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Distonía del músico: conoce este trastorno psicomotor que limita la carrera de muchos artistas

Manuel, durante el concierto para mano izquierda que ofreció en la Fundación Jiménez Díaz.

Mercè Palau

Manuel empezó los estudios de música con solo cuatro años, se convirtió en el alumno más joven en toda la historia del Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde terminó la carrera con tan solo 15 años. En pleno ascenso en su trayectoria como músico profesional, se convirtió en pianista, violonchelista y compositor internacional de reconocido prestigio, no solo en el ámbito nacional sino también internacional. 

Hasta que su carrera se vio truncada con una distonía del músico, un trastorno psicomotor que se caracteriza por la aparición de contracciones musculares involuntarias, sostenidas e intermitentes, que causan movimientos repetidos o posturas anómalas. 

Esta enfermedad, que se calcula que afecta entre el 1% y el 2% de los músicos profesionales —aunque puede que la cifra sea mayor porque es probable que haya un gran número de músicos que viven con síntomas que permanecen sin identificar—, impide realizar movimientos controlados y precisos al ejecutar música. En numerosos casos, la distonía puede limitar la carrera de muchos artistas. 

En el caso de Manuel, la distonía le afectó a su mano derecha, que suele tener las mayores exigencias técnicas. Más tarde, en 2018,  esta situación se le agravó con un ictus que le limitó, de forma severa, la movilidad de la mano derecha para realizar todo tipo de actividades incluso las mas sencillas

Pero lejos de rendirse, Manuel decidió luchar para poder dedicarse a su gran pasión. Y lo ha conseguido porque ahora es capaz de tocar el piano solo con su mano izquierda. 

Un concierto de superación

Manuel López Blanco ha ejemplificado este tesón, motivación y ganas de superación con el concierto “El amor por la música y la voluntad todo lo pueden”, celebrado hace unos meses durante la Jornada neurológica “Porque no todo son fármacos”, organizada por la Unidad de Trastornos del Movimiento de la Fundación Jiménez Díaz

El Aula Magna de la Fundación Jiménez Díaz fue testigo de una emocionada interpretación de varias obras de Bach, Scriabin, Rachmaninov, Liszt, Chopin y Brahms, con las que el intérprete y compositor ha podido demostrar que “tanto en la música como en la vida, no hay límites”, ya que el repertorio fue interpretado a una sola mano, la izquierda, pese a que Manuel es diestro de nacimiento. 

El objetivo de este concierto de superación es “transmitir la alegría de vivir y que la música lo puede todo”, que no hay límites y que no “debes rendirte nunca ante ninguna adversidad, y si amas algo, has de hacerlo sin importar tu condición física”, explica Manuel, que ha demostrado que la pasión por algo puede ayudar a olvidar la distonía y controlar mejor los síntomas.

El papel del paciente en la curación

Para el doctor Pedro García Ruiz Espiga, responsable de la Unidad de Trastornos del Movimiento de la Fundación Jiménez Díaz del Servicio de Neurología del hospital, “Manuel es un paciente que, gracias a un enorme tesón y mucha motivación, ha conseguido lo que es impensable”. Pese a tener que hacer frente a dos dificultades (una distonía de músico y una hemorragia cerebral) ha conseguido tocar el piano. Y no solo esto, sino que ha logrado hacerlo con una obra artística de gran dificultad.

Aunque se desconocen las causas exactas de la distonía del músico, los movimientos repetitivos, hábiles y altamente entrenados podrían actuar como principales responsables. Y es que, según un estudio publicado en JAMA Neurology, se calcula que los músicos profesionales habrán pasado más de 10.000 horas con el instrumento a los 20 años. Este trastorno se desencadena al tocar instrumentos de viento, piano o guitarra y no suele afectar a otras actividades cotidianas. 

Debido a que la distonía del músico es un trastorno neurológico, el objetivo del tratamiento es ayudar al sistema nervioso a volver a aprender la capacidad de completar tareas de movimiento específicas. A menudo se describe este trastorno como una  suerte de virus informático que destruye los programas sensoriales y motores asociados con la ejecución del instrumento.

Pero el cerebro es un órgano que responde día a día, hora a hora, minuto a minuto. “Podemos modificar nuestro propio cerebro, pero necesitamos tesón e ilusión, la gran arma para pacientes con graves secuelas neurológicas”, admite el neurólogo, que destaca la importancia del papel activo del paciente neurológico en su tratamiento.  “Quiero concienciar a la gente de que hay muchos músicos distónicos que pueden seguir adelante con una mano. Lo importante es hacerlo con el corazón”, sentencia Manuel.

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