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Volkswagen, obligada a pedir perdón por una publicidad acusada de racista

Logo de Volkswagen.

Aldo Mas

Berlín —

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Si el consorcio alemán fabricante de coches Volkswagen dependiera de generar titulares negativos para mantener su estatus de líder mundial en ventas de vehículos, la compañía germana no tendría que preocuparse por mantener ese liderato.

La imagen de Volkswagen, señalada como principal responsable del dieselgate, uno de los mayores fraudes industriales registrados en décadas , sigue sufriendo por ese famoso engaño, en el que millones de motores de coches diésel de la marca alemana fueron manipulados para que parecieran menos contaminantes. Pero esta semana, sin embargo, Volkswagen tropezaba al presentar la última versión de uno de sus coches más icónicos, el modelo Golf 8.

En sus redes sociales, la empresa presentaba un vídeo en el que se violentaba a un ciudadano negro. Las imágenes mostraban un montaje en el que una mano blanca y gigante manipulaba, agarraba y empujaba fuera del encuadre a un hombre de orígenes africanos. La acción ocurría con junto a un Volkswagen Golf 8 aparcado frente a un establecimiento llamado Petit Colon, que en francés significa “pequeño colón”.

El mensaje publicitario, que se supone iba destinado a un público joven, moderno y al que conquistar a través del humor, generó una reacción opuesta a la deseada por las cabezas pensantes de la mercadotecnia de Volkswagen. De hecho, no tardaron en llegar reacciones acusando de “racismo” al fabricante de coches. Si la campaña llegó a ocupar espacio y tiempo en los telediarios alemanes no fue para abordar las bondades del nuevo Volkswagen Golf, sino para dar cuenta de la polémica que ha generado la campaña.

Tan negativa fue la reacción del público a la campaña que a la empresa no le quedaba más remedio a finales de esta semana que terminar de hundirla. El vídeo ya no está disponible en los canales oficiales de la empresa, aunque sigue generando reacciones negativas por internet.

Ante las críticas, a la empresa no le ha quedado más remedio que reconocer que el vídeo era “de mal gusto”. “Sin duda: el vídeo es un error y de mal gusto”, decían públicamente en la empresa con sede en Wolfsburgo (centro germano). “Queremos distanciarnos de ese vídeo y pedir disculpas. Aclararemos cómo pudo pasar esto y sacaremos conclusiones”, prometía la empresa.

Jürgen Stackmann, miembro del consejo de administración de Volkswagen, llegó a manifestar que en la empresa se “avergonzaban” por la campaña. Bernd Osterloh, responsable del comité de empresa, también se mostró avergonzado por el impacto de la campaña del nuevo Volkswagen Golf. “Me avergüenza ese anuncio. Estoy seguro de que hablo por todos los empleados”, decía Osterloh en unas declaraciones recogidas por el diario Süddeutsche Zeitung.

En la primera disculpa que ofreció la empresa, Volkswagen habló de “malentendido” ante el anuncio. Se supone, según indican en la compañía, que la empresa “se posiciona contra cualquier forma de racismo, xenofobia y discriminación” y también reivindica que apoya numerosas iniciativas a favor de la “integración y un trabajo en grupo sin prejuicios”. Por eso, en un primer momento, se decían en la empresa “sorprendidos y en shock ” al ver que el mensaje publicitario “pudiera ser malentendido”.

Pero, en realidad, el vídeo pasará a la historia publicitaria de Volkswagen como un mensaje “claramente racista” y por “despreciar la dignidad humana”, según términos empleados por el presidente del Land de Baja Sajonia, el socialdemócrata Stephan Weil. Su opinión, también recogida por el Süddeutsche Zeitung, no es la de un político cualquiera para el consorcio alemán. Su estado federado es uno de los principales accionistas de la compañía.

El 'dieselgate' colea y sus dirigentes “compran libertad”

La imagen de Volkswagen no sólo sufre por esta última campaña publicitaria. Por desafortunada y contraproducente que ésta pueda resultar, la imagen de la empresa sigue teniendo un frente abierto: el dieselgate.

Esta semana, la manipulación de los motores diésel descubierta hace ya un lustro dejaba el siguiente titular: “la dirección de Volkswagen se compra la libertad”. La frase se leía en la página web de la publicación económica Manager Magazin. Con esos términos informaba dicha publicación sobre la manera elegida por las autoridades alemanas y los líderes de Volkswagen implicados en el dieselgate que ha hecho posible que éstos últimos eludan penas judiciales.

Herbert Diess, el CEO del consorcio, y Dieter Pötsch, presidente del comité de vigilancia de la empresa, van a pagar cada uno 4,5 millones de euros para evitar así ser llevados ante la justicia, donde se supone que habrían acabado si no hubieran podido abonar esas sumas. Así, no tendrán que aclarar por qué no explicaron a tiempo a los accionistas las consecuencias del dieselgate. Se supone que, por ley, estaban obligados a dar esas explicaciones.

El acuerdo millonario alcanzado con la fiscalía y los tribunales, sin embargo, evita que el caso vaya a mayores. La polémica racista levantada por la promoción del Golf 8 tal vez haya evitado que la atención se centre, de momento, sobre esta etapa judicial del dieselgate. Pero ésta aún no ha acabado. Martin Winterkorn, el CEO que dimitió en 2015 tras el estallido del fraude, sigue siendo investigado.

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