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Todos los motivos por los que a muchos hombres les cuesta hablar de su sexualidad

Retrato de un hombre mirando a cámara.

Nela Crespo

Partimos de la base que señala el doctor, psicólogo y sexólogo Alfonso Antona: “para los hombres heterosexuales, hablar de sexo es común, lo que evitan son temas en los que puedan ser cuestionados. Hablan de logros cuantitativos (cuántos, cuántas...), pero se evita cualquier conversación en la que pudiera ponerse en cuestión su valía en términos de rentabilidad erótica”.

En otras palabras, les cuesta hablar de su autosexualidad, de su placer, de usar juguetes eróticos a solas porque “declarar que se usan, en según qué contextos, supone que algunos hombres se sientan cuestionados y juzgados”.

Esto ocurre en el ámbito de una sexualidad centrada en la penetración, asegura el sexólogo, “donde todavía hoy la masturbación se sigue valorando como un subproducto erótico y reconocer que se utilizan 'juguetes' confirmaría la incapacidad de acometer la penetración”. A través de cuatro testimonios de diversa orientación sexual capturamos una foto de cómo afrontan muchos hombres hoy en día su sexualidad.

Un testimonio sincero pero censurado

Por ejemplo, un brillante poeta de cuarenta años que pide apodarse Pedro Pachón por elocuentes motivos afirma: “A mí no me cuesta nada hablar de sexo, pero no deja de desconcertarme lo cerrado que es el mundo cultural respecto al sexo, cuando debería estar más ligado a lo libertario”. 

Sin embargo, ha sufrido la censura de editores, lectores e instituciones, en su opinión, porque, “en España, todavía, existe el temor a que te etiqueten como vicioso. Hasta ese punto se ha coartado al sexo, hasta convertir el placer en una etiqueta peyorativa, que, sobre todo, es impropia de ‘hombres formales’”. 

Lo aclara el sexólogo Antona: “que un varón declare que usa estimuladores anales, tristemente, en un contexto homófobo y patriarcal, supone poner en cuestión su masculinidad”. Y agrega: “para los hombres, una condición sine qua non es tener una erección, lo que limita las opciones en la búsqueda de juguetes eróticos”. 

La evolución de los masturbadores masculinos

Tanto para Pachón como para Jorge Escada, soltero rondado los 40 deja alucinados a sus amigos con su apertura sexual, los masturbadores que habían usado hasta el momento fueron bastante insatisfactorios, no cumplieron sus expectativas. 

Para suplir esa demanda, la marca sueca de bienestar sexual LELO, especializada en objetos de placer de lujo, lanza “la consola del placer” LELO F1S™ V2. La describe un joven de 26 años que prefiere preservar su identidad bajo el alias de Zoe Garcés: “es un aparato con forma cilíndrica, de un color oscuro, que, por dentro, se ilumina con tonos azulados. El diseño es elegante y la caja en la que viene también. No es nada grotesco, como otros tipos de masturbadores masculinos”.

Añade que “la textura y acabados internos del F1S™ V2 son muy buenos. El funcionamiento es muy sencillo, el modo de vibración se controla con un botón en la parte superior del aparato”. Además, tiene una app en la que se pueden personalizar los programas, patrones e intensidades y guardar estas preferencias.

La curiosidad por la novedad ante las frustraciones anteriores

Al enterarse del lanzamiento del estimulador masculino F1s-v2, Pachón  asegura que le encantaría probarlo: “me tienta todo lo que sea probar y mucho más si provoca una sensación o estimulación diferente”. Por su parte, Jorge Escada, observa que el F1S™ V2 “parece una pasada” y lo probaría por curiosidad, como todos los hombres entrevistados.

“Algunos hombres dudan si usar un estimulador para algo que se puede hacer manual”, cuenta el presentador de televisión de 40 años Fernado Puyó que posee dos dildos vendidos como femeninos.

También lo probaría Carlos Sopena, casado y con un hijo, que explica: “he usado algún juguete anal, no exclusivamente masculino, y siempre en compañía; pero por una cuestión de contexto, no porque no me apetezca solo”. 

Hombres homosexuales: menos tapujos y más apertura 

Sopena es de esos heteros treintañeros que suelen “hablar de sexualidad tanto con la pareja como con los amigos y amigas”. Ahora bien, considera que sus “amigos homosexuales hablan más abiertamente de su autosexualidad, porque, con su experiencia y lo vivido para expresarse sexualmente, han tenido que derribar varios obstáculos”. 

Se refiere a dos elementos: “el patriarcado, que también afecta negativamente a los hombres y su forma de relacionarse con el sexo (está prohibido expresarse más allá de los estándares de 'machito'). Y con la moral católica religiosa, que tapa todo con un manto de silencio”, interpreta este periodista.

A eso mismo alude Fernando Puyó: “en nuestro caso, soportando la losa de la moralidad católica, es de verdadero suicida social hablar libremente de la sexualidad propia”. Pese a lo cual, confirma que los homosexuales hablan de sexo, ‘por norma, con más soltura, mientras que los hetero tienen miedo, porque el grupo tiende a ridiculizarlos“. 

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