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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Mariano no quiere que hablen de él

A Mariano lo soltaron a caminar rápido en Torrevieja y acabó en el Palacio de Congresos de Madrid. Venía sudado, con sus guacheras bucales de rigor y supongo que de tanto patear a buen ritmo ni se paró a saludar a los trabajadores de TVE que esperaban a los líderes políticos a la puerta del edificio. No se le vaya a joder una buena marca por culpa de cuatro liberados que te esperan para contarte sus putos problemas. En el mundo pony del presidente si un español no llega a fin de mes, sufre los recortes de Sanidad o es autónomo y anda jodido, es problema suyo: no será porque el PP no nos ha ayudado durante estos cuatro años. Por no existir, en su mundo teletubbie ni existen las cartas que él mismo mandó a Juncker declarándose su admirador, su esclavo, su siervo, su amigo.

Pero antes de que lleguen los candidatos todo se prepara en el Campo de las Naciones. Una señora de la limpieza impermeabiliza los atriles, supongo para que no les cale ese aburrimiento que llegaría más tarde. A los invitados VIP los meten en la sala ‘Caracas’, lo que demuestra que Venezuela sigue en campaña. Y un técnico prueba sonido con la siguiente frase: “Soy Pedro Piqueras ¡y estoy más calvo!”. Se oye bien y Piqueras está más calvo, o sea que el show empezará perfecto asumiendo que, tristemente, Dani Rovira se ha negado a presentarlo.

Vivir entre periodistas siguiendo un debate en un palacio de congresos es como estar en un ático rodeado de walking deads. Todos huelen raro y corren de un lado para otro con la urgencia de no saber qué contar cuando no hay nada que contar pero con tantas ganas de morder que se les van los ojos. Se me impone ir al ‘Capital-D’, el bareto de al lado del Palacio, a ver a los policías, a los técnicos de la gala o a un grupo de alemanes que no saben qué narices ocurre en el localazo del al lado: no vaya a ser una rave y ellos no se enteren. Hasta las puertas están alarmadas del pestiño que se va a celebrar dentro.

Con tantos debates al año, el público ya se los toma como el mensaje del rey en Navidad: solo nos despierta Pablo Iglesias con una frase de Gramsci: “¡Y tres huevos duros!”. Se queja Mariano de que ha intervenido menos pero nos da un poco igual: Rajoy solo interesa cuando le ocurre como a Rompetechos, es decir, cuando se nos queda en modo ‘crtl+alt+supr’ después de que le pregunten sobre su corrupción doméstica. Añoramos que Mariano dijese ‘ruin’ otra vez porque ya es casi como su ‘quietor’ o su ‘merengue, merengue’ de fábrica y nos queda claro que la principal fuente de información en el PP es Salvados.

Uno no sabe bien quién es el enemigo de Pedro Sánchez: si Pablo Iglesias, si Mariano Rajoy, si Albert Rivera o si sí mismo. Mientras tanto, Rivera mimetiza a Fernando de Páramo en el discurso y en el traje: parecen los pijos que te encuentras en una discoteca de moda, apoyados en la barra con su cubalibre, preparados para mover el cucu con Sarandonga y llevarse a esas novias que antes, en la década de los dos mil, eran todas ellas del PP. Se le nota tan liberal a Albert que solo Pablo Casado en su partido de ultraderecha moderada le podría alcanzar: Mariano parece al lado de estos dos el dinosaurio que, al despertar, todavía estaba allí. Y ya, si le ves al lado de Errejón, flipas.

Un amigo me dice que por qué no hacemos zapping en sala de prensa, cuando podríamos estar viendo la MTV o a Buenafuente. Las caras de los periodistas están entre la lobotomía, el comer cacahuetes y el sobazo extremo. Dice Mariano que esta es la época de la Historia de España que más independencia ha tenido la Agencia Tributaria, la Guardia Civil o los jueces. Me he tenido que ir a informar a la Biblioteca Nacional si la Agencia Tributaria, la Guardia Civil o los jueces del siglo XIII tenían independencia o no. Plantea Albert: “Yo no le voy a llamar indecente”, no vaya a ser que el presidente llore o se nos vuelva a trabar. Coño, pues se lo acaba de llamar.

Comprobamos que el aburrimiento dura y dura: tanto al hablar sobre Cataluña, el terrorismo, a quién apoyan o qué nos proponen para los reyes de 2017 si llegan a la presidencia. Mientras, Rajoy se muestra indignado como si fuese una starlette pasada de vueltas: “¡Todos hablan de mí!”. A ver, Mariano, ¿de quién cojones van a hablar? ¿De las videntes que salen a las tres de la mañana en 13tv?

Cuando en un experimento científico se quiere determinar qué elemento químico es el que determina una reacción, se van retirando uno a uno hasta que dicho efecto no se produce. ¿Qué ingrediente faltó para que este no fuese un debate con ritmo freak controlado? Pues echamos de menos en la puerta a gente con caretas reivindicando la presencia de Andrés Herzog de UPyD como ocurrió en el anterior debate. Solo encontramos a uno, exigiendo la presencia de su candidato en modo 'random'. No hay derecho, hombre, no hay derecho.

A Mariano lo soltaron a caminar rápido en Torrevieja y acabó en el Palacio de Congresos de Madrid. Venía sudado, con sus guacheras bucales de rigor y supongo que de tanto patear a buen ritmo ni se paró a saludar a los trabajadores de TVE que esperaban a los líderes políticos a la puerta del edificio. No se le vaya a joder una buena marca por culpa de cuatro liberados que te esperan para contarte sus putos problemas. En el mundo pony del presidente si un español no llega a fin de mes, sufre los recortes de Sanidad o es autónomo y anda jodido, es problema suyo: no será porque el PP no nos ha ayudado durante estos cuatro años. Por no existir, en su mundo teletubbie ni existen las cartas que él mismo mandó a Juncker declarándose su admirador, su esclavo, su siervo, su amigo.