCE, FMI y Comisión Europea. Y en paralelo, los Parlamentos de Alemania y Finlandia tienen que dar el sí al rescate porque así lo exige su Constitución.

Si algo falla en este proceso, la Eurozona puede pasar de 19 a 18 países. Ahora los Estados miembros, en calidad de acreedores, no actúan de manera coral dirigidos por una misma batuta sino que a tenor de las declaraciones de presidentes y primeros ministros de los diecinueve países la imagen parece más bien ser la de una cacofonía. Antes de arrancar la cumbre extraordinaria, los líderes europeos coincidieron, eso sí, en la necesidad de que Grecia presentara “propuestas creíbles” este miércoles.

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