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La recuperación colectiva del parque

Uno de los talleres participativos que realizaron los vecinos en el parque JH. / Paisaje Transversal

María Muñoz

¿Cómo lograr que los vecinos hagan suyo un espacio? ¿Que los espacios que se remodelan no acaben siendo víctima del vandalismo? Una buena respuesta puede ser que sean los propios habitantes los que participen en el propio proceso de transformación. Es lo que ha ocurrido en la localidad madrileña de Torrelodones, donde el Ayuntamiento abrió un proceso de participación ciudadana en el que vecinos pequeños, jóvenes y mayores propusieron, hablaron, discutieron y acordaron cuáles eran las mejoras que debía incluir uno de los parques de la ciudad. De lo individual pasaron a lo colectivo y tras tres meses de trabajo el consistorio debe ahora plasmar lo que decidieron sus vecinos.

El parque forestal JH se convirtió a finales de los años setenta en una zona verde pública de la ciudad después de que uno de sus vecinos, Julio Herrero -de ahí el nombre-, cediera su jardín privado al Ayuntamiento. Con los años, el espacio se ha ido degradando, hay mucha vegetación que se estaba empezando a perder y el gobierno municipal se planteó su remodelación a través de un proceso participativo vecinal.

“La cuestión del vandalismo está presente y hay una necesidad muy importante de que la gente vuelva a apropiarse del espacio y lo hago suyo y lo respete y para ello ayuda mucho que los vecinos participen en las decisiones y las transformaciones”, explica el arquitecto Jorge Arévalo, de Paisaje Transversal, una oficina de regeneración urbanística que impulsa el cambio a través de la participación ciudadana y es la entidad que ha coordinado el proceso de esta suerte de remodelación colectiva.

Reuniones con todos los implicados

En una primera fase plantean una análisis propositivo, tanto con los técnicos del Ayuntamiento como con los vecinos que usan de diferentes maneras el espacio: desde asociaciones de teatro y música que ensayan en un local que hay en el parque, a los jóvenes que de vez en cuando hacen botellón o solo pasan el rato, hasta los más mayores, y menos, o los niños.

Los diferentes técnicos municipales les cuentan las problemáticas principales de la zona y sobre todo los recursos que cuentan para su mantenimiento. “Lo que no podemos es generar unas expectativas y plantear unas propuestas que luego no puedan mantenerse en el tiempo y para ello debemos saber antes los medios con los que cuenta el Ayuntamiento”, señala Arévalo, quien señala por ejemplo que entre las propuestas que se discutieron y aprobaron estaba la de colocar plantas con un coste menor de mantenimiento que el que hay ahora.

En los talleres, vecinos y técnicos tratan fundamentalmente de ver cuáles son los temas prioritarios y lograr una convivencia entre todos los que pasan por el parque, desde niños, jóvenes y mayores. “Entre una parte de los que han participado había una necesidad importante de que se mejoraran los accesos, sobre todo para las personas con movilidad más reducida y por ejemplo entre los jóvenes esto no era una necesidad prioritaria”, explica el arquitecto.

Al final, unos y otros se fueron poniendo de acuerdo y nació la propuesta consensuada: mejora de los accesos, de las zonas de confort, como espacios para bancos, sombra y arreglar una cubierta para los días de lluvia, recuperar los aljibes y fuente ornamentales que tenía el jardín original como forma de mantener la identidad del espacio verde, o construir zonas de juegos infantiles para diferentes edades.

“De lo que se trata en estos procesos participativos es de entender que son procesos de construcción colectiva y que podemos partir desde una necesidad individual pero hay que llegar a una proposición que sirva a todos”, explica el arquitecto. Las obras de remodelación comenzarán este año.

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