La economía española encara una desescalada marcada por las incertidumbres
España comienza a despertarse de un largo letargo económico cuyo impacto real todavía resulta difícil de calcular, más allá de algunas cifras macroeconómicas provisionales. Si bien es cierto que las restricciones más severas sobre las actividades económicas han quedado superadas, la incertidumbre sembrada por una posible vuelta atrás si empeoran los números de casos registrados sigue todavía muy presente en la mente de empresarios y trabajadores. Con el inicio de la fase 1 de la desescalada en prácticamente la mitad del país, por primera vez desde que se desatara esta crisis comienza a respirarse un cauto optimismo.
España, uno de los países más afectados por el coronavirus
Nuestro país ha sufrido con especial virulencia el azote del coronavirus. El desplome registrado en el bautizado como Marzo Negro tardará tiempo en olvidarse: la bolsa bajó hasta niveles de marzo de 2003 y se destruyeron casi un millón de puestos de trabajo. La declaración del estado de emergencia y el comienzo del confinamiento llevaron a sectores estratégicos tan importantes para España como el turismo o la hostelería al parón total y repentino.
El escenario español es comparable al de otros países vecinos que también tienen una gran dependencia de los sectores económicos que hemos mencionado. Muy cerca de la contracción del 5,2 % registrada en el PIB nacional en el primer trimestre del año se sitúan Francia e Italia, con fuertes caídas de un 5,8 % y de un 4,7 % respectivamente. Se crea así una situación de vulnerabilidad en tres de las principales economías de la zona euro. Los ojos de Bruselas permanecen fijos sobre el inicio del proceso de desescalada, con la esperanza de ver una pronta mejoría en los datos que se publiquen una vez concluido el segundo trimestre de este año tan atípico.
La normalización económica podría llegar en junio
Si todo va bien y las cifras de nuevos contagios se mantienen bajo control, las perspectivas financieras irán mejorando poco a poco y logrará evitarse el escenario más temible: un confinamiento prolongado hasta mediados de junio, que se traduciría en una caída anual del PIB del 13,6 %, según los números que maneja el Banco de España. La paulatina retirada de las restricciones en las 4 fases previstas en el plan de desescalada del Gobierno desembocará a finales de junio en una vuelta a una normalidad similar a la anterior al inicio de la crisis, si bien sujeta en todo momento a la evolución de la pandemia. Una cosa está clara, a menores contratiempos, mayor velocidad de recuperación y menor impacto económico negativo en lo que queda de 2020.
Parece que lo peor del brote inicial de la COVID-19 ha pasado. Poco a poco, las provincias cambian de fase en el programa de desescalada aprobado por el Gobierno. Los ciudadanos vuelven tímidamente a terrazas y comercios, animando así una economía que se despierta de un mal sueño. Las próximas semanas serán decisivas para ver por qué caminos avanzará la economía española en la segunda mitad de este 2020 tan complicado, ya que nada puede darse todavía por sentado en un escenario tan cambiante como el que estamos viviendo.