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Robots, revolución en el quirófano para el cáncer colorrectal

Una sala de cirugía.

Mercè Palau

La incidencia del cáncer colorrectal se sitúa, a nivel mundial,  en el tercero en incidencia en ambos sexos, detrás del cáncer de pulmón y de mama, con una edad media de 70-71 años. En España, este tipo de cáncer representa el tumor más diagnosticado en el año 2019, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Su tratamiento supone un gran reto para los profesionales porque su localización en una zona compleja, en la pelvis y próxima al ano, de difícil acceso, y rodeada de otros órganos importantes, lo hacen uno de los más complejos del tubo digestivo. 

Estos retos han hecho que la práctica quirúrgica y las intervenciones clásicas ya no sean las únicas para tratar el cáncer colorrectal. La robótica constituye uno de los más prometedores desarrollos en este campo.

El “supercirujano” con manos de acero

Parece ciencia ficción, pero no lo es. La cirugía robótica es una realidad que ha venido para quedarse. Esta tecnología ha transformado la idea clásica de una operación en el quirófano en la que cámaras de alta definición e instrumentos miniaturizados han sustituido las manos y los ojos de los cirujanos para acceder al cuerpo humano a través de pequeñas incisiones. Un robot controlado por ordenador se puede programar para ayudar en el posicionamiento y manipulación de los instrumentos quirúrgicos.

Igual que otras técnicas mínimamente invasivas, y como reconoce la Asociación Española de Cirujanos (AEC), con la cirugía robótica se pueden reducir las tasas de complicaciones de las heridas, el dolor que sufre el paciente y la estancia hospitalaria, que es más reducida, en comparación con una incisión más grande o con la cirugía abierta. 

Las “manos” del robot, dirigidas por las de un experto y metódico cirujano, tienen un alto grado de destreza y una precisión milimétrica, lo que permite a los profesionales operar en espacios muy reducidos del cuerpo que, de otra manera, solo serían accesibles a través de una cirugía abierta y, por tanto, de una incisión larga. 

Otra de las ventajas es la estabilidad en el campo visual, la visión en 3D, el incremento en los grados de libertad de los movimientos, el desarrollo de instrumentos que dan cabida a estas opciones técnicas, la eliminación del temblor fisiológico y, por tanto, la posibilidad de realizar movimientos más precisos y finos (se logra un nivel de temblor diez veces menor al de la mano humana, según el Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) y, por último, la mejora de la ergonomía. 

Cáncer colorrectal, uno de los principales campos de aplicación

La intervención quirúrgica del cáncer de recto supone un auténtico reto para los especialistas por las altas tasas de conversión a cirugía abierta y resecciones inadecuadas. También es un desafío importante porque conlleva posibles efectos en la persona, como la reducción de las funciones defecatoria, urinaria y sexual tras la intervención quirúrgica. Todos estos motivos son por los que la cirugía robótica se convierte en uno de los campos más prometedores, por sus ventajas y por los mejores resultados oncológicos y postoperatorios. 

“La mejor visualización de los nervios pélvicos permite mayor delicadeza y, por tanto, mejor preservación de las funciones genitourinarias”, admite el Dr. Miguel León Arellano, especialista del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo de la Fundación Jiménez Díaz, centro donde cuentan con un innovador programa de cirugía robótica colorrectal que ha ido tomando forma y ya ha dado ya “excelentes resultados”, reconoce el Dr. León. 

De la experiencia obtenida hasta el momento en la fundación, los expertos españoles concluyen que la cirugía robótica conlleva, por ejemplo, mayores beneficios en la colocación de una malla en la pelvis para corregir el prolapso de los órganos pélvicos, entre otros muchos beneficios.

Este tipo de intervención, llamada rectopexia ventral, “disminuye el riesgo de sangrado y de lesiones nerviosas” y, a pesar de que el tiempo en el quirófano es superior, la estancia hospitalaria y los riesgos asociados a la cirugía clásica son menores. 

El objetivo para estos profesionales es que la actividad robótica aplicada en casos de cáncer colorrectal no se detenga y continúe avanzando de la misma manera que lo ha hecho en el último año. Por ello, y tal como reconoce el Dr. León, el próximo proyecto en el que caminan ahora es la creación de una red de cirugía robótica colorrectal en España que permita a los profesionales de esta área tener un lugar común donde promover el intercambio de experiencias y de conocimientos. 

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