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Obesidad y enfermedad cardíaca, ¿cuál es la relación?

Una revisión de peso

Mercè Palau

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la obesidad como la gran pandemia del siglo XXI. España se sitúa prácticamente a la cabeza de Europa, con unas tasas de exceso de peso —sobrepeso y obesidad— de las más elevadas. Según una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), un 53,8% de los españoles sufren exceso de peso, una cifra que muestra un ligero aumento de los casos respecto a la última encuesta europea de salud en España en 2020. 

A medida que aumenta el peso, también lo hace el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades como la diabetes tipo 2, la presión arterial alta, la apnea del sueño, los problemas psicológicos, algunas afecciones musculoesqueléticas y enfermedades cardiovasculares.

Cómo aumenta la obesidad el riesgo cardiovascular

La obesidad se define por la determinación de un índice de masa corporal (IMC). Según las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con un IMC superior a 30 se clasifican como obesas; con un IMC de 25 a 30, con sobrepeso; y de un 18,5 a 25 se considera un peso normal. 

El exceso de peso conlleva un aumento de almacenamiento de grasa corporal que muchas veces se acompaña de un incremento de lípidos —colesterol y otras grasas— en el plasma sanguíneo. El depósito de estas grasas en la pared arterial causa arteriosclerosis y sus consecuencias: infarto, ictus, entre otras.

El espectro de enfermedades cardiovasculares relacionadas con la obesidad es amplio: enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, hipertensión, accidente cerebrovascular, fibrilación auricular y muerte súbita cardíaca.

El lugar de almacenamiento de la grasa influye en las complicaciones cardiovasculares. En ocasiones con un IMC bastante normal, si hay acúmulo de grasa abdominal hay riesgo. Por eso se ha demostrado que un IMC más alto y los resultados clínicos no siempre son lineales ya que no tiene en cuenta cómo se distribuye esta grasa.

La forma del cuerpo y la grasa corporal

Aunque todos necesitamos un poco de grasa corporal para mantenernos sanos, un exceso puede ser perjudicial. La zona en la que se encuentra acumulada la grasa puede ser un factor de riesgo cardiovascular más importante que el exceso de peso —obesidad o sobrepeso—. 

Y es precisamente la grasa central, la que se acumula en el abdomen, junto a nuestros órganos internos como el corazón y el hígado, la que tiene peores consecuencias para el organismo, según la Fundación Española del Corazón (FEC).

Esta grasa visceral puede afectar al organismo elevando el colesterol en sangre, aumentando la presión arterial o el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. La obesidad central o troncular se relaciona con mayor resistencia a la insulina, un aumento de triglicéridos, “colesterol malo” (LDL) y “colesterol bueno” (HDL).

Las investigaciones han demostrado que el exceso de grasa abdominal puede multiplicar por dos el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Según datos de la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020, un 16,5% los hombres españoles mayores de 18 años y un 15,5% de las mujeres sufren obesidad; por tanto, un considerable porcentaje de la población se encuentra en riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular.

Para prevenir y detectar estas patologías cardiovasculares es más fiable usar el índice de cintura cadera (ICC). Se trata de una medida antropométrica específica que mide los niveles de grasa intraabdominal, es decir, la que se acumula en la barriga. 

El ICC es el resultado de dividir el perímetro de la cintura de una persona entre el perímetro de su cadera. Se considera que existe obesidad abdominal cuando el valor resultante es superior a 0,8 en mujeres y a 0,95 en hombres. Esta medida muestra el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, además de que también se asocia a otros factores como colesterol alto, diabetes o hipertensión. 

Con un ICC alto, el riesgo de enfermedad cardiovascular aumenta el doble.

Una visión multidisciplinar para un problema complejo

Abordar un problema como la obesidad requiere un planteamiento terapéutico amplio que parta de un diagnóstico personalizado de cada persona, “sus enfermedades asociadas, riesgos vitales, causas desencadenantes y mantenedores”, admite la Doctora Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

De no hacerlo así, “la visión simplista no hace sino agravar muchas veces la obesidad y resulta en ineficacia y frustración”, reconoce la doctora. Conscientes de la necesidad de dar un enfoque más amplio a este problema, el hospital madrileño asesora a sus pacientes en hábitos dietéticos saludables para prevenir la obesidad con iniciativas como talleres que abordan el tema. 

Uno de los objetivos de tratar la obesidad es, de la mano de la tecnología, poder hacer un buen diagnóstico, que incluya enfermedades asociadas a la obesidad, riesgos vitales o causas desencadenantes y, a partir de aquí, diseñar y prescribir un tratamiento integral, adaptado a cada persona, para evitar recaídas.

Hábitos de vida saludable, los grandes aliados del corazón

El camino hacia una mejor salud del corazón pasa por un cambio de estilo de vida en el que necesitamos saber cómo comer y hacer ejercicio. El primer taller del hospital madrileño ha mostrado cómo comer de forma equilibrada, sin restricciones, para compatibilizar la alimentación saludable con la pérdida de peso. Para la doctora Vázquez, aquí entra en juego “concienciar sobre la importancia de la alimentación adaptada a cada situación para disminuir la cantidad de grasa acumulada y las consecuencias de un acúmulo excesivo”. 

En todo este proceso de cuidar la salud del corazón es clave también trabajar la actividad física, teniendo en cuenta las limitaciones y preferencias de cada persona, para que entiendan la importancia de mantener una vida activa. El objetivo es adoptar cambios en el estilo de vida que permanezcan en el tiempo y que ayuden a realizar pequeñas mejoras.

En todo este proceso de cambios de hábitos de vida, es “imprescindible hacer hincapié en la reducción de grasa y en mejorar el bienestar, sin centrar el foco solo en la pérdida de peso”, enfatiza Ana Prieto, nutricionista del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz.

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